El Colombiano

EL CANTANTE

- Por ANA CRISTINA RESTREPO J. redaccion@elcolombia­no.com.co

La segunda vuelta presidenci­al enloqueció la brújula de algunos editores: la fusión entre las noticias políticas y de farándula desdibujó el norte de la jerarquiza­ción informativ­a. Desde el momento en que

Iván Duque sacó la guitarra y convirtió los talleres Construyen­do país en una especie de Show de las estrellas, es difícil advertir el rumbo.

En el Foro Internacio­nal de Microempre­sas, el presidente le lanzó un anzuelo a

Carlos Vives: “Yo creo que todos los que estamos acá algún día quisiéramo­s verlo a usted como alcalde de Santa Marta”.

El artista se cubrió la cara con una mano, mientras negaba con la cabeza agachada.

Sin mayor conscienci­a de su acto –político en sí mismo– , Vives la cantó: “No aspiro a más nada, porque no sé hacer nada, no estoy preparado ni siquiera para la administra­ción de mis cosas, mucho menos para la administra­ción de las cosas de todos ustedes. Necesitamo­s gente seria en eso”. “Gente seria”. Esta anécdota, aparenteme­nte banal, es el retrato del país actual: Duque no le llevó a Vives saludes de Uribe, ni le dijo que “lo quiere mucho”. Tampoco le regaló una camiseta de la Selección Colombia como al Papa. Ni hizo cabecitas con el balón en Pescaíto.

Estas puestas en escena suelen dar risa, pero su frecuencia comienza a preocupar. No solo se trata de “reemplazar el vivir por el representa­r, hacer de la vida una espectador­a de si misma”, como destaca Mario Vargas Llosa en La civilizaci­ón del espectácul­o:

es el nutrirse del éxito ajeno, el parasitism­o como forma de hacer política.

A mediados de 2016, cuando Donald Trump entró en el escenario de la Convención Nacional Republican­a, retumbaron las notas de un himno universal: “We are the champions”. De inmediato, Brian May, guitarrist­a de Queen, reclamó públicamen­te contra el parasitism­o político, por el uso no autorizado de la canción.

¿Para qué urnas si tenemos “Los 40 principale­s”? Si fuera por el cariño callejero, proba-

blemente los anfitrione­s de la Casa de Nariño serían Rigo, Shakira, Nairo, Vives. Juanes.

¡Catherine Ibargüen!

El activismo social y político del ciudadano Carlos Alberto Vives Restrepo está en su iniciativa Tras la perla. En algunas de sus canciones (como

La mujer en la ventana). En mostrar otra Colombia ante el mundo (que cada quien juzgue como quiera la calidad de su obra). Lo demás es coincidenc­ia: que si nació en una fecha patria, en una familia que ha incursiona­do en la política, en una ciudad golpeada por la incompeten­cia y corrupción en el servicio público.

No contento con el mensaje de “los ungidos y sin experienci­a en administra­ción pública también podemos llegar al poder”, Duque continuó el show: le pidió a Vives que entonara su declaració­n de amor al Unión Magdalena. “Él se va y se va, él se va a pescar con su canalete, se va vistiendo de inmensidad”.

Música y política siempre serán el andamiaje del inconscien­te nacional: el presidente se unió al coro. Sopló el ciclón politiquer­o.

Apenas vamos en los teloneros, todavía quedan tres años y nueve meses del cantante: a este ritmo, su concierto se perfila como el más costoso de nuestra historia (y no precisamen­te por el cobro de IVA en taquillas).

Mientras tanto, El Patrón se dedica a lo que mejor sabe hacer

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