Las justas también tienen su cara negativa
Soy muy crítico de cómo se ganó la sede de los Juegos y cómo se han sacado adelante. Se ganaron con una mentira, porque para vencer a Medellín y a Glasgow, cuando se presentaron en Lausana, dijeron que el presupuesto estaba calculado con un dólar a 4,50 pesos argentinos para 2018, y en ese momento ya costaba entre 5,70 y 8,00 pesos. Con lo que los hipotéticos 1.040 millones de pesos que se iban a gastar, ya eran 2.000 millones y ya se han gastado 11.500 y la cuenta sigue subiendo. A partir de esa mentira al Comité Olímpico, el resto ha sido una suma de arbitrariedades, errores, y cambios sobre la marcha que tienen que ver con codicia de índole política y empresarial. Hasta el presidente del Comité Olímpico Argentino, y el secretario general, han puesto a sus hijas dentro de la nómina para que reciban un sueldo, y hay otros negocios de muy bajo nivel. Si bien soy un fanático de los Juegos Olímpicos y he hecho libros de historia olímpica estoy muy triste, decepcionado y enojado por lo que se ha hecho acá. La celebración deportiva ha generado un gasto desmedido, un inesperado negocio inmobiliario y la posibilidad de que muchos “amigos del poder” realicen negocios a costa del estado porteño. Además, los Juegos no son una prioridad para la ciudadanía ya que la inmensa mayoría desconoce que la ciudad albergará el máximo espectáculo deportivo de su historia, con una polémica ceremonia inaugural a realizarse en el Obelisco. Una encuesta llevada adelante por estudiantes del tercer año de Periodismo deportivo de ETER Escuela de Comunicación, a 400 personas, deja en claro la deficiente comunicación que tienen los Juegos Olímpicos de la Juventud, tanto desde el Comité Organizador que lidera Gerardo Werthein como desde el Gobierno de la ciudad en manos de Horacio Rodríguez Larreta.