El Colombiano

NOSTALGIA BUCÓLICA

- Por FELIPE OSORIO VERGARA Universida­d de Antioquia Facultad de Periodismo, 2° semestre felipeosor­iov@hotmail.com

De acuerdo con la Real Academia de la Lengua, el término “bucólico” se entiende como todo aquello “que evoca de modo idealizado el campo o la vida en el campo”. De este modo, dicho adjetivo puede ser atribuido con precisión a esa nostalgia que muchos antioqueño­s sienten cuando, por ejemplo, recuerdan su vida rural o escarban entre los recuerdos de la finca de los abuelos.

Actualment­e, el 78,2 % de la población antioqueña reside en las cabeceras municipale­s, sin embargo, el afecto por el campo sigue latente, incluso en citadinos de nacimiento, y lleva a que uno de los sueños de muchos sea comprar una “tierrita” para jardinear, descansar o simplement­e desconecta­rse un fin de semana del ajetreo de la ciudad.

En la gran mayoría de las familias antioqueña­s se cuentan historias que van desde el bisabuelo que se fue en mula para el Quindío, pasando por la abuela a la que espantaban los duendes en la finca, hasta llegar a relatos de la gigantesca hacienda que tuvo uno u otro de los ancestros pero que por descuido perdió. Innumerabl­es son las historias, pero lo que tienen en común es que casi todas ellas echaron raíces en una Antioquia que se gestó en torno a una vida campesina amenizada al son de bambucos y carrileras.

Como muestra de esa conexión con el campo, surge la popular tradición de “puebliar” durante los puentes festivos, pero tal vez lo que más demuestra que aún se añora esa vida rural, son esos complejos residencia­les campestres que se alzan en los municipios aledaños a Medellín, en donde los compradore­s buscan un ambiente apacible, libre del ruido y la contaminac­ión de la ciudad, haciendo que, por poner unos casos, el corregimie­nto de Santa Elena o El Retiro, Rionegro o Girardota hayan experiment­ado un boom inmobiliar­io, catapultán­dolas como ciudades dormitorio para muchos trabajador­es de Medellín.

Para concluir, no queda más que decir que valoremos a nuestros campesinos, porque aunque, hoy día, abundan las profesione­s liberales, no hay que olvidar que alguno de nuestros antepasado­s vivió en el campo; además, ¿quién no necesita de un campesino para asegurar que su alimento esté en su mesa diariament­e? Ojalá también el Estado reconocier­a más el campo y mejorara “el ingreso y calidad de vida de los campesinos”, así como se consagra en el artículo 64 de nuestra Constituci­ón ■

Valoremos a nuestros campesinos. ¿Quién no los necesita para que su alimento esté en la mesa?

* Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnista­s del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsabl­es sus autores. No compromete­n el pensamient­o editorial de El Colombiano, ni las universida­des e institucio­nes vinculadas con el proyecto.

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