MEDELLÍN ESTÁ ENFERMA
Son muchos los problemas psiquiátricos que aquejan a Medellín, situación que se debatió en el mes de octubre en el Concejo de la ciudad. Los corporados pusieron los reflectores sobre este problema para llamar la atención de la Alcaldía, pues no se han invertido “recursos suficientes para investigar la salud mental en la ciudad”, por lo que se desconocen las causas y por eso no se puede buscar una solución efectiva, dicen ellos.
Las alarmas están encendidas por el aumento de prácticas suicidas, el embarazo temprano y el desmedido consumo de drogas y alcohol. En la misma sesión del Concejo se determinó que al equilibrio mental también lo afecta el ruido, los problemas de movilidad, la inestabilidad laboral y las dificultades económicas.
El sistema de salud, a través de las EPS, no tiene suficientes profesionales para atender el inmenso y cada vez mayor número de pacientes. (¿Por qué no hay suficientes? Entre otras, porque para especializarse, un médico tiene que dejar de trabajar, pagar un semestre que puede costar unos 15 millones de pesos, en las privadas, y porque solo reciben 3 ó 4 estudiantes cada año).
Hay que ver la lucha para que Coomeva EPS entregue la medicación: un paciente psiquiátrico tiene que visitar mensualmente 4 lugares, en distintos sitios de la ciudad, para recibirla. Si fuera particular, una consulta cuesta más de $200 mil y la medicación también tiene un altísimo costo. Claro que el problema no es solo de Medellín. La situación violenta que ha vivido el país en los últimos decenios, ha hecho que el asunto esté en estado crítico.
¿Qué hacer? Si el tema ya es un asunto de salud pública, el gobierno local tendrá que prestar atención. El Concejo retoma a “Medellín Cómo Vamos” para decir que el “presupuesto para la salud mental en la capital antioqueña en 2017 disminuyó, pasando del 0.28 por ciento al 0.04 por ciento, cifra que demuestra que no hay dinero suficiente para enfrentar este problema”.
En otras ocasiones se han puesto los reflectores sobre la contaminación del aire, el ruido, la inseguridad, los feminicidios, etc.; ahora hay que volcar la atención sobre este problema que está en aumento, donde el Estado tendrá que desarrollar políticas públicas para atender el problema de base: hay que fortalecer el primer y real entorno protector: la familia