El Colombiano

En el Andén Pacífico las reglas las ponen los ilegales

EL COLOMBIANO recorrió con la Defensoría la costa pacífica caucana y nariñense. Registró como los armados acorralan a los pobladores.

- Por JAVIER ALEXANDER MACÍAS Fotos MANUEL SALDARRIAG­A Enviados especiales, Nariño

En los 58 años que lleva Joaquina Guzmán arrancándo­le el oro al río Micay, nunca le había dolido parte alguna de su cuerpo menudo y ya arrugado, pese a que se levanta a las 4:30 de la madrugada y agita la batea hasta las 12 del mediodía para quedarse con las pepitas amarillas que terminan en el fondo de su platón.

Hace dos meses sintió que el corazón se le desprendía y se quedaba sin fuerzas para ir a sacar el oro del río, cuando hasta su casa, ubicada en el corregimie­nto San Antonio, zona rural de López de Micay, en el Cauca, hombres armados que se identifica­ron como disidentes de las Farc llegaron para llevarse a su hijo.

“Lo corretiaro­n dos semanas, primero en el Colegio y luego en el parque”, cuenta misiá Joaquina, como es conocida en su pueblo, un municipio que ostenta el título del más lluvioso de Colombia, donde en un año pueden caer hasta 13.000 milímetros de agua según datos del Ideam, e inundar las calles, algunas polpolvori­entas y otras tapizadas de adoquines que dan un aire colonial.

Por eso es común ver dos tanques gigantes en cada una de las casas de esta localidad caucana. Allí recogen el agua para bañarse, hacer aseo y cocinar. En uno de esos tanques abordaron al hijo de Joaquina los hombres armados, cuando se disponía a lavar el colosal recipiente plástico. “Le dijeron que si no se iba, venían por él”, cuenta, mientras enjuga sus lágrimas.

Es la tercera vez, en 11 meses, que los grupos ilegales quieren llevarse “al monte” al hijo de Joaquina, y es la tercera vez que lo envía a otra ciudad para evitar que termine enrolado. “Y esa lejura es lo que más triste me pone”, dice misiá Joaquina.

¿Por qué los quieren?

El reclutamie­nto de menores de edad es una práctica que, desde la salida de las Farc del denominado Andén Pacífico, que incluye a los municipios López de Micay, Timbiquí y Guapi en Cauca, y Tumaco en Nariño, ha tomado auge no solo por las disidencia­s de las Farc, sino por los grupos que buscan quedarse con las rutas del narcotráfi­co y la coca.

Es por esto que las Guerrillas Unidas del Pacífico, el Clan del Golfo y el Eln, ven en los menores de edad los actores perfectos para desarrolla­r las tareas en los centros urbanos, como relata uno de los líderes de Guapi, que, como todos los habitantes de este corredor de la costa Pacífica caucana, piden reserva del nombre, pues darlo a conocer es ponerse una bala en el pecho y una lápida en el cementerio.

“Usted puede ver a muchos niños en las calles. Ellos son usados como carritos, o los obligan a llevar las drogas que se venden en los centros urbanos. A los más grandes les enseñan a manejar armas y los engolosina­n con 600 mil pesos para llevar cosas a sus casas”, relata el líder comunal. Pero el problema no es solo de este municipio que vive de la pesca, la coca y la minería.

El alcalde de Guapi, Danny Eudoxio Prada Granja, cuenta que los menores de edad en su municipio sí son vulnerable­s a estas agrupacion­es ilegales, caso contrario ocurrió con el de López de Micay, Wilder Riascos, quien expresó desconocer esas denuncias.

A 133 kilómetros de Guapi, en Tumaco, está el barrio El Morrito. Para llegar a él se debe pasar por un basurero en el que se ven a las mujeres recoger lo que botan los pescadores. Como si fuera una fila de hormigas, se ven las cabezas de las negras cubiertas con grandes sombreros caminar entre las montañas de deshechos buscando sustento.

Justo a la entrada, donde este suburbio limita con una de las bases militares, en una curva cerrada por un camino de piedras resbaladiz­as, ocho jóvenes juegan sentados sobre sus motos. Vigilan cada paso que se da, y quien entra y sale del territorio en disputa entre las disidencia­s al mando de alias “Guacho” y los carteles mexicanos que se lucran del narcotráfi­co.

“Ellos están usando a los niños de 13 y 14 años y les pagan para que sean campaneros”, cuenta Albeiro, un líder social tumaqueño quien también denuncia el aumento de prostituci­ón infantil “en la que se están llenando de plata mafias muy poderosas que están acá en Tumaco”.

“Hemos lanzado las alertas tempranas para que se solucione esta problemáti­ca. El gobierno debe atender”. CARLOS ALFONSO NEGRET Defensor del Pueblo

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1. Buenaventu­ra. Esta ciudad es de las más afectadas por el accionar de las bandas criminales. Hace dos años, la Defensoría denunció casas de pique en esta zona. 2. Iscuandé. El barrio de los desplazado­s (foto) es de los más afectados por la presencia de grupos ilegales. 3. Aunque la Fuerza Pública hace presencia en el río Naya, no es suficiente. 2
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