Infractores activaban el cartel del silbato
La Fiscalía detalló cómo actuaba la red de agentes de tránsito. Los 20 detenidos se declararon inocentes.
Colabóreme, señor agente”, “sálveme la vida”, “venga arreglemos”. Peticiones como estas, de parte de ciudadanos que violaron la ley, activaban una compleja trama de corrupción dentro de la Secretaría de Movilidad de Bello.
Así quedó en evidencia en las audiencias de control de garantías contra 20 presuntos integrantes del cartel del silbato realizadas la semana pasada en el estrado del Juzgado 42 Penal Municipal de Medellín.
La olla podrida empezó a destaparse el 1 de octubre pasado, cuando el Grupo de Administración Pública (Anticorrupción) del CTI Seccional Medellín dio el golpe, tras una investigación de más de un año que incluyó interceptaciones telefónicas y vigilancias en el terreno. El escándalo de las capturas sacudió a Bello, una localidad de medio millón de personas que se quedó sin la quinta parte de sus guardas de tránsito.
La Fiscalía 108 Seccional imputó cargos por concierto para delinquir, prevaricato por omisión, concusión, revelación de secreto y corrupción al sufragante. Durante la diligencia, advirtió que esta red clandestina habría establecido relaciones de alto nivel con funcionarios de la Fiscalía, la Judicatura y la Alcaldía de Bello, que acudían a sus servicios ilícitos, por lo que lo que más adelante habrá una segunda fase de la operación.
Todos los procesados negaron los cargos y se declararon inocentes frente al juez, a pesar de que varios palidecieron cuando escucharon los comprometedores audios que presentó el ente acusador.
Al cierre de esta edición no habían concluido los alegatos para definir la medida de aseguramiento, luego de cuatro días de audiencias.
Más allá de un grave episodio de corrupción institucional,
el caso del cartel del silbato también reveló un aspecto antiético y torcido de la ciudadanía. En las conversaciones registradas por la Sala Técnica del CTI, aparecen conductores que atropellaron personas ofreciendo coimas para que los guardas no los sancionaran; otros, que irresponsablemente manejaban borrachos, dieron plata para evadir el examen de toxicología.
Son estas mismas personas las que patrocinan la corrupción, y luego se quejan por la falta de transparencia de los funcionarios