SOBRE LOS NIÑOS DESAPARECIDOS
Katia también trabaja con los niños desaparecidos. Afirma que “aquí en Colombia hay mecanismos que se enfocan en la desaparición asociada al conflicto armado. Pero todavía hay una necesidad de afinar los procedimientos. Un niño que desaparece está en riesgo de vulnerabilidad. Si está por fuera de su entorno protector tiene riesgo de caer en la explotación sexual, o ser víctima o victimario en otros delitos. Hay que tener una respuesta rápida y efectiva, hoy Colombia la tiene, pero aún hay espacio para acortar los tiempos, porque en cuanto más rápido se recupere un niño es menor la posibilidad de que se le vulneren sus derechos”.
la comunicación, involucrarse más en la vida del niño, saber más de sus gustos y deseos. En las escuelas hay que insistir en la creación de políticas de prevención, pero de la mano de una política de protección infantil. Hoy se actúa de forma reactiva y debemos ir atrás para que no ocurra. Trabajar más en la prevención, que los papás cuando vayan a matricular a sus niños indaguen sobre cómo está la escuela en este tipo de políticas”.
¿Cómo no revictimizar a los niños en el proceso?
“Primero no cuestionarlo. Ese proceso de entrevistas que les hacen para conocer los detalles del caso deben ser manejadas con toda la cautela. Hay muchos procedimientos que no se están aplicando de forma debida en las entidades responsables de recibir la denuncia y prestar la atención inicial al niño. Los medios de comunicación no deberían publicar datos y detalles específicos de la historia cuando de esa forma se pueda identificar al niño. Se puede visibilizar el caso, que la gente sepa qué hacer, conocer los riesgos, pero sin vulnerar al niño”.
Hay una naturalización de este delito. En muchos casos se permite por situacio- nes económicas, por hacinamiento, por cultura y por miedo… ¿cómo enfrentarlo teniendo en cuenta las condiciones sociales de nuestros países? ¿cómo romper ese círculo?
“Con mucho trabajo de sensibilización, de ir un poco más allá, y no atribuir la responsabilidad solo a la familia. Como ciudadanos tenemos la obligación de hacer las denuncias. Es un trabajo de muchos años, con campañas, de enseñar cómo tratar estos casos, cuándo se presentan, pero también del rol que cumplimos al denunciar. En Brasil, por ejemplo, estaba muy naturalizada la explotación sexual de los niños, a nadie parecía importarle, no había la intención de pararla. Se creó una línea de denuncia on line y con esto se empezó a incrementar la denuncia, acompañado de un trabajo constructivo, que no de alarma, pero que indica cómo actuar. Las personas comenzaron a indignarse y hablar. Necesitamos visibilizar el tema, es un asunto duro, nadie quiere hablar ni escuchar, pero no podemos claudicar”.
Y está, además, el otro tema, el de la vergüenza que sienten algunas familias, sobre todo en los estratos altos, de hablar de abuso...
“Lamentablemente el abuso sexual es muy democrático. Afecta tanto a pobres como a ricos. Ataca a todos. Y muchas veces, en las escuelas tampoco quieren que se sepa que sus maestros son abusadores, entonces lo que hacen es trasladar al maestro, que luego se va a otra institución a seguir abusando, cuando la obligación es denunciar. Lo mismo ocurre con casos de sacerdotes. Por eso la necesidad de sensibilizar de una manera general, con foros, campañas, que la gente sepa qué hacer”.
Y qué decir del miedo que sentimos los padres por el uso de las tecnologías y el riesgo para los niños en abuso y explotación sexual comercial…
“Hay muchos estudios que determinan a qué edad deben usar las pantallas los niños y la realidad es que están llegando a ellas cada vez a más temprana edad. La recomendación es que su uso se haga siempre bajo la supervisión del adulto. Hay formas de crear perfiles específicos para los niños, pero quién determina qué es lo adecuado o no para cada niño. Siempre hay que vigilar, porque los filtros que se crean son vulnerados por hackeadores que ponen otros contenidos. Esto pasa porque a los abusadores les interesa que los niños vean como normal ciertas imágenes de sexo y lo hacen a través de videos y situaciones chistosas, para cuando el pedófilo les pida que hagan algo, lo vean como algo natural y confiable”