NOSTALGIA BUCÓLICA
De acuerdo con la Real Academia de la Lengua, el término “bucólico” se entiende como todo aquello “que evoca de modo idealizado el campo o la vida en el campo”. De este modo, dicho adjetivo puede ser atribuido con precisión a esa nostalgia que muchos antioqueños sienten cuando, por ejemplo, recuerdan su vida rural o escarban entre los recuerdos de la finca de los abuelos.
Actualmente, el 78,2 % de la población antioqueña reside en las cabeceras municipales, sin embargo, el afecto por el campo sigue latente, incluso en citadinos de nacimiento, y lleva a que uno de los sueños de muchos sea comprar una “tierrita” para jardinear, descansar o simplemente desconectarse un fin de semana del ajetreo de la ciudad.
En la gran mayoría de las familias antioqueñas se cuentan historias que van desde el bisabuelo que se fue en mula para el Quindío, pasando por la abuela a la que espantaban los duendes en la finca, hasta llegar a relatos de la gigantesca hacienda que tuvo uno u otro de los ancestros pero que por descuido perdió. Innumerables son las historias, pero lo que tienen en común es que casi todas ellas echaron raíces en una Antioquia que se gestó en torno a una vida campesina amenizada al son de bambucos y carrileras.
Como muestra de esa conexión con el campo, surge la popular tradición de “puebliar” durante los puentes festivos, pero tal vez lo que más demuestra que aún se añora esa vida rural, son esos complejos residenciales campestres que se alzan en los municipios aledaños a Medellín, en donde los compradores buscan un ambiente apacible, libre del ruido y la contaminación de la ciudad, haciendo que, por poner unos casos, el corregimiento de Santa Elena o El Retiro, Rionegro o Girardota hayan experimentado un boom inmobiliario, catapultándolas como ciudades dormitorio para muchos trabajadores de Medellín.
Para concluir, no queda más que decir que valoremos a nuestros campesinos, porque aunque, hoy día, abundan las profesiones liberales, no hay que olvidar que alguno de nuestros antepasados vivió en el campo; además, ¿quién no necesita de un campesino para asegurar que su alimento esté en su mesa diariamente? Ojalá también el Estado reconociera más el campo y mejorara “el ingreso y calidad de vida de los campesinos”, así como se consagra en el artículo 64 de nuestra Constitución ■
Valoremos a nuestros campesinos. ¿Quién no los necesita para que su alimento esté en la mesa?
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