EL AUTOENGAÑO CONFORMISTA
Sí, claro que Medellín es una ciudad vital, en general hospitalaria, atractiva, interesantísima para cualquier ciudadano del mundo por incontables motivos, pero tapar el sol con la mano para que el problema de la inseguridad deje de ser la gran prioridad y pase al cuarto renglón en importancia, después de la salud, el empleo y la educación, es un error que puede atribuírsele a la tendencia autocomplaciente que hace dudar de la encuesta sobre percepción de la calidad de vida que presentó Medellín cómo vamos hace tres días.
No se trata de retomar la discusión sobre la diferencia en la encuesta entre la percepción y la realidad, ni de ignorar y descalificar la bondad de intención y el esfuerzo denodado, notorio y plausible del Alcalde y sus colaboradores para reducir los índices de inseguridad en todas sus face- tas. Lo evidente es que Medellín es una ciudad insegura. Concluir que no, con base en el sondeo, es contraevidente. Las actuaciones de complejas, agresivas y formidables modalidades de la delincuencia, local, nacional y transnacional, forman la agenda habitual de la gente, el tema constante de conversación, más importante que la atención médica, las oportunidades laborales y la oferta educativa. Sin contar la quinta preocupación, la de los tacos en las calles.
Cuando al señor Alcalde se le ocurrió hace una semana ofrecer a Medellín como posible sede para el partido final de la Copa Libertadores entre River Plate y Boca Junior, me pareció un exabrupto, una imprudencia, un alarde de audacia. ¡Siquiera no le hicieron caso! Nos salvamos de una tensión extrema e innecesaria en estos días. Ni diez mil policías adicionales y una escuadrilla de helicópteros habrían sido garantía de seguridad en semejante confrontación de barras bravas potenciadas. En lo que sí ha tenido toda la razón el Alcalde es en su réplica al célebre señor Petro, quien asocia la inseguridad con una falta imaginaria de universidades y centros educativos: La educación ha sido, en honor a la verdad, el mejor logro de la administra- ción actual. En los sectores conflictivos (donde además operan universidades y numerosos colegios y escuelas) han funcionado, con resultados excelentes, el programa de becarios de Sapiencia para educación superior y la campaña contra la deserción escolar.
Pero que la inseguridad se ha atenuado, no es cierto. La percepción es apenas una suposición, un estimativo, una conjetura, no una realidad incontrovertible. Y esa mezcla de satisfacción, orgullo y optimismo que exhibe la encuesta como actitud de una mayoría enorme de ciudadanos, también es engañosa. Muestra la autocomplacencia que impide afrontar los problemas. Tener sentido crítico no es dejar de querer a Medellín. Es necesario, esencial, para admitir la magnitud de las amenazas y aplicar las decisiones pertinentes y eficaces
La educación ha sido, en honor a la verdad, el mejor logro de la administración actual. Pero que la inseguridad se ha atenuado, no es cierto.
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