RECUPEREMOS LA CONFIANZA Y LA BUENA FE
La semana pasada escribí una columna sobre la importancia para Colombia de tener minería responsable con el medio ambiente. Pocos días después recibí un correo de un lector donde me acusaba de: “recibir dinero de las multinacionales mineras”. Esta persona basaba su acusación en que a su juicio, mi defensa de una minería legal, generadora de regalías y empleo para los municipios colombianos, era amañada y buscaba beneficiar a unos pocos. No voy a defender mi punto de nuevo, porque espero haberlo hecho de buena forma en la columna, pero este hecho si me suscitó algunas reflexiones que quiero compartir.
La primera es que en nuestra sociedad, gracias a los altos niveles de corrupción y vandalismo vividos durante muchos años, ha hecho carrera entre un grupo importante de ciudadanos, que detrás de una determinada acción siempre habrá algo retorcido, un chanchullo o probablemente un interés inválido. Me explico. Esta persona que no me conoce parte de la premisa de que escribo mi columna para “favorecer” terceros. Ese tipo de pensamientos, que desafortunadamente es el de muchos, inválida de entrada que alguien pueda plantear una idea, defender una posición o ganar- se un negocio, sin que haya “otros” intereses en juego.
Estas situaciones me parecen tristes y preocupantes. A dónde hemos llegado. No todos los colombianos somos gente de mal, de hecho y aunque parezca un lugar común, creo que somos más los que actuamos con buenas intenciones, los que nos levantamos a diario buscando construir un mejor país y pensamos que Colombia está llena de gente buena construyendo esperanza.
La verdad este incidente me llamó la atención porque quien me escribió parecía ser una persona culta, e incluso hablaba con propiedad de sus experiencias visitando grandes proyectos mineros. Pero me sorprendió su capacidad de señalamiento sin conocerme. Pensé, en ese momento, en la cantidad de personas que hoy injustamente sienten que su hoja de vida, historia familiar o personal es tachada por comentarios infundados y algunas veces señalamientos temerarios que lanzan personas en las redes, muchas veces sin calcular el daño que se hace cuando se acusa a alguien sin fundamentos y convirtiendo el comentario en una verdad a puño. Las sociedades avanzan cuando confiamos los unos en los otros, nos situamos en el terreno de la construcción colectiva y no en el de dividir a través del odio y la insania.
En el mundo actual, uno de los papeles de los medios de co- municación es revelar hechos maliciosos y engañosos bien fundamentados, y a las autoridades judiciales les corresponde investigarlos. Los ciudadanos debemos acusar con la certeza de tener pruebas determinantes de algún ilícito, y deberíamos ser conscientes que opinar malintencionadamente y sin sustento necesarios genera prejuicios que simplemente nos llevan al terreno de la destrucción y pérdida de la confianza. No todos pensamos igual, pero el simple hecho de no hacerlo no nos hace malas personas, ni mucho menos delincuentes. Aprendamos a construir sobre las diferencias, eso sí, siempre con respeto.
Al lector que me escribió, decirle que espero en un próximo correo tener una discusión sobre el propósito y las ideas que tiene alrededor de la minería. Seguro podremos tener un sano debate alrededor de ideas y visiones. Sin duda, así es más productivo y estimulante para los dos
Las sociedades avanzan cuando confiamos los unos en los otros, nos situamos en el terreno de la construcción colectiva y no en el de dividir.