DENIS MUKWEGE, UN GINECÓLOGO QUE UNE LO QUE LA VIOLENCIA ROMPE
Cuando en 1999 el doctor Denis
Mukwege recibió en su hospital de la ciudad de Bukavu, al este de la República Democrática del Congo, a una mujer que además de haber sido violada tenía heridas de bala en sus muslos y en sus genitales, creyó que estaba ante una atrocidad única, ante el límite del horror. En los meses que siguieron, llegaron a su clínica al menos 55 mujeres que habían sufrido ataques similares: a las que les habían vertido sustancias químicas en el cuerpo, que habían sido abusadas sexualmente junto a las vecinas de su pueblo. Entonces comprendió que a veces la imaginación no alcanza, que hay horrores que se dimensionan de la peor forma posible: viviéndolos. Y decidió hacer algo al respecto. Él, un ginecólogo que eligió su especialización para disminuir la precariedad de las condiciones en las que las madres de su región daban a luz, se ha dedicado en las últimas dos décadas a atender más de 50.000 víctimas de violaciones producto del conflicto armado en El Congo. Su trabajo es reparar el daño físico interno de las víctimas, reconstruir en todo su sentido. En 2012 dijo ante la Asamblea Nacional de Naciones Unidas que ni el presidente de su país ni la comunidad internacional en general habían hecho suficiente por detener “una
guerra injusta que ha utilizado la violencia contra las mujeres y la violación como estrategia de combate”, desatada por la lucha por el control de las economías mineras de ese país, en especial del oro y el coltán. Al volver a su casa, lo esperaban 5 personas armadas. Habían pasado los minutos anteriores frente a sus hijas, apuntándoles con sus armas. Asesinaron a uno de los hombres que lo escoltaban y por poco a él, por lo que se vio obligado a huir de El Congo. Pero regresó a los pocos meses, en enero de 2013, por la petición de las mujeres de su ciudad, que recaudaron fondos para su pasaje. Ellas mismas se ofrecieron para hacer turnos para protegerlo, en grupos de 20. Hoy Mukwege vive en el hospital de Panzi, bajo protección de Naciones Unidas. Allí estaba ayer, en medio de una operación, cuando llegó la noticia de que había ganado el Premio Nobel de Paz.