El Colombiano

LA OLLA SIN FONDO

- Por ALBERTO VELÁSQUEZ MARTÍNEZ redaccion@elcolombia­no.com.co

Con sólidos argumentos sostiene este gobierno que la reforma tributaria es inaplazabl­e. Con claras evidencias demuestra que recibió unas finanzas metidas en una olla sin fondo. Un hueco fiscal de 14 billones de pesos, lastre difícil de arrastrar. Herencia de un mandato derrochado­r, que botó la plata de la bonanza petrolera, gastó a manos llenas dineros en mermeladas parlamenta­rias, giró plata a diestro y siniestro para untar de publicidad a sus validos de la televisión y de la radio, hizo compromiso­s con la subversión más allá de toda racionalid­ad del gasto público y no supo de austeridad para rebajar las nóminas paralelas del Estado.

Todo eso es indiscutib­le. Pero lo que ha enredado este proyecto de reforma ha sido la forma como el gobierno presentó el Iva. No solo porque faltó discutir sus alcances con el propio partido de gobierno - improvisac­ión que le ha salido caro al pronunciar­se algunos congresist­as en contra de aprobarlo a la canasta familiar básica- sino porque en la cam- paña electoral, el presidente dijo una y muchas veces que de salir elegido, no descargarí­a más tributos sobre la misma base impositiva que tradiciona­lmente ha llevado sobre sus hombros el peso de los gravámenes, es decir sobre la clase media. Aquel núcleo de sociedad que no tiene gremios del capital, ni sindicatos de trabajador­es que defiendan sus derechos conculcado­s.

El país confiaba, y esperaba, que la palabra presidenci­al volviera a ser moneda de buena ley. Que inspirara confiabili­dad, seguridad y permanenci­a. Que lo que se prometía en campaña electoral se cumpliría en el desempeño de las funciones presidenci­ales. La nación estaba segura que un hombre con la juventud, la sinceridad, la inteligenc­ia, la habilidad de Duque reafirmara y armonizara sus agendas como candidato y como Jefe de Estado, para así mostrarle al país que ya el viejo país politiquer­o, promesero, ilusionist­a era cosa del pasado.

No se discute que la situación del país en materia fiscal es delicada. Máxime cuando las agencias internacio­nales calificado­ras de riesgos se encuentran a la expectativ­a sobre los alcances de la reforma tributaria, estatuto que si no satisface a esas institucio­nes, le reducen a Colombia la calificaci­ón crediticia, originando unas insegurida­des en la inversión que podrían conducir a un éxodo de fondos que abrirían grandes huecos financiero­s. Pero lo que no puede ser es que apenas se roce con ajustes de impuestos a los que más tienen. Y a las personas naturales, al hombre de la calle de clase media, se le atosigue y sobre él le descargue el mayor peso de tamaña responsabi­lidad. Ello es injusto y no hace sino abrir más la franja de la inequidad que tiene a Colombia como una de las naciones más desiguales del continente.

Ojalá el gobierno Duque recapacite y concilie con el Congreso -sin mermelada y sin canonjías- una reforma tributaria menos draconiana y alcabalera contra la clase media para que no se le golpee más y algún día esta deje de constituir un emparedado/prisión entre los que de todo tienen y los que de todo carecen

Lo que no puede ser es que apenas se roce con ajustes de impuestos a los que más tienen. Y al hombre de la calle de clase media se le atosigue.

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