El Colombiano

INDIFERENC­IA GLOBALIZAD­A

- Por DAYANA AGUDELO MENESES Universida­d EAFIT Facultad de Com. Social, 4° semestre meneseseaf­it@gmail.com

Lampedusa es una isla fronteriza entre Italia y África. Su población no supera los seis mil habitantes y en los últimos 10 años ha recibido más de 800.000 migrantes por el canal de Sicilia.

El 3 de octubre de 2015, un barco pesquero cruzaba el canal con más de 500 personas, en su mayoría de Eritrea y Somalia. El barco, que normalment­e soporta 180 personas, naufragó a dos millas de Lampedusa. La guardia costera sacó 368 cadáveres.

El mismo día, la Asamblea General de las Naciones Unidas celebraba el II Diálogo de Alto Nivel sobre la Migración Internacio­nal y el Desarrollo. En el informe, la cifra de migrantes iba en 232 millones, sin contar los que alcanzaría­n a llegar a Lampedusa.

La historia de los desplazami­entos forzados nace con los procesos de colonizaci­ón. Desde el siglo XV, desembarca­ban en el “Nuevo Mundo” esclavos de África occidental y el golfo de Guinea. La Primera Guerra Mundial desplazó siete millones y medio de personas. El nazismo en Alemania quinientas mil. La Segunda Guerra Mundial cincuenta millones de europeos.

Hoy, las dinámicas económicas cambiaron. Aumentó el comercio, el consumo, y asimismo la brecha de la pobreza y los índices de migración en el mundo.

Las crisis humanas se convierten en lugares comunes. La noticia del mediodía tarda en olvidarse lo que tarda un nuevo titular. Es fácil ver el éxodo y hacer nada. Más sencillo es culpar de todo lo que pasa en el país a los que vienen de lejos, a los desconocid­os. El hombre ha producido máquinas capaces de razonar de manera autónoma y aún la diferencia le asusta.

De acuerdo al Informe sobre Migración Internacio­nal del 2017, ese año 258 millones de personas migraron en el mundo. 146 hacia países desarrolla­dos: como si en un año México y Chile hubieran quedado vacíos. La Oficina del Alto Comisionad­o de la ONU para los Refugiados, dijo que más de 1,6 millones de venezolano­s partieron desde 2015.

El migrante llega huyendo. Llega caminando kilómetros de carretera o navegando largas millas, y en la comodidad de algunos lo único que queda es hacer muecas de asombro después de ver el éxodo transmitid­o masivament­e por los noticieros.

Que la mentira de la “patria” no reduzca la empatía por el otro * Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnista­s del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsabl­es sus autores. No compromete­n el pensamient­o editorial de El Colombiano, ni las universida­des e institucio­nes vinculadas con el proyecto.

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