“Hubo “cumbre política” entre el presidente Duque y la bancada del Centro Democrático. Hay que recomponer las relaciones, pues el presidente necesita una bancada fuerte y comprometida”.
Hubo “cumbre política” entre el presidente Duque y la bancada del Centro Democrático. Hay que recomponer las relaciones, pues el presidente necesita una bancada fuerte y comprometida.
El pasado jueves hubo en la Casa de Nariño una reunión entre el presidente, Iván Duque, y la bancada parlamentaria de su partido, el Centro Democrático (CD). Una “cumbre política” que no tiene por qué ser inusual en el desenvolvimiento normal de las relaciones entre el Ejecutivo y su principal brazo político en el Legislativo. Esta reunión había sido solicitada por varios de los congresistas del CD que no han guardado en silencio sus motivos de preocupación por lo que consideran desconexión del Gobierno Duque con sus fuerzas en el parlamento.
En un régimen presidencialista, como es el colombiano, los jefes del Gobierno intentan asegurar coaliciones mayoritarias en el Congreso, máxime cuando se ha dejado atrás el bipartidismo y los presidentes no llegan con un bloque homogéneo de parlamentarios que, por sí solo, les asegure los votos suficientes para sacar adelante sus proyectos legislativos. Esa conformación de mayorías que asegure la gobernabilidad se ha hecho aquí mediante pactos que combinan lo político, lo electoral, lo burocrático, lo económico, incluyendo el “auxilio” directo bajo diversos nombres, el último de ellos conocido como “mermelada”.
El compromiso del actual Gobierno es, hasta ahora, entenderse con el Congreso y con sus bancadas, de otra forma, sin repartija de contratos, puestos burocráticos, “cupos indicativos” y demás. En todos los ámbitos la pregunta es la misma: hasta cuándo podrán sostener ese compromiso.
Por el momento, las dificultades para lograr mayorías han sido notorias, pues hay un bloque de oposición sólido y los aliados del Gobierno (el conservatismo, el propio CD) no se pliegan tampoco de forma automática a apoyar todo lo que el Ejecutivo propone.
Con la nueva ley de bancadas que entró en vigencia precisamente este año, los partidos asumen compromisos tras su declaratoria como partido de gobierno, como independientes o como bancada de oposición. Hay todavía inercias políticas que hacen que algunos parlamentarios sigan en el juego de saltar de una posición a otra, cambiando el sentido de su voto, pero lo cierto es que esa costumbre quedará cada vez más en evidencia.
Es importante que el presidente Duque logre una coalición que le asegure estabilidad en el trámite de sus proyectos en el Congreso, y eso pasa por recomponer la relación y los canales de comunicación con el que ha sido su principal apoyo, el CD. Y eso no excluye que, en determinados casos, los parlamentarios de este partido expresen puntos de vista diversos, sin que por ello se activen escándalos superfluos, pues las opiniones diversas son valorables en el juego político. Lo que ya sí es más complicado es la duplicidad de discursos o la oposición subrepticia por falta de acuerdos previos o por ausencia de comunicación fluida entre el Gobierno y su bancada.
El CD ha anunciado, por ejemplo, que no apoyará la creación de más ministerios - solo lo harán con el de Deportes-, en tiempos donde la creación de más estructuras burocráticas va en contravía de la necesidad de recorte del gasto público y de la desburocratización. Eso suena coherente con lo que ha sido su posición.
En suma, la coordinación fluida entre el Gobierno y su bancada podrá reconducir las dos falencias más señaladas en estos primeros 100 días: definir un norte para la administración, y mostrar fortaleza en los apoyos de su coalición para ejecutar el programa por el cual votaron quienes constituyeron mayoría en las urnas