El Colombiano

100 días de guerra entre la mente y el hambre

A modo de diario, la primera novela de Juliana Muñoz aborda la relación que se establece con la comida, más allá de los desórdenes alimentici­os.

- Por VALERIA MURCIA VALDÉS JULIÁN MORA O.

Un vacío imposible de llenar, así retrata la escritora bogotana Juliana Muñoz el hambre desmedida de la bulimia en su nueva novela. La autora decidió plasmar en la ficción algo que para ella había sido una realidad y quiso hablar de frente sobre lo que pasa por la mente de una persona que lucha contra la enfermedad, las comparacio­nes externas y la inconformi­dad de vivirla en su piel.

Combatió la bulimia durante largos años y por más de que intentaba salir de ella, no lograba desatarse. Fue un proceso doloroso, pero después de ocho años puede hablar con calma sobre eso. Escribió al respecto cuando sintió que el tema estaba lo suficiente­mente lejos de ella.

“Después de pasar por ese proceso y haberlo superado, sentí que tenía una historia que contar. Eso que uno sintió, que sufrió, se conecta con otros seres humanos más allá de la experienci­a personal”, comentó.

Redactó borradores que reescribió varias veces. Se demoró un tiempo, pero finalmente llegó a Los últimos días del hambre, que no es un libro de autoayuda, sino una ficción que retrata emociones reales.

En el libro, una mujer trata de librarse de una bulimia crónica: una adicción a la comida y su impulso por desaparece­rla inmediatam­ente del organismo. Idealiza su cuerpo y se compara con su madre y sus amigas. Todo lo que piensa, vive y sueña se relaciona con la comida y ella resuelve que la única manera de salir del círculo vicioso es matar el hambre en 100 días para que el hambre no lo haga con ella.

Al igual que en la novela, a Juliana le dijeron que tenía muy pocas posibilida­des de superar la condición. “Yo caía y caía y no me recuperaba. Una psicóloga me desahució, pero después de eso me di cuenta de que me faltaba algo muy importante: que yo tomara la decisión de cambiar”, contó.

Así como Babela, la protagonis­ta de la novela, Juliana decidió ponerse un reto: 100 días sin atosigarse de comida y sin devolverlo todo. Ella lo intentaba y así recayera en el día 99, volvía a empezar el conteo para cumplir su meta y salvarse de una enfermedad que poco a poco iba comiéndose su vida. La protagonis­ta de la novela tiene ese mismo ímpetu y pelea contra la ansiedad y la culpa.

“Alguna vez fui a un grupo de alcohólico­s anónimos y ellos tenían este dogma: ‘solo por hoy no voy a tomar’. Por un día es fácil no caer en la bulimia, pero ¿por cuántos días era un reto alcanzable? 100 me parecía un número redondo”.

Y lo logró. Superó ese plazo y otros cientos más después de eso. “Uno siempre se está mirando desde la carencia, desde lo que no tiene, pero llega un tiempo en la vida en el que uno se centra en las potencias que uno tiene y aprende a quererse como es”, confesó la autora.

“Cuando la comida deja de ser una adicción, la vida se llena de colores”

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FOTO Juliana Muñoz esperó a estar lo suficiente­mente lejos de la enfermedad para poder plasmarla en la ficción.

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