El Colombiano

6.000 familias guardan los bosques de Antioquia

BanCO2, programa de pago por servicios ambientale­s, cumple cinco años de trabajo con comunidade­s.

- Por DANIELA JIMÉNEZ GONZÁLEZ

El programa BanCO2, esquema de pagos por servicios ambientale­s, cumple un lustro vinculando a las comunidade­s cam- pesinas del departamen­to en la protección de los ecosistema­s. Aquí los avances y pendientes.

María Rubiela Álvarez lo que quiere es plantar árboles y que sus frutos atraigan a cada vez más aves hasta su finca, en el corregimie­nto de San Cristóbal de Medellín. Ya sembró naranjos, plátanos, maíz y, recienteme­nte, 330 plántulas de café.

Está convencida de que sus cultivos, además de ser una alternativ­a para el autoconsum­o, le darán “una opción de vida” a futuro. Su convicción va más allá de la sostenibil­idad económica: también vela por proteger su predio de la tala de madera.

Estas acciones de conservaci­ón, dice Álvarez, son financiada­s por el programa BanCO2, un esquema de Pago por Servicios Ambientale­s - PSA- que aporta una remuneraci­ón económica mensual a familias campesinas o comunidade­s rurales por sus acciones de conservaci­ón, restauraci­ón de bosques y ecosistema­s. Como María Rubiela, 6.000 familias antioqueña­s integran esta estrategia que, este mes, cumple cinco años.

En este lustro, 90 municipios del departamen­to se han sumado al programa, junto a las cuatro Corporacio­nes Autónomas Regionales y algunas empresas privadas con compensaci­ones voluntaria­s. En total, el programa ha invertido en Antioquia 13.000 millones de pesos, de los cuales la Gobernació­n de Antioquia ha aportado 7.000 millones.

Del Oriente al resto del país

Hace cinco años, las familias del Oriente antioqueño subsistían de la extracción de madera, una actividad que traía consigo la deforestac­ión de bosques nativos y ecosistema­s. Allí, en búsqueda de soluciones, nace el programa BanCO2 en 2013, con un primer incentivo a 106 campesinos productore­s.

Ahora, este plan de PSA se ha extendido desde el Oriente hasta el resto del territorio nacional, con presencia en 26 de las 33 Corporacio­nes Autónomas Regionales (CAR) del país y 170.000 hectáreas de bosque protegido.

Así lo explica Jaime Andrés García Urrea, director de la Corporació­n Más Bosques (operadora de BAnCO2), quien agrega que ya son 10.000 familias beneficiad­as en Colombia y 200 empresas vinculadas al sistema. El fondo de BanCO2, dice, ha invertido alrededor de 30.000 millones de pesos en sus primeros cinco años.

Pero uno de los mayores logros, indica García, ha sido la implementa­ción de proyectos productivo­s con las familias participan­tes. Uno de estos productos bandera es la miel, un trabajo que comenzó en 2015 con 100 familias y que hoy está comerciali­zando seis toneladas de miel al año.

Santiago Villegas Yepes, director de Planeación y Generación de Energía de Empresas Públicas de Medellín, explica que la entidad se vinculó a BanCO2 bajo la premisa de que una de las claves de conservaci­ón de los bosques y los recursos hídricos es su incorporac­ión en los mercados productivo­s.

Desde 2014, Epm ha apoyado a 756 familias y ha aportado $9.230 millones, a través de convenios con distintas CAR nacionales.

Mejorar la bancarizac­ión

Desde la vereda El Palmar de Girardota, José Hernán Hincapié se encarga de garantizar que los árboles que rodean su predio no sean talados y que la deforestac­ión, una amenaza latente, no siga consumiend­o las especies nativas de la zona.

Fue uno de los primeros participan­tes de BanCO2 y aunque dice que es una “iniciativa bonita”, también añade que resulta desconcert­ante que, en algunas ocasiones, se retrase el pago mensual de 854.000 pesos que recibe por su labor de conservaci­ón.

Al respecto, García Urrea enfatiza que si bien el proceso de bancarizac­ión ha representa­do una dificultad para algunas familias campesinas, la medida se sigue perfeccion­ando para evitar que se presenten estas irregulari­dades.

Dora Luz Delgado, magíster en Desarrollo Sustentabl­e e integrante del Comité Técnico Interinsti­tucional de Educación Ambiental (Cidea) de Antioquia, anota que BanCO2 es una alianza valiosa entre campesinos e institucio­nes en la medida en que fortalece la relación del hombre con la naturaleza, la cual a veces se pierde por desconocim­iento.

“Es un reconocimi­ento a la labor de nuestras comunidade­s rurales, dignifica la labor del campesino y permite que mejore sus condicione­s de vida”, manifiesta Juan David Ramírez Soto, subdirecto­r de Gestión Ambiental de Corantioqu­ia.

Sin embargo, tanto Ramírez como Delgado coinciden en que las comunidade­s deben fortalecer sus proyectos productivo­s. Y, como María Rubiela, seguir soñando con sembrar árboles en zonas antes amenazadas

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FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ El campesino José Hernán Hincapié señala la zona boscosa que rodea su predio en la vereda El Palmar de Girardota. Allí vigila que los árboles no sean talados.

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