QUE LA ALBORADA NOS UNA Y NOS HAGA MÁS HERMANOS
Más allá de la eterna discusión de si en la alborada se debe quemar pólvora o no, por qué mejor no nos concentramos en recibir la temporada navideña, el adviento, en medio de la unión y la reconciliación.
Qué tal si como antaño, nos unimos por cuadras y celebramos una noche de integración, de compartir fraterno con nuestros vecinos, con quienes a veces apenas sí cruzamos un saludo, y recibimos diciembre en medio de villancicos, luces, buñuelos y natilla.
Esta sería una bella forma de retornar a aquellas épocas cuando entre vecinos se intercambiaban viandas de toda clase, se estrechaban lazos de amistad y hermandad y se renovaban sentimientos solida- ridad con quienes pasaban por momentos difíciles.
Que el estruendo de la pólvora lo remplacemos por la sonoridad de las sonrisas, los abrazos, las felicitaciones, pues esta es la mejor forma de dar la bienvenida a lo que llega a nuestros hoga- res, en este caso la Navidad y con ella la esperanza de un diciembre sin quemados, heridos o altercados producidos por el consumo exagerado de licor.
Que la paz, la fe y el amor hagan su entrada triunfal en estas navidades