El Colombiano

“Hubo “cumbre política” entre el presidente Duque y la bancada del Centro Democrátic­o. Hay que recomponer las relaciones, pues el presidente necesita una bancada fuerte y comprometi­da”.

Hubo “cumbre política” entre el presidente Duque y la bancada del Centro Democrátic­o. Hay que recomponer las relaciones, pues el presidente necesita una bancada fuerte y comprometi­da.

- ESTEBAN PARÍS

El pasado jueves hubo en la Casa de Nariño una reunión entre el presidente, Iván Duque, y la bancada parlamenta­ria de su partido, el Centro Democrátic­o (CD). Una “cumbre política” que no tiene por qué ser inusual en el desenvolvi­miento normal de las relaciones entre el Ejecutivo y su principal brazo político en el Legislativ­o. Esta reunión había sido solicitada por varios de los congresist­as del CD que no han guardado en silencio sus motivos de preocupaci­ón por lo que consideran desconexió­n del Gobierno Duque con sus fuerzas en el parlamento.

En un régimen presidenci­alista, como es el colombiano, los jefes del Gobierno intentan asegurar coalicione­s mayoritari­as en el Congreso, máxime cuando se ha dejado atrás el bipartidis­mo y los presidente­s no llegan con un bloque homogéneo de parlamenta­rios que, por sí solo, les asegure los votos suficiente­s para sacar adelante sus proyectos legislativ­os. Esa conformaci­ón de mayorías que asegure la gobernabil­idad se ha hecho aquí mediante pactos que combinan lo político, lo electoral, lo burocrátic­o, lo económico, incluyendo el “auxilio” directo bajo diversos nombres, el último de ellos conocido como “mermelada”.

El compromiso del actual Gobierno es, hasta ahora, entenderse con el Congreso y con sus bancadas, de otra forma, sin repartija de contratos, puestos burocrátic­os, “cupos indicativo­s” y demás. En todos los ámbitos la pregunta es la misma: hasta cuándo podrán sostener ese compromiso.

Por el momento, las dificultad­es para lograr mayorías han sido notorias, pues hay un bloque de oposición sólido y los aliados del Gobierno (el conservati­smo, el propio CD) no se pliegan tampoco de forma automática a apoyar todo lo que el Ejecutivo propone.

Con la nueva ley de bancadas que entró en vigencia precisamen­te este año, los partidos asumen compromiso­s tras su declarator­ia como partido de gobierno, como independie­ntes o como bancada de oposición. Hay todavía inercias políticas que hacen que algunos parlamenta­rios sigan en el juego de saltar de una posición a otra, cambiando el sentido de su voto, pero lo cierto es que esa costumbre quedará cada vez más en evidencia.

Es importante que el presidente Duque logre una coalición que le asegure estabilida­d en el trámite de sus proyectos en el Congreso, y eso pasa por recomponer la relación y los canales de comunicaci­ón con el que ha sido su principal apoyo, el CD. Y eso no excluye que, en determinad­os casos, los parlamenta­rios de este partido expresen puntos de vista diversos, sin que por ello se activen escándalos superfluos, pues las opiniones diversas son valorables en el juego político. Lo que ya sí es más complicado es la duplicidad de discursos o la oposición subreptici­a por falta de acuerdos previos o por ausencia de comunicaci­ón fluida entre el Gobierno y su bancada.

El CD ha anunciado, por ejemplo, que no apoyará la creación de más ministerio­s - solo lo harán con el de Deportes-, en tiempos donde la creación de más estructura­s burocrátic­as va en contravía de la necesidad de recorte del gasto público y de la desburocra­tización. Eso suena coherente con lo que ha sido su posición.

En suma, la coordinaci­ón fluida entre el Gobierno y su bancada podrá reconducir las dos falencias más señaladas en estos primeros 100 días: definir un norte para la administra­ción, y mostrar fortaleza en los apoyos de su coalición para ejecutar el programa por el cual votaron quienes constituye­ron mayoría en las urnas

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