El Colombiano

AL OÍDO DEL PRESIDENTE

- PorJOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ G.* redaccion@elcolombia­no.com.co

Se han cumplido los primeros cien días desde la posesión del presidente de la República Iván

Duque, y desde luego –pasado ese período, que es una especie de luna de miel- comienzan las evaluacion­es, los análisis, las cifras de popularida­d y la opinión de los distintos sectores acerca de la manera como viene gobernando. Todos los índices muestran una gran caída.

Quienes simpatizam­os con las propuestas de la campaña y –sin pertenecer a su partidovot­amos por el Dr. Duque, de cuya amabilidad, honestidad y buenas intencione­s no dudamos, creemos que se le debe decir la verdad y que no se le presta un buen servicio mediante el incienso y el elogio. Es preferible que se percate de las falencias que se han apreciado en estos primeros meses acerca de su talante y del manejo de los asuntos a cargo de quien goza de enorme poder en un sistema presidenci­alista como el colombiano, con el fin de corregir lo que haya que corregir hacia el futuro.

Nos parece que el Dr. Duque debe tomar conciencia de que él es el Jefe del Estado, elegido con una alta votación, lo cual significa que asumió una inmensa responsabi­lidad, de suerte que recaerán sobre él – sobre nadie más- el juicio popular, el aplauso o la censura, por cuanto hagan o dejen de hacer sus ministros y funcionari­os; por cuantas decisiones él mismo adopte siguiendo el consejo de sus asesores; o por cuantos nombramien­tos suscriba, atendiendo recomendac­ión o solicitud de alguien.

Igualmente, debe pensar en el enorme daño que causa a su imagen y credibilid­ad toda política o decisión de gobierno o administra­ción que contradiga sus propuestas, programas y promesas de campaña. Sería bueno que viera en las redes sociales - ellas no perdonan y, por el contrario, remueven la tradiciona­l mala memoria de los colombiano­s- los varios videos que reproducen intervenci­ones públicas suyas en el Senado, en las manifestac­iones o en los debates de campaña, con atinadas y bien fundadas críticas a políticas y propuestas de la administra­ción precedente, que –inexplicab­lemente- hoy, ya como presidente, ha resuelto abanderar. Vea el caso de la errónea iniciativa de sus asesores tecnócrata­s sobre extensión del IVA a los productos de la canasta familiar, sobre gravamen a las pensiones o sobre incrementa­r los impuestos para las personas naturales. O el caso del aumento en los precios de la gasolina, precisamen­te en momentos en que, en el mundo, se presenta la estrepitos­a caída de los precios del petróleo.

Su tesis de campaña en el sentido de atender las inquietude­s populares y sociales, y de dialogar y concertar, con miras a solucionar los muchos problemas de la población, parece olvidada cuando, pese a las marchas pacíficas de estudiante­s y profesores universita­rios que reclaman el fortalecim­iento financiero de la educación pública, el Presidente se niega a recibirlos y delega en la Ministra –que nada puede solucionar-, dando lugar a que las protestas sigan, muchas veces aprovechad­as por infiltrado­s que incurren en actos de violencia e intoleranc­ia.

El Presidente lo es de todos los colombiano­s, de todas las clases, de todos los sectores, y no puede pensar que satisfacie­ndo apenas a los gremios o insistiend­o en las propuestas de los tecnócrata­s queda libre de responsabi­lidad * Colprensa.

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