PARÍS COMO GUÍA
Con un peso menor en lo económico y militar que EE.UU., Francia busca mantenerse como una guía, mientras Alemania le hace eco e Inglaterra sigue sumida en un complejo Brexit.
A cien años del fin de la Primera Guerra Mundial dos formas de gobernar el mundo se dieron cita en París. Emmanuel Ma
cron, anfitrión de la conmemoración, fue insistente y repetitivo en que en épocas en las que parecen triunfar el unilateralismo y los discursos racistas, es el multilateralismo el que debe dar un nuevo paso al frente y fortalecerse. Con Donald Trump presente, dio una arenga clara y sin ambigüedades para cuestionar a aquellos que insisten en el nacionalismo como una vía de éxito. Sin nombrar al presidente de Estados Unidos, pero sabiendo todos que se dirigía hacia él, soltó un dardo sin desvíos: “El patriotismo es exactamente lo contrario al nacionalismo. El nacionalismo es su traición”. Ánge-
la Merkel, canciller alemana y compañera del francés en la lucha por salvar la Unión Europea, asentaba con la cabeza.
No es la primera vez que Macron enrostra a Trump las debilidades geopolíticas de su enfoque nacionalista. Ya antes había criticado el América primero del estadounidense o la acelerada manera en que el antiguo aliado se aleja de Europa. Este fin de semana, el francés demostró una vez más que pretende ser el eje de las libertades que Estados Unidos abandona.
Es al mismo tiempo paradójico y desalentador que cien años después de la guerra que inauguró con sangre el siglo XX, el mundo atraviese un incremento de los discursos personalistas y de odio, que los or- ganismos que fueron herederos de los conflictos y pretenden detener nuevos enfrentamientos se vean rebasados por las intenciones aislacionistas y que las fronteras que parecían abrirse ahora pretendan reforzarse.
Con un peso muchísimo menor en lo económico y militar que Estados Unidos, Francia busca mantenerse como una guía, al menos en lo discursivo y lo diplomático, mientras Alemania le hace eco e Inglaterra sigue sumida en un complejo Brexit.
Macron y Merkel insisten en la necesidad de la cabeza fría justo cuando la demagogia acumula aplausos a lo largo del mundo y gana elecciones. Intentan ser un faro entre tanta neblina. Eso mientras la Casa Blanca con el republicano en la oficina insiste en replegarse, al menos durante los dos años que le faltan de mandato. Y que parecerán eternos