PÁNICO
Mientras muchos hablan del “pánico financiero”, a mí me embarga el pánico informativo.
Esto supera la desazón de oír a colegas valiéndose de los micrófonos para defender grupos económicos (¿qué parte de “vigilar el poder” o “darle voz a quien no la tiene” será la que cuesta entender?); o la indignación que suscita el intento de censura de un documental periodístico por parte de Fernando
Londoño y Álvaro Uribe; o el insulto público con el cual la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez respondió a las críticas de la columnista Catalina Ruiz-Navarro.
Mi pánico tiene origen en un hecho incontrovertible: el bloqueo informativo.
Para empezar, el bloqueo en el caso Odebrecht. Bloquear no solo consiste en detener el acceso directo a la información, tam- bién radica en desviar el foco informativo. Por su conflicto de interés, Néstor Humberto Martí
nez debería haber renunciado a la Fiscalía, pero no: solicitó un fiscal ad hoc. Deseo concedido (con una terna propuesta por quien estuvo en una reunión con Duda Mendonça). En medio del debate de control político a NHM, se “desveló” un video de Gustavo Petro: el extinguidor. “Rompa el vidrio en caso de incendio”.
Tiene razón el editorial de El Espectador al clamar que “no normalicemos lo que ocurre en ese video”; pero, sin duda, la grabación fue el “quite providencial” que necesitaba un fiscal a punto de ser corneado. Continuemos con el conflicto de interés: ¿quién investigará este video? ¿Cómo le agradecerá NHM, cuya lealtad supera todas las pruebas (literalmente), al uribismo por haberle salvado el pellejo?
(¿Quién encabeza el ente que investigará el “pánico financiero”?).
Rotular políticamente es la salida fácil, una forma de bloqueo a la credibilidad del periodista: ¡Insistir en el caso Odebrecht no significa “encubrir” a Petro!
Vamos al bloqueo “ortodoxo”. En mayo, una jueza federal dictaminó que Donald Trump violaba la Constitución al bloquear usuarios en Twitter. El Knight Institute presentó una demanda en nombre de varias personas bloqueadas por el presidente de Estados Unidos. La discusión giró en torno al carácter de la cuenta y su uso (oficial o privado): @realDonaldTrump tiene 56,1 millones de seguidores; @potus, 24,6 millones.
En Colombia, tal situación es paisaje. Cualquier ciudadano tiene la libertad de bloquear a quien quiera en sus redes sociales; no obstante, los funcionarios deben dar cuenta de sus acciones: el derecho a la información protege a los ciudadanos y con más razón a los periodistas, quienes necesitamos acceder a las fuentes…
YolandaRuizJorgeEspinosaD anielSamperOspinaJulioCésarG onzálezFélixDeBedoutClaudiaM oralesYohirAkermanPascualGav iriaAnaMaríaMesaVladdoCarlos CortésHéctorAbadFaciolinceEtcétera. Este último sostiene que estar en la lista de bloqueados por Álvaro Uribe equivale a un “certificado de buena conducta”. Recibí el mío hace cinco años.
Esto es más que una anécdota.
Está sobre la mesa el proyecto de ley 152 de 2018, de ‘Modernización de las TICs’, el cual busca crear una única entidad que regule el sector de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, en vez de tres como ocurre actualmente. Aquí se juega la autonomía de los medios públicos y se le da al gobierno la potestad para vigilar y sancionar a los prestadores de servicios de radio, televisión e internet, otorgar licencias de televisión y reglamentar la prórroga de las mismas.
Quien domina el medio, domina el mensaje: Iván Duque… El mismo que infundió pánico con la posibilidad de “convertirnos en Venezuela”