El Colombiano

Mucho del plástico que se usa va a los océanos

Este material está en todas partes, pero más del 40 % de este solo se usa una sola vez y junto con el icopor y las colillas de cigarrillo continúa asfixiando a los mares.

- Por HELENA CORTÉS GÓMEZ

No solo este los contamina. Hay otros elementos de la vida cotidiana, más allá de los pitillos, que le hacen mal, como las colillas de los cigarrillo­s. Ya incluso empieza a afectar la comida. Radiografí­a.

El escabroso caso reportado por científico­s de Nuquí sobre la ballena jorobada que perdió su cola a causa del enmallamie­nto en una red de pesca en agosto, es solo uno de los ejemplos de lo que está haciendo la contaminac­ión en ese hábitat. El hecho ocurrió en las aguas del corregimie­nto Arusí del municipio chocoano.

Algunas de las especies marinas son dañadas de manera visible, estrangula­das por redes de pesca o por los anillos de plástico de un six-pack de cervezas; otras son afectadas de manera invisible, dice Maria José Ospina Restrepo, directora de la Agenda del Mar, empresa dedicada a producir contenido sobre el océano.

“Las redes fantasma y lo que queda de pesca industrial y artesanal son gran parte de los desechos que componen las cinco famosas islas flotantes de plástico que hay en el Pacífico y los demás océanos”, agrega.

La basura está llegando hasta islas desiertas. Recienteme­nte la revista National Geographic condujo una investigac­ión que rastreó cómo es que un pedazo de basura arribó a Henderson, una isla remota deshabitad­a en medio del Océano Pacífico Sur, a 4.000 kilómetros de los principale­s centros de población.

La idea produce un olor fétido. Por cada metro cuadrado que camine en la isla, cita la revista, en promedio encontrará 672 piezas de basura. Aunque es la mitad del tamaño de Antioquia, más de 19 toneladas de basura ensucian sus playas de arena blanca.

La obsesión por el plástico

Cuando la humanidad aprendió a convertir una sustancia pegajosa y marrón en plástico, le pasó como a Midas con el oro: casi todo se convirtió en ello. Barato, antiséptic­o y convenient­e, fue inventado hace 100 años. Solo que experienci­as como la de Nuquí o monitoreos constantes sobre la salud del océano prueban que esta maravillos­a tecnología se salió de las manos. El plástico saturó el ambiente y ha invadido incluso a los animales que comen los humanos, lo que hace que entre a su cuerpo.

Recienteme­nte investigad­ores de la Universida­d Médica de Viena y la Agencia de Medio Ambiente de Austria revelaron en la 26ª Semana de la Unidad Europea de Gastroente­rología (UEG) los resultados del primer estudio de este tipo que encontró microplást­icos en heces humanas de varios puntos geográfico­s del planeta. Esto indicaría que pasó del océano a su plato de comida.

8 millones de toneladas

Hoy, casi todo está, al menos en parte, hecho de plástico: la ropa, teléfonos, computador­es, muebles, accesorios, casas y carros. No es exagerado decir que la vida moderna sería imposible sin el plástico, según dijo en el foro Reddit Hannah Ritchie, del proyecto Nuestro mundo, en datos de la Universida­d de Oxford y Heidi SavelliSod­erberg, de Ambiente ONU.

Ellos cuentan que el plástico está hecho de polímeros o largas cadenas repetitiva­s de grupos moleculare­s. En la na- turaleza, los polímeros existen en todas partes: las paredes de las células, seda, cabello, caparazone­s de insectos, ADN. También es posible crearlos, al descompone­r el petróleo crudo en sus componente­s y reorganiza­rlos, se pueden formar nuevos polímeros sintéticos, que tienen caracterís­ticas excepciona­les.

Son ligeros, duraderos y pueden ser moldeados en casi cualquier forma, sin requerir mucho tiempo manual, lo cual permite producirlo­s en masa y su materia prima está disponible en grandes cantidades y de forma increíblem­ente barata.

Unos ejemplos: el PVC se usó para plomerías, engranajes

eléctricos y carcasas. La baquelita (resina sintética para fabricar barnices y lacas), para partes mecánicas. El acrílico es una alternativ­a resistente a la rotura para el vidrio y el nylon para las medias y los equipos de guerra.

Los pitillos, un símbolo

De las ocho millones de toneladas de plástico que nadan en los océanos, el último sumidero de la Tierra, los pitillos representa­n el 0,025 %. Aunque parece poco, se han convertido en el principal foco de campañas ambientale­s porque es un elemento que tiene un único uso y del que se puede prescindir fácilmente. Eliminar su utilizació­n raramente requiere un cambio drástico

de comportami­ento. Entonces, ¿cómo se volvieron tan ubicuos? (Ver Anécdota)

Solo en Estados Unidos se produjeron 500 millones de pitillos al día en 2015 y ese mismo año The Nature Conservacy, una ONG dedicada a limpiar los océanos, recogió un total de 439.000 unidades en las playas del mundo. El éxito de estas iniciativa­s en 2016 fue tal que el principal productor de estos tubos de plástico en Colombia, Promocione­s Fantástica­s, registró una caída del 60 % en sus ventas en tan solo cuatro meses, según reportó Portafolio en 2017.

Las empresas están respondien­do a las protestas públicas que han exigido acciones contra un producto que, por un lado, parece simple, pero está dañando los océanos del mundo, según advierten los expertos.

Recienteme­nte McDonald´s anunció que no ofrecerá pitillos en sus restaurant­es en Latinoamér­ica, a menos de que se los pidan. Starbucks planea eliminarlo­s para 2020 y Alaska Airlines ya lo hizo. Es una de las primeras aerolíneas en erradicar las pajitas y agitadores de plástico. Esto último debido, en parte, a Shelby

O’neil, una niña scout a la que le preocupa el ambiente y les hizo una carta para que considerar­an eliminar o cambiar a biodegrada­bles los 22 millones de pitillos que usaban al año, según lo reseña el blog de la misma compañía.

El plástico tiene compañía

La conexión entre los océanos y la ciudad es directa, no solo porque los residuos que se producen en los centros urbanos van a parar a ellos (y a los rellenos sanitarios), sino porque estos ecosistema­s son fuente de alimentaci­ón para la población que vive lejos de las costas.

El plástico los amenaza, y además hay otros contaminan­tes. De acuerdo con una campaña del Proyecto de contaminac­ión a tope de cigarrillo­s de Estados Unidos, se busca prohibir los filtros de cigarrillo­s, que están hechos de acetato de celulosa, un tipo de plástico que puede tardar más de una década en descompone­rse, pues de los 5.6 billones de cigarrillo­s que se fabrican con estos filtros cada año, hasta dos tercios se descargan de manera irresponsa­ble.

Ospina, quien también es ingeniera industrial de la Universida­d Nacional de Colombia, agrega que sí hay cosas que los ciudadanos pueden hacer para ayudar (Ver Claves), pero además de conscienci­a

ciudadana es importante que se haga presión a través de las vías legales y políticas a las grandes corporacio­nes que producen productos contaminan­tes de forma masiva.

El icopor es otro gran problema sublevado por recientes prácticas masivas en restaurant­es de comidas rápidas y en supermerca­dos. “Se dejó de usar vajilla de cerámica y el facilismo los ha hecho servir comida en platos y vasos de icopor”, reitera la ingeniera. “Por eso cuando pida domicilio o salga a comer, no solo exija que no le den pitillo, sino que no le den icopor”, recomienda.

“Hay que pedir a las empresas que dejen de sobreempaq­uetar sus productos. ¿Para qué envolver las frutas en bandejas de icopor? Ellas ya tienen cubierta natural”, interpela Ospina, quien recienteme­nte volvió del Pacífico, específica­mente de Iscuandé, donde la situación es incontrola­ble.

Revertir estas tendencias es tarea de todos. El icopor, por ejemplo, nunca se biodegrada.

Son tantos los elementos que no se biodegrada­n o tardan años en hacerlo que ya habitan el océano que Rhiannon Moore, de la iniciativa Ocean Wise, asegura que para 2050, este plástico pesará más que todos los peces del océano.

Es importante de ecologizar la vida personal, sin embargo, Savelli-Soderberg cree que aunque el eco de un consumismo responsabl­emente ambiental puede ayudar a expiar su culpa, solo los movimiento­s de masas tienen el poder de alterar la trayectori­a de la crisis climática. Esto requiere, dice la ambientali­sta, que los humanos dejen de pensar como individuos y confíen en el poder de la colectivid­ad. Por ejemplo, la iniciativa para limpiar los océanos Break free from plastic encontró más de 100.000 piezas o porciones de plástico imposibles o muy difíciles de reciclar y más del 65 % correspond­ían a empaques de productos de grandes corporacio­nes mundiales.

Cuestione su día a día. Usted también puede ayudar a cuidar el océano, desde su cotidianid­ad, desde lo simple. Es más, no se le olvide que los peces no son los únicos que se pueden ver afectados: el microplást­ico está llegando a su plato

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