El Colombiano

“LA FIESTA DE LA GUERRA”

- Por SARA ISABEL LONDOÑO OCHOA Universida­d Pontificia Bolivarian­a Facultad de Com. Social, 8° semestre londonosar­a3@gmail.com

En el ensayo Sobre la Guerra,

Estanislao Zuleta da a conocer cinco puntos de vista sobre este ámbito: el primero se basa en el poder de silenciar al otro que se ve suprimido al no tener un espacio social y legal en el cual manifestar y desarrolla­r sus ideas; el segundo desarrolla la idea de reducir las diferencia­s, las oposicione­s y las confrontac­iones a una sola, llegando así a “negar los conflictos internos y reducirlos a un conflicto externo”; el tercero define la guerra como una “fiesta” ya que une a la comunidad; el cuarto explica la figura del “amo absoluto” de Hegel: la muerte y finalmente, el quinto termina con la frase “solo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el conflicto, es un pueblo maduro para la paz”.

Sin lugar a duda, este término ahoga mi corazón y me hace pensar en la poca humanizaci­ón que existe, acaso ¿qué celebramos? ¿a la madre que llora en el ataúd a su hijo? ¿Al niño que quedó huérfano por culpa de la “fiesta” de la guerra?

La guerra no es “fiesta”, la guerra es dolor, cómo olvidar los carrobomba­s de Pa

blo Escobar, el atentado en las Torres Gemelas, los secuestros de las Farc, y peor aún, cómo llamarle a esto “fiesta”. Llamemos así a las opiniones, al escuchar al otro, su punto de vista, el dar a conocer el nuestro y generar un diálogo, a eso sí llamemos “fiesta”, a la unión de pensamient­os y diálogos, pero no llamemos “fiesta” a la guerra, a las muertes, a la sangre que esta derrama.

Es necesario abrir espacios de diálogo, de concentrac­ión de personas donde se expongan sus ideales y no se limite simplement­e a exterminar al otro, sino a comprender­lo, refutarlo y llegar a un consenso donde primen las ideas no la sangre de los hombres.

Este discurso reduce a su mínima expresión la posibili- dad del debate, llevándome a pensar que los muertos y costos de la guerra son el precio que hay que pagar para que sean tomadas en cuenta nuestras opiniones y puntos de vista.

Aunque fueron muchos los que estuvieron en contra del Tratado de Paz con las Farc, no cabe duda de que este hecho abrió las puertas al diálogo y a la visibiliza­ción de la paz para Colombia. Finalizo con la idea de que es mejor negociar la paz que seguir manchándon­os de sangre

Es necesario abrir espacios de diálogo, y no se limite simplement­e a exterminar al otro

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