Macron no sintoniza con su país
Mientras en el extranjero se ve al presidente francés como un líder global en la lucha contra el cambio climático, en Francia las protestas en su contra no dejan de crecer. ¿Qué pasa?
Protestas contra un alza del combustible acorralan al presidente francés.
Antes de dar el primer paso en París ayer, a su regreso de la cumbre del G20, el presidente de Francia Emmanuel Macron era el faro moral del mundo en la lucha contra el cambio climático, pero una vez en tierra se convirtió de nuevo en el presidente de un país sumido en protestas contra el alza a los precios del combustible, las cuales ya llevan 3 semanas y este sábado dejaron 263 heridos, 682 detenidos en toda Francia y una París incendiada.
La impopular medida del gobierno francés implica la subida de 3,9 céntimos de euro por litro de gasolina a partir de 2019, como una forma de desincentivar el uso de combustible de cara al medio ambiente.
La tormenta interna
La afectación de este incremento en la clase media de Francia fue el detonante del movimiento que ha liderado las manifestaciones, los “chalecos amarillos”, en referencia a las prendas reflectivas de seguridad vial. Según la encuesta de Odoxa Densu de la última semana, el 84 % de los franceses consideran que las protestas son justificadas.
El profesor de relaciones internacionales de la Universidad Externado Rafael Piñeros señala que, “más allá de lo que muestra afuera, a nivel interno la población ve a Macron como un líder tecnócrata y elitista que no brinda soluciones a los más pobres para adquirir vehículos menos contaminantes y, además, aumenta el precio de los combustibles”.
Se trata de la mayor crisis política del mandatario francés desde que asumió el cargo en 2017, la cual está siendo aprovechada por sus opositores. Tanto Marine Le Pen, presidenta del partido de ultraderecha Agrupación Nacional, como Jean-Luc Mélechon, de la izquierdista Francia Insumisa, solicitaron la disolución del Parlamento, la instauración de una representación proporcional e instaron al presidente a que desista en sus medidas.
Macron por su parte parece inflexible en su postura. Ha dicho que está abierto a las críticas, pero que rechaza la violencia. Sus palabras, valoradas en el plano internacional, son desoídas por una parte de la población francesa que clama: “Macron, dimisión”