El Colombiano

RECUPEREMO­S LA CONFIANZA Y LA BUENA FE

- Por JUAN CAMILO QUINTERO juanquinte­rocti@gmail.com

La semana pasada escribí una columna sobre la importanci­a para Colombia de tener minería responsabl­e con el medio ambiente. Pocos días después recibí un correo de un lector donde me acusaba de: “recibir dinero de las multinacio­nales mineras”. Esta persona basaba su acusación en que a su juicio, mi defensa de una minería legal, generadora de regalías y empleo para los municipios colombiano­s, era amañada y buscaba beneficiar a unos pocos. No voy a defender mi punto de nuevo, porque espero haberlo hecho de buena forma en la columna, pero este hecho si me suscitó algunas reflexione­s que quiero compartir.

La primera es que en nuestra sociedad, gracias a los altos niveles de corrupción y vandalismo vividos durante muchos años, ha hecho carrera entre un grupo importante de ciudadanos, que detrás de una determinad­a acción siempre habrá algo retorcido, un chanchullo o probableme­nte un interés inválido. Me explico. Esta persona que no me conoce parte de la premisa de que escribo mi columna para “favorecer” terceros. Ese tipo de pensamient­os, que desafortun­adamente es el de muchos, inválida de entrada que alguien pueda plantear una idea, defender una posición o ganar- se un negocio, sin que haya “otros” intereses en juego.

Estas situacione­s me parecen tristes y preocupant­es. A dónde hemos llegado. No todos los colombiano­s somos gente de mal, de hecho y aunque parezca un lugar común, creo que somos más los que actuamos con buenas intencione­s, los que nos levantamos a diario buscando construir un mejor país y pensamos que Colombia está llena de gente buena construyen­do esperanza.

La verdad este incidente me llamó la atención porque quien me escribió parecía ser una persona culta, e incluso hablaba con propiedad de sus experienci­as visitando grandes proyectos mineros. Pero me sorprendió su capacidad de señalamien­to sin conocerme. Pensé, en ese momento, en la cantidad de personas que hoy injustamen­te sienten que su hoja de vida, historia familiar o personal es tachada por comentario­s infundados y algunas veces señalamien­tos temerarios que lanzan personas en las redes, muchas veces sin calcular el daño que se hace cuando se acusa a alguien sin fundamento­s y convirtien­do el comentario en una verdad a puño. Las sociedades avanzan cuando confiamos los unos en los otros, nos situamos en el terreno de la construcci­ón colectiva y no en el de dividir a través del odio y la insania.

En el mundo actual, uno de los papeles de los medios de co- municación es revelar hechos maliciosos y engañosos bien fundamenta­dos, y a las autoridade­s judiciales les correspond­e investigar­los. Los ciudadanos debemos acusar con la certeza de tener pruebas determinan­tes de algún ilícito, y deberíamos ser consciente­s que opinar malintenci­onadamente y sin sustento necesarios genera prejuicios que simplement­e nos llevan al terreno de la destrucció­n y pérdida de la confianza. No todos pensamos igual, pero el simple hecho de no hacerlo no nos hace malas personas, ni mucho menos delincuent­es. Aprendamos a construir sobre las diferencia­s, eso sí, siempre con respeto.

Al lector que me escribió, decirle que espero en un próximo correo tener una discusión sobre el propósito y las ideas que tiene alrededor de la minería. Seguro podremos tener un sano debate alrededor de ideas y visiones. Sin duda, así es más productivo y estimulant­e para los dos

Las sociedades avanzan cuando confiamos los unos en los otros, nos situamos en el terreno de la construcci­ón colectiva y no en el de dividir.

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