El Colombiano

Vale mucha plata sacar el Ara San Juan del fondo del mar

El mediador de la ONU para Yemen anunció que apoyará un diálogo para acabar con la guerra civil que ha dejado 10 mil muertos. Expertos señalan que lograrlo no es fácil.

- Por JULIANA GIL GUTIÉRREZ

Yemen es un país que nadie mira, un conflicto que nadie observa, salvo cuando hay un incremento muy grande del numero de combates o de muertes”. Este es el relato de Agustín Galli, sociólogo y coordinado­r de campo de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Yemen, quien está en la ciudad de Hajjah hace tres meses. El país está inmerso en una guerra civil desde 2015 y noviembre ha sido uno de esos momentos en los que la violencia aumentó: tan solo durante las dos primeras semanas del mes, al menos 600 personas falleciero­n en medio de los combates entre la coalición del gobierno –respaldada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes)– y los rebeldes, quienes tienen el apoyo de Irán.

Para Galli el país tiene necesidade­s a todo nivel: el sistema de salud está mal, la población vive en una situación de pobreza, según la ONU 14 millones de personas están en riesgo de hambruna y el rial yemení perdió más de dos tercios de su valor con relación al dólar. Es tal la crisis que el pasado viernes, el mediador de la ONU para Yemen, Martin Griffiths, anunció durante el Consejo de Seguridad de este organismo su intención de realizar unos diálogos de paz. “Este es un momento crucial”, aseguró Griffiths.

Sin embargo, encontrar el fin del conflicto no es una tarea fácil. El sociólogo Galli explica que el país vive “una guerra civil de largo plazo. Estamos hablando de grupos absolutame­nte dispares, un conflicto interno y un escenario de guerra entre Arabia Saudí – aliado histórico de Estados

Unidos– e Irán por el control de Medio Oriente. Es un round más entre las potencias”.

Civiles, las víctimas

“En la guerra no hay piedad. Lo devora todo a su paso”, contó a AFP Amin Mohamed, un habitante de Saná, capital del país. Su testimonio demuestra que a principios de este mes la situación era crítica. Frederic

Bertrand, coordinado­r general de MSF en Yemen, aseguró desde Al Hudayda que todos los días escuchaban el sonido de bombardeos aéreos intensos y de disparos en la ciudad.

La población clama por un respiro del conflicto. “Estamos exhaustos de la guerra, la sangre y las matanzas”, señaló Hasán Abdel Kareem, un conductor de bus de 39 años preo-

cupado por el futuro de sus hijos, quienes están creciendo en medio de la crisis. Entonces, mientras la sociedad civil pide bajar las armas y organizaci­ones como MSF buscan atender las necesidade­s de la población yemení, actores internacio­nales comienzan a hablar de paz. Lograrla dependerá de los países inmersos en la guerra, ¿lo permitirán?

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