PENSAMIENTOS DE UN VIEJO
Nosotros aprendimos honradez de los viejos y ahora los jóvenes mandatarios tratan de pagar las deudas anteriores del país, mancilladas por narcotráfico y violencia, con las pensiones de los viejos.
Don Gúmer salió ese día muy temprano a darle vuelta a su parcela a la orilla del río Aurra. No encontró el gallo cocotero, rey del corral, al que ya le había extrañado su canto matutino y pensó que se había enfermado. Revisó sus gallinas, su maizal y sus otros sembrados. Todo bien, menos el gallo.
A la media mañana, don Gúmer miró hacia el cielo y vio un humo negro saliendo de la chimenea del rancho de Majute, su vecino. Su malicia criolla y su experiencia lo hicieron pensar.
--Apuesto a que mi gallo va a ser el almuerzo de Majute y su familia.
El viejo se fue a casa de su vecino y se sentó a conversar. En eso era un sabio. Hablaron de todo, hasta que lo invitaron a almorzar.
--Don Gúmer, lo invitamos a comer un pollito que trajo la nuera. Dijo la vieja.
--Gracias doña, desde el olor me estaba “saboriando”, dijo Gúmer pensando en su gallo. Al menos la rabadilla me toca.
De tanto hablar con los viejos en mi infancia y en mi juventud, me fui enseñando a pensar como viejo. Mis abuelos y mis tíos, Tamayo y Gaviria, don Gumersindo Díaz, Jesús y Sema Jaramillo, me contaban muchas historias, sin pretensiones de sabios, pero yo trataba de asimilar todo lo que podía. Mis profesores; los de Sopetrán, los padres Eudistas y luego los Jesuitas fueron definitivos. Después vinieron las montañas de Sopetrán y Urabá, que fueron también mis maestras.
Aprendí que “del árbol caí- do, todo el mundo hace leña”. Nosotros aprendimos honradez de los viejos y ahora los jóvenes mandatarios tratan de pagar las deudas anteriores del país, mancilladas por narcotráfico y violencia, con las pensiones de los viejos. ¡Qué ironía!
Llegaron la universidad, la academia, la docencia, la experiencia, el parlamento, todo en esta vida es un continuo aprender. Y seguimos aprendiendo, después de haber cumplido todas estas etapas y pasar por muchas experiencias, lo que hemos padecido solo sirve para que nuestros esfuerzos de lograr una pensión, sirva para cubrir los errores de los corruptos y los violentos.
Una de las obras de Alejandro Dumas que más éxito tuvo, fue: “La questión d’Argent”, en cuyo acto segundo escena VII, se encuentra la siguiente frase:
“¿Los negocios? Nada más sencillo, son el dinero de los demás”. Acomodamos, “¿el presupuesto nacional? Son los impuestos de los pobres y las pensiones de los viejos”.
Y mientras el gobierno nos esculca los bolsillos, los estudiantes infiltrados por la izquierda, destruyen las ciudades, buscando financiación para la universidad pública, atacan y queman policías. ¿Hasta cuándo Petro?
Ñapa: Nos reconforta saber que tenemos excelentes parlamentarios en el Congreso. Destacamos las maravillosas intervenciones de los senadores Paola Holguín y Carlos Felipe Mejía, desenmascarando a los senadores exguerrilleros, incluyendo a Gustavo Petro, que ahora se las dan de moralistas. Y a los senadores Juan Diego Gómez y varios que han defendido la estabilidad de los pensionados