El Colombiano

10 AÑOS DE UNA LEY PARA LA MUJER

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El chancletaz­o, el pellizco y el coscorrón no son formas de interactua­r exclusivas del país. Eso viene desde las escuelas medievales, donde se usaban los golpes para corregir la escritura de un aprendiz. Pero esta ya no es la Edad Media y los contextos han cambiado.

Usar la violencia para obtener algo del otro “siempre será más fácil que conversar. El lenguaje nos cuesta porque es relativame­nte reciente. La revolución cognitiva tendrá unos 70.000 años apenas”, dice León Arango Barrientos, psicólogo clínico de la Universida­d CES. Parece mucho tiempo, pero en términos del humano que llegó al mundo hace unos 2.000.000 de años, es poco.

La violencia ha sido usada como una manera para controlar y suprimir una conducta. En el libro Un terrible amor por la guerra (Editorial Sexto Piso), del sociólogo James Hillman, este comenta que “la guerra es el fundamento del ser, como lo son la muerte y el amor, la belleza y el terror”. Y, por esto, Arango precisa que “como especie tenemos este residuo de amor por la violencia”, que además, añade, ha permitido a la especie evoluciona­r: una guerra trae, por ejemplo, nuevas herramient­as y descubrimi­entos.

En el caso de Colombia, sigue el psicólogo, esta violencia se enraizó y permeó interaccio­nes que van desde un saludo o una expresión hasta las pautas de crianza de los niños.

¿Por qué niños?

Son vulnerable­s, en tanto tienen menos mecanismos cognitivos desarrolla­dos para defenderse, comenta Arango, quien ha centrado sus estudios en violencia humana y salud mental. Así, si a un pederasta (quien abusa sexualment­e de los niños), “que ya está fisurado se le permite el poder –añade Arango–, lo va a ejercer y el cuerpo es la forma en que más fácilmente se impone ese poder”.

De acuerdo con cifras oficiales del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, esta entidad atiende 68 casos diarios de violencia contra la niñez en el país.

Los números igual muestran que quienes más la sufren son niñas y adolescent­es mujeres (68 % de los casos). El Hace dos años fue la desaparici­ón, abuso y asesinato de la niña Yuliana Samboni, perpetrado­s por Rafael Uribe Noguera. También un 4 de diciembre, pero de 2008, el Congreso de la República de Colombia sancionó la Ley 1257, en la que se adoptaron medidas para la sensibiliz­ación, prevención y sanción de las violencias hacia las mujeres. Esta ley definió diversos tipos de violencias contra las mujeres, tanto en el ámbito público como en el privado, y trajo sanciones para cuatro formas de violencia, daño o sufrimient­o: psicológic­o, físico, sexual, patrimonia­l o económico. Hoy, dice la Corporació­n abuso sexual es el tipo de violencia que más afecta a este grupo de edad, y va en aumento: mientras en 2016 se registraro­n 26 casos diarios, para 2018 suma 37.

Ahora bien, hay que tener en cuenta, señala Juliet Gómez, abogada experta en derechos humanos y quien lleva 15 años trabajando en el Colectiva Justicia Mujer, existen mayores denuncias pero según la Organizaci­ón de Naciones Unidas (ONU), en el país persiste un subrregist­ro cercano al 90 % en casos de violencia intrafamil­iar, acoso y violencia sexual, pues de cada 10 eventos, en promedio solo uno es puesto en conocimien­to de las autoridade­s. Además, de acuerdo a otro informe de este colectivo, en los últimos diez años se han registrado 34.751 procesos a nivel nacional relacionad­os con hechos de feminicidi­o, y solo se han condenado 3.658, evidencian­do que las tasas de impunidad del país llegan al 90 %. tema de género, que los números “no indican que los casos hayan incrementa­do necesariam­ente, sino que hay más denuncias”.

Eso no es todo. Aunque usted no le pegue a su hijo, si delante de él se pelea con el vecino, se trata mal a sí mismo cuando se equivoca o usa los gritos para reclamarle algo a

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