ENVÍE JUECES A LA FRONTERA, NO TROPAS
Tratar de detener a inmigrantes como lo está haciendo la administración de Trump - unilateralmente, en la frontera y con tropas y gases lacrimógenos- es señal de sólo una cosa: fracaso.
De hecho, la respuesta de la administración a la caravana de migrantes de Centroamérica que llegó recientemente a la frontera con México destaca mucho de lo que está fallando con la política esta-
dounidense y la política de inmigración hoy.
Estos migrantes, independientemente de sus razones para venir, están siendo explotados y victimizados en ambos extremos de su viaje: en casa por pandillas callejeras, traficantes de personas y las principales organizaciones criminales, y en los Estados Unidos por políticos que buscan ganancias políticas.
Dada la situación en la frontera, hay necesidad urgente de aplicar soluciones prácticas a los retos de inmigración con la meta clara de establecer inmigración segura, organizada y legal.
Esto significa que Estados Unidos tiene que permanecer fiel a sus intereses nacionales, historia, valores y obligaciones legales en cuanto a la manera en que maneja a las personas en busca de asilo. Eso no significa dejar entrar a todos los solicitantes. Inmigrantes económicos no clasifican para asilo; deberían entender que, para ellos, el peligroso viaje hacia el norte finalmente será infructuoso.
Pero ser escrupulosamente selectivos con respecto a las solicitudes de asilo no significa que debamos lanzar gas la-
crimógeno a las familias en la frontera, desplegando tropas para instalar alambres concertina mientras las cámaras ruedan, ignorando nuestro papel histórico como refugio para los perseguidos o fabricando una crisis con fines políticos.
En cambio, los Estados Unidos y sus socios en la región deben abordar la disfunción gubernamental en Centroamérica que está impulsando a tantas personas desesperadas a embarcarse en viajes increíblemente peligrosos en busca de una vida mejor y más segura.
En el corto plazo, esto significa aumentar radicalmente la capacidad de los Estados Unidos para adjudicar solicitudes de asilo. La lentitud en la tramitación de las solicitudes de asilo y la enorme acumulación de casos en los puertos de entrada solo están aumentando las tensiones en la región. Más jueces y oficiales de Aduanas y Protección Fronteriza, no más tropas, deben enviarse a la frontera para acelerar el procesamiento de reclamos.
Los Estados Unidos también tienen que expandir sus programas de refugiados en el llamado Triángulo del Norte de América Central (El Salvador, Guatemala y Honduras)
para que las personas puedan solicitar el estatus de refugiado mientras se encuentran en sus países de origen.
Los Estados Unidos también deben trabajar con organizaciones internacionales como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y la Organización Internacional para las Migraciones, así como el gobierno mexicano para proporcionar refugio y alimentos a los migrantes en la frontera sur de México. El gobierno mexicano ha dicho que los migrantes centroamericanos en esa área, así como cerca de la frontera entre Estados Unidos y México, pueden solicitar permisos de trabajo mexicanos.
Al mismo tiempo, Estados Unidos debería incrementar su financiación y compromiso con la agencia de refugiados de las Naciones Unidas para rápidamente expandir la habilidad de México para procesar solicitudes de refugio y asilo. Esto sería un gran cambio para la administración Trump, que ha sido reacia a trabajar con muchas organizaciones internacionales y se retiró del Compacto Global para la Migración administrado por las Naciones Unidas
antes de que fuera finalizado.
El trabajo a largo plazo también es esencial para romper los ciclos de anarquía y privaciones económicas que alimentan la migración.
Los Estados Unidos no deben amenazar con recortar la asistencia a los países del Triángulo del Norte, como lo ha hecho el presidente Trump. En su lugar, debería proporcionar asistencia adicional centrada en la creación de empleos y el fortalecimiento de los programas de prevención de pandillas y violencia. Ya existen programas locales efectivos pero de pequeña escala para combatir estos problemas; deberían ampliarse para que su impacto se sienta en toda la región.
El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo que su país desempeña un papel más activo en el desarrollo económico del Triángulo del Norte. Los Estados Unidos deberían aprovechar ese interés en la mayor medida posible.
En lugar de palabras duras y gestos vacíos, es hora de que Estados Unidos proporcione un liderazgo basado tanto en nuestros intereses nacionales como en nuestros valores ■