El Colombiano

Animalista pide ayuda para salvar 250 perros

- Por GUSTAVO OSPINA ZAPATA JAIME PÉREZ

Las mascotas tienen buena atención, pero se dañaron las perreras y se necesitan recursos para volver a levantarla­s.

Afalta de una familia que la arrope y la apoye, Lucía del Socorro Rico Velásquez tiene 250 perros de los que recibe lo único que la impulsa a no decaer: amor leal e incondicio­nal.

Consciente de que nunca vivirá tranquila, pues quienes aman y defienden a los animales maltratado­s difícilmen­te encuentran sosiego ya que los casos de violencia se repiten a diario, esta señora de 67 años asegura que seguirá trabajando prácticame­nte las 24 horas de cada día cuidando de sus mascotas, pues todas son como sus hijas y está dispuesta a darlo todo por ellas.

“Mi mejor recompensa es ese cariño que ellas me brindan, esa mirada que tienen que tanto lo conmueve a uno”, dice Lucía, que tiene un refugio en el corregimie­nto Santa Elena, del cual pide no revelar la ubicación, pues la gran cantidad de perros que tiene se debe precisamen­te a que muchas personas que ubican su predio suelen dejarle animales amarrados a la puerta, sobre todo cuando están enfermos, viejos o con marcas de maltrato. Y quiere evitar eso.

“Tengo demasiados, no soy capaz con más, la gente debe ser consciente de eso y no traerme más ni llamar a pedirme que los reciba”, advierte Lucía.

Su amor por los caninos nació hace décadas, cuando su mamá compró una Pinscher que era muy consentida y brava, a la que se sumó otra de la misma raza rescatada de una calle por la novia de su hermano: “yo las acogí, pero fueron llegando más y nunca paré”, dice, rodeada de perros de muchos colores, razas, tamaños y comportami­entos.

Con nombres humanos

Curiosamen­te, casi todos los caninos tienen nombres de personas. En una breve visita a su predio se oye que llama a Gina, Karina, Josefina, Rafaela y Daniel: “Mi consentida es Rosa Mayté, una criollita que viene a ser como mi hija; una sicóloga que me visitó me dijo que esa perrita reemplazó la hija que no tuve”.

Pero la dicha no es total: hace 15 días se fueron al piso las perreras de la finca donde está hace 18 años, cuya dueña, antes de morir, le dijo que se quedara con el predio para que siguiera con su labor de proteger mascotas. La casa es de bahareque, tiene más de ochenta años y la humedad y la inestabili­dad de la montaña terminaron cobrando factura.

Ella solicita ayuda para volverlas a levantar más amplias, cómodas y seguras, pues no tiene ingresos para asumir ese

gasto. Ya ha recibido aportes en material, pero falta para pagar los obreros que las construyan. Aclara que no necesita que le donen concentrad­o ni alimentaci­ón, pues de esto sus 250 mascotas no carecen.

“Soy muy clara en esto: mis perros están bien alimentado­s, esteriliza­dos, con microchips y vacunas”, asegura

 ?? FOTO ?? La bondad de doña Lucía Rico no tiene límites. Ella sola, con apoyo de voluntario­s, claro, protege 250 mascotas.
FOTO La bondad de doña Lucía Rico no tiene límites. Ella sola, con apoyo de voluntario­s, claro, protege 250 mascotas.

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