El Colombiano

EL FUTURO ESTÁ EN LA EDUCACIÓN

- Por ALDO CÍVICO aldo@aldocivico.com

Educarse no puede ser el privilegio de unos pocos, es nuestro derecho.

Conocí a Andrés Cancimance al final de una clase que dicté en Harvard University hace algunos años. Esto fue un febrero, estaba nevando, y hacia un frío penetrante. Noté que para Andrés adaptarse al clima, el idioma, el país, era un verdadero desafío. Pero a la vez estaba feliz y orgulloso, dado que junto a una compañera, había logrado una beca para estudiar un semestre en una de las universida­des más prestigios­as del mundo.

Andrés me contó que venía del Putumayo y que estaba terminando el doctorado en antropolog­ía en la Universida­d Nacional. Se graduó al año, y fue el primer estudiante de la Nacional en recibir el doctorado en antropolog­ía con una tesis sobre su tierra. Desde entonces ha recibido varios reconocimi­entos, como por ejemplo, el Premio Pioneros de la Antropolog­ía Colombiana (2016) que confiere el Instituto Colombiano de Antropolog­ía e Historia. A Andrés lo mueve el anhelo de un futuro en paz en Colombia, y quizá, la importan- cia de este compromiso lo siente de manera particular por ser un joven a quien le tocó criarse en medio de la violencia y la guerra en Putumayo.

En el día de la marcha, Andrés Cancimance escribió una reflexión en su muro de Facebook. Es un testimonio sensible, una mirada desde lo vivido, sobre lo importante que es el derecho a la educación pública en cualquier país que quiera definirse como moderno y que quiera profundiza­r su democracia. Aquí el testimonio del antropólog­o Cancimance:

“Tenía 17 años cuando ingresé a la Universida­d Nacional. Putumayo, el departamen­to donde nací y crecí, no podía ofrecerme ninguna posibilida­d para hacer realidad mi sueño de entrar a la Universida­d Pública. Mis padres tampoco podían asumir el valor de una matrícula en cualquier universida­d privada. Ser un raspachín de la hoja de coca, entrar a algún grupo armado legal o ilegal o montarme un negocio, era para lo que estaba destinado por aquella época. Y yo no quería eso. La Universida­d Nacional transformó mi vida y me dio mucho más que un título universita­rio y de posgrado. Educarse no puede ser el privilegio de unos pocos, es nuestro derecho. Hoy quiero luchar y soñar porque departamen­tos como Putumayo tengan una Universida­d”.

La historia de Andrés no es una excepción, y quizás conocer las historias de quienes pudieron salir adelante y lograr sus sueños nos ayudará a entender lo fundamenta­l que es la educación pública para el futuro de un país. Colombia ha logrado muchos avances en los últimos años y el país está en un momento de gran responsabi­lidad histórica frente a la posibilida­d de consolidar una paz todavía frágil e incompleta. Al mismo tiempo, no se puede negar que sigue siendo uno de los países más desiguales de Latinoamér­ica, donde el narcotráfi­co, la corrupción, y la violencia siguen siendo desafíos grandes e irresuelto­s. Pensar en enfrentar estos desafíos sin priorizar la educación, mejorando la oportunida­d de acceso y su calidad, es una ilusión. Más allá del tentativo de unos políticos de instrument­alizar la marcha de esta semana, el gobierno de Duque tiene hoy la responsabi­lidad de demostrar que entendió las motivacion­es que generaronl­a protesta

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