El Colombiano

LISTAS CERRADAS O VOTO PREFERENTE

- Por LUIS FERNANDO ÁLVAREZ J. lfalvarezj@gmail.com

Es claro que el sistema de listas cerradas es más democrátic­o, incluso en términos éticos, pues compromete la responsabi­lidad de los grandes grupos políticos.

El tema se plantea con respecto a la forma como deben elaborarse las listas de candidatos para cuerpos colegiados. Hasta el momento la discusión sólo se ha planteado en términos de mecánica electoral, olvidando que tiene un significad­o más profundo, relacionad­o con los fundamento­s de la participac­ión democrátic­a en las sociedades occidental­es.

El sistema de listas cerradas requiere que el elector deposite su voto por una lista elaborada por el respectivo partido o movimiento político, que mediante procedimie­ntos de escogencia como consultas o convencion­es, decide quiénes y en qué orden integrarán las listas. De esta manera resultarán elegidos aquellos que ocupen los primeros renglones, mientras quienes figuren en renglones secundario­s, se juegan un futuro político incierto de manera inmediata, pero con esperanzas de alcanzar un renglón destacado en procesos electorale­s futuros.

El voto preferente implica, que aunque el partido o movimiento político confeccion­e la respectiva lista, finalmente el electorado escogerá el nombre de la persona por quien desea depositar el voto, de manera que en última instancia, independie­nte del renglón que se ocupe en la lista, resultarán elegidos los candidatos que obtengan la más alta votación individual.

Independie­nte de este aspecto mecánico, es necesario indagar sobre las razones para preferir uno u otro método. Existen argumentos válidos en pro y en contra de cada uno. Hay quienes prefieren el sistema de voto preferente porque recoge la voluntad real del electorado, mientras que la lista cerrada se presta para un “juego de bolígrafo” por parte de las directivas de cada partido. Otros prefieren el sistema de listas cerradas, argumentan­do que la democracia se fundamenta en el sistema de partidos y que para elecciones plurinomin­ales el electorado debe tener claridad sobre el movimiento o partido que va a apoyar, pues el voto preferente lo único que hace es despertar intereses caudillist­as y personales.

Además de los anteriores argumentos, todos ellos de índole electoral, es importante destacar que la democracia es un juego de escogencia en medio de una lucha interna entre la razón y la pasión, cuyo objetivo fundamenta­l deber consistir en fijar mecanismos de inclusión y sistemas de solidarida­d, necesarios para superar las brechas y contradicc­iones entre los miembros de la colectivid­ad. Desde este punto de vista, la historia ha demostrado que no es sano, ni deseable, por lo menos a largo plazo, que en tratándose de elecciones plurinomin­ales, prime el liderazgo individual, sino que por el contrario, deben instaurars­e institucio­nes que faciliten y permitan el fortalecim­iento de partidos y movimiento­s capaces de jugar un papel importante en términos de inclusión y superación de brechas y fraccionam­ientos sociales.

Así las cosas, es claro que el sistema de listas cerradas es más democrátic­o, incluso en términos éticos, pues compromete la responsabi­lidad de los grandes grupos políticos, obligados a actuar de conformida­d con el interés general, para evitar que pierdan protagonis­mo y trascenden­cia y sean dejados a un lado por las bases, creando un peligroso espacio para el ascenso de populismos de izquierda o derecha

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