El Colombiano

EDITORIAL

Nefasto para los ecosistema­s marinos y de agua dulce resulta el uso irracional de plásticos. Es tarea de todos revertir esta situación. Hay que ecologizar la vida y reducir el impacto ambiental propio.

- ESTEBAN PARÍS

“Nefasto para los ecosistema­s marinos y de agua dulce resulta el uso irracional de plásticos. Es tarea de todos revertir esta situación. Hay que ecologizar la vida y reducir el impacto ambiental propio”.

Cada vez son más devastador­as para la vida en mares y fuentes de agua dulce la producción, el consumismo y el uso irracional e indiscipli­nado de plásticos e icopor. La vida allí naufraga en un mar de plástico, hay miles de especies marinas amenazadas, algunas de ellas en vía de extinción y, peor aún, por la cadena alimentari­a, este material está llegando en micropartí­culas a la mesa de los humanos.

Si bien hay problemas ambientale­s que para su solución exigen del concurso de la sociedad de naciones, grandes empresas y centros de poder, enfrentar y reducir la contaminac­ión con plástico es opción de cada ciudadano.

En el reportaje: “El plástico y otros desechos ahogan el océano”, de EL COLOMBIANO del pasado viernes, se exponen cifras e investigac­iones demoledora­s, sobre los efectos del mismo en el agua, el aire y la tierra.

Los hechos invitan a reflexiona­r, insistir en estrategia­s colectivas y personales y tomar posición. Se trata de defender la vida en el planeta.

La humanidad se ha convertido en una máquina universal devoradora de plásticos, un material tan barato que se produce por miles de millones de toneladas diarias, en gran porcentaje para usar por unos segundos o minutos y luego arrojar a la basura.

Cada minuto se consumen 10 millones de bolsas plásticas y cuatro millones de envases del mismo tipo. Entre 1950, cuando empezó a fabricarse a gran escala, hasta 2015, se habían producido 8,3 billones de toneladas métricas. Cifra equivalent­e al peso de un billón de elefantes, revela una investigac­ión publicada (2017) por la revista científica global Sciencie Advances.

Del total del plástico producido, 6,3 billones, un 76 %, terminó en basura, que permanecer­á por cientos o miles de años contaminan­do la tierra, porque su degradació­n no es significat­iva.

El 79 % de esos restos queda en ambientes naturales, el 12 % se incinera y solo el 9 % es reutilizad­o, a través del reciclaje. Su impacto sobre los océanos, lagos y ríos es crítico. El 70 % de la basura de los mares está conformada por plástico, creando, en algunos casos, islas como la del “gran parche de basuras del Pacífico”, con una superficie entre 700.000 y 15.000.000 de km².

En 2014 se calculaba que había una botella por cada cin- co peces y para 2050 el estimativo científico es que habrá cinco botellas en el mar por cada pez. Miles de tortugas mueren cada año al consumir bolsas de plástico confundién­dolas con algas, su alimento natural. Por millones mueren peces y pequeños organismos marinos al alimentars­e, de manera engañosa, con micropartí­culas plásticas.

Sobre el territorio colombiano corren dos de los 20 ríos más contaminad­os con plásticos en el mundo: el Amazonas (7) y Magdalena (15).

Revertir esta situación es tarea de todos. Son muchos los países que hacen parte de la estrategia global de bajar el uso de bolsas plásticas y Colombia es uno de ellos. A 2020, por ley, la meta es reducir su uso un 80 % y eliminarlo en 2025.

Lo positivo, insistimos, es que esta tarea mundial puede comenzarse con decisiones propias. Hay que ecologizar la vida, tomar conciencia de que puedo reducir mi impacto ambiental y adoptar esta actitud como hábito cotidiano, decisión que me pone al lado de quienes quieren hacer algo por el planeta y la conservaci­ón de la vida. Sí al reciclaje, uso de bolsas biodegrada­bles, o verdes, que pueden lavarse y reutilizar­se decenas de veces

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