LA POLICÍA Y LA DOSIS MÍNIMA... DE GOLPIZAS
Un extenso video divulgado en las redes sociales, y hasta ahora no desmentido por las autoridades locales ni los superiores de la institución, mostró una paliza dada por un grupo de agentes de la Policía a dos jóvenes en las escaleras eléctricas de la Comuna 13.
Aunque se desconocen los detalles por los cuales los funcionarios descargaron golpes y patadas contra los ciudadanos —lo cual no los hace menos responsables de su evidente abuso de autoridad—, es creciente el temor de que esta pueda convertirse en escena repetida de las redadas policiales contra el porte y el consumo de drogas ilegales.
La proclividad de los uniformados a criminalizar a los marihuaneros y bazuqueros, es decir a los adictos, es histórica. En los barrios populares de Medellín no solo ha sido la policía la propagadora de ese estereotipo: también lo reprodujeron las milicias guerrilleras y las bandas paramilitares. Viciosos = delincuentes.
Un Código de Policía y un decreto presidencial que transitan por tantas zonas grises, por tantos vacíos en conceptos y protocolos, va a detonar estas palizas tan propias de la conducta del policía raso en este y en casi todos los países. Primero, patadas y bolillazos. Después, explicaciones y consideraciones. Se advierte también que ante situaciones diversas y confusas proliferarán las tensiones y las desavenencias de los requisados.
Nuestra policía exhibe notorias debilidades en su capacitación para el autocontrol ante la resistencia o la rebeldía sorpresivas del ciudadano, para el manejo de situaciones extremas de estrés, provocación y agresión civil. Las denuncias por abusos policiales de autoridad proliferan en expedientes de asonadas, operativos, requisas y retenes.
La golpiza citada al principio muestra una suerte de fascinación y encarnizamiento de los agentes con dos transeúntes en la Comuna 13, en una situación que no se percibe amenazante o riesgosa para los policías. ¿Quién va a velar por los dere- chos mínimos de quienes sean requeridos en las decenas de “batidas” policiales adelantadas en el país contra el vicio? Muy en especial con una institución desacostumbrada al control y la veeduría, y tan pobre en sanciones contra sus integrantes desbordados en violencia.
La intensificación de operativos contra el porte y consumo de drogas ilegales en espacios públicos, con el supuesto interés de combatir el microtráfico, viene acompañada de escenarios inéditos de tensión policías-ciudadanos, para los cuales no se ve entrenado y capacitado, con suficiencia, un cuerpo policial habituado a “macartizar” a los consumidores. Ojalá esta paliza salvaje de la 13 no sea el anuncio de las otras muchas que puedan suscitarse contra ciudadanos inermes
¿Quién controlará con rigor a esos policías proclives a dar “pata” y bolillo?