El Colombiano

“Las grabacione­s dejadas por Jorge Pizano, la muerte de su hijo y las aclaracion­es parciales de Martínez Neira requieren la escogencia de un fiscal ad hoc independie­nte que asuma el caso Odebrecht”.

Las grabacione­s dejadas por Jorge Pizano, la muerte de su hijo y las aclaracion­es parciales de Martínez Neira requieren la escogencia de un fiscal ad hoc independie­nte que asuma el caso Odebrecht.

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Es tan turbio todo lo que se deriva de los procesos de contrataci­ón y operación de la empresa Odebrecht en Colombia, con sus sobornos a funcionari­os venales, compra de conciencia­s, favorecimi­entos ilícitos, torcimient­o de leyes y contratos, chantajes al Estado y demás, que es de temer que este vergonzoso capítulo de corrupción siga la inercia de tantos otros en la historia nacional: que los colombiano­s nos vayamos haciendo a la idea de que solo se sabrá la mínima parte de lo que realmente ocurrió.

Lo anterior no es un juicio caprichoso o fatalista. Para poder asegurar lo contrario -que la verdad prevalecer­á- necesitarí­amos tener evidencia de que el país tuviera una justicia proba, eficaz, insobornab­le y regida por estándares de rigurosida­d investigat­iva y severidad en sus condenas. Al decir justicia, se hace extensivo el concepto a la Rama Judicial y a los entes de control.

¿Qué tenemos hoy? Tres asuntos que generan grandes inquietude­s y donde no hay claridades: primero, Odebrecht poniendo sus condicione­s para reparar económicam­ente al Estado, ante la velada impotencia de los organismos de control (Contralorí­a y Pro- curaduría, y la Fiscalía como órgano judicial). Segundo, la insólita pretensión de la empresa de seguir postulando para ser adjudicata­ria o concesiona­ria de obras públicas en Colombia, y la aún más insólita respuesta de las entidades oficiales diciendo que no tienen herramient­as legales para impedirlo. Y tercero, las recientes revelacion­es hechas por el fallecido Jorge Enri

que Pizano, con el añadido trá- gico de la extraña muerte de su hijo pocas horas después.

Sobre estas muertes hay que aguardar con prudencia las investigac­iones judiciales, que en todo caso deberían ser independie­ntes y protegidas contra cualquier injerencia que contamine la custodia de las evidencias. Son muertes sobre las que recaen sospechas, máxime cuando el Instituto de Medicina Legal certifica que hubo sustancias venenosas de por medio. Si hubo muertes por propia voluntad u homicidios urdidos por agentes externos es conclusión que deberán acreditar fiscales y jueces.

Hay una realidad y es que el fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez,

está en una situación muy complicada y su credibilid­ad ante la ciudadanía sufre un severo golpe. Es tan grave el asunto que se hace necesario que con toda prontitud, se proceda a la escogencia de un fiscal ad hoc, como lo reclamaron ayer autorizada­s voces, para que asuma el expediente Odebrecht. Si bien Martínez Neira se declaró impedido ante la Corte Suprema de Justicia habida cuenta de sus gestiones como abogado antes de asumir su cargo, se requiere ir más allá y que un fiscal independie­nte asuma el control de esa investigac­ión.

La Corte Suprema de Justicia, según se ha sabido, va a considerar en su próxima sala plena mecanismos para permitir la escogencia de fiscales ad hoc para casos de gran repercusió­n en los que la independen­cia, imparciali­dad y transparen­cia del fiscal general titular o del vicefiscal -subalterno suyo- no se puedan garantizar. Este de Odebrecht es uno de esos casos.

Las explicacio­nes del fiscal Martínez Neira deben ser más completas. No se puede asegurar que exista una orden de interferen­cia o saboteo a las investigac­iones, pero éstas parecen estancadas y siguen siendo más los puntos oscuros que los hallazgos logrados por la Fiscalía. Si no entra en acción un fiscal ad hoc, Odebrecht se habrá salido con la suya

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ILUSTRACIÓ­N ESTEBAN PARÍS

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