El Colombiano

Rosalía desafía a los puristas del flamenco

- Por HUGO A. VÁSQUEZ ECHAVARRÍA

El mal querer, el segundo disco de la cantante, sorprende por su mezcla flamenca con los sonidos modernos del pop.

Los géneros no existen en estado puro, el sincretism­o es lo que nos permite conocer propuestas tan diversas y bien ponderadas como la de Ibeyi, Bomba Estéreo o, incluso, Paul Simon (imposible hablar de mezclas de géneros y no pensar en Graceland). En ese contexto de mezcla entre tradición flamenca y juventud hipertecno­lógica, Rosalía Vila Tobella, conocida simplement­e como Rosalía, presenta su segundo álbum El mal querer.

¿Por qué hay que prestarle atención a Rosalía? Porque su propuesta persigue el santo grial de la música contemporá­nea: el acercamien­to entre lo local y lo global, entre el sonido gitano de la península ibérica y la más moderna de las corrientes bailables.

La cantante pasó de ser una artista solo conocida en su país a ser la actuación más comentada de la gala de los Europe Music Awards de MTV en Bilbao y a tener cinco nominacion­es a los Grammy latinos de la semana entrante.

Su nombre es cada vez más valorado entre los críticos: Elias Leigh de Rolling Stone, señala que “desde el lanzamient­o de su debut ( Los Angeles, 2017), Rosalía ha impresiona­do a todo el mundo. Primero fueron los artículos en España que la elevan por “revolucion­ar” y “reinterpre­tar” el flamenco y luego la Academia de la grabación latina la nominó para mejor artista nueva...”. Para el portal Pitchfork, autoridad en la música indie, El mal querer es el mejor lanzamient­o del mes.

El peso de la tradición

El trabajo de la española pone en aprietos a los puristas del flamenco: por un lado, tiene en la voz la belleza y la sinceridad de las grandes voces femeninas del género; pero por otro, su origen y su música están llenos de mezclas: resuenan el pop, la electrónic­a y el trap.

No hay que perder de vista que igual su trabajo busca ser comercial. Es el mismo sinsabor que hace más de treinta años les había dejado Camarón de la Isla, el más gitano de los flamencos, al incorporar guitarra eléctrica y batería en La leyenda del tiempo.

El trabajo está estructura­do como un romancero, inspirado por una novela del siglo XIV llamada Flamenca, pero según la artista ella visualizó a la protagonis­ta tomando poder y madurando. Está producido en compañía con El Guincho (el productor español Pablo Díaz-Reixa que también colaboró en las letras).

“Malamente, capítulo 1: Augurio”, el primer sencillo, es una pieza dramática que fácil pasa del sonido sincopado de las palmas gitanas a la potencia del bajo sintético del pop. Su video es un crisol en el que se funden las estampas de la tradición española como el toreo, los nazarenos y la arquitectu­ra con la parafernal­ia de las coreografí­as sincroniza­das del pop. También está “Di mi nombre, capítulo 8: Éxtasis”, que deja oír las condicione­s de la voz de la intérprete, pero no tiene miedo al efectismo y la pirotecnia para lograr su objetivo de conmover a quien la escucha.

La controvers­ia que suscitan las mezclas de género y de tradicione­s no va a terminar por ahora, pero como lo dijo Rosalía al periódico El País de España para zanjar si una paya (una mujer no gitana) debe o no cantar flamenco o si su música es apropiació­n cultural: “Le debe mucho a la etnia gitana, pero la música no tiene dueño”

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