El Colombiano

Caterine y su gran salto largo

Ser elegida Mejor Atleta del mundo motiva a la paisa a alcanzar más metas. Apunta a Tokio-2020.

- Por JHEYNER A. DURANGO HURTADO ARCHIVO

Casi que suplicándo­le, vía telefónica, el entrenador de Caterine Ibargüen, el cubano Ubaldo Duany, le pedía a su pupila: “Por lo menos cálzate los tenis y sal a la pista a caminar o a trotar un poco”. Luego perdió contacto con ella más de un mes.

En ese instante y sumida en el dolor, la deportista, acostumbra­da al glamour que le brindan sus triunfos y quien ha pisado los mejores escenarios atléticos en el mundo, estaba refugiada en un barrio donde aún se ven calles polvorient­as y con huecos, pero en el que realmente encuentra su polo a tierra.

Se trata de El Obrero de Apartadó, Urabá antioqueño, donde se formó y en el cual, en los próximos días, espera disfrutar y asimilar aún más el premio que recibió el martes en Mónaco, el de Mejor Atleta del Año de la Federación Internacio­nal de Atletismo, distinción que Latinoamér­ica no celebraba desde que lo hizo la semifondis­ta cubana Ana Quirot en 1989. En ese momento Caterine tenía cuatro años y aún no comenzaba a competir con los zapatos de su abuela Oyola. No tenía más, debido a la escasez económica.

Tres décadas después, tras conquistar la cima de su deporte, estuvo a un paso de poner fin a su carrera.

Superó la adversidad

En un país que en ocasiones carece de memoria para recordar las gestas de sus embajadore­s, Ibargüen, actual medallista olímpica, sufría al sentir el bullying que le hacían a ella y también a su familia luego de terminar subcampeon­a mundial en 2017 en Londres. Muchos vieron esa medalla de plata como un fracaso, luego de triunfar en las citas de 2013 en Moscú y 2015 en Pekín.

“A mis sobrinos los molestaban en el colegio, a mis tías, cuando iban a la tienda, les decían que era mejor que me retirara, y por poco sucede. Soy

un ser humano y esas derrotas me afectaron bastante sicológica­mente”, le confesó la atleta a este diario. En los tres meses que estuvo sin entrenar aumentó casi cinco kilos.

Sin embargo, como por arte de magia, la triplista retornó a la competenci­a en el mes de abril durante el Prix Ximena Restrepo, en el que empezó un camino triunfal que fue considerad­o, por la

Iaaf, como el más exitoso de su andar (ver módulos).

“Perseveran­te, así califico a Caterine. Cuando iba por la calle me decían que ella ya estaba acabada para el atletismo, y más al saber que encontró una gran rival en su especialid­ad, la venezolana Yulimar Rojas –oro en Londres–, pero Cate no es de las que se rinde fácil. Lo que logra inspira a los jóvenes que siguen sus pasos”, contó ayer su tía Luz Mery Ibargüen.

Tras la distinción que recibió la deportista, la mujer ve con mayor optimismo la terminació­n del estadio de atletismo que se construye en Apartadó y que llevará el nombre de su exitosa sobrina, quien gracias a sus condicione­s dejó muy joven su población para formarse mejor en Medellín bajo las órdenes de la cubana Regla Sandrino.

“Siempre se mostró irreverent­e, terca, tenaz y soñadora”, indica Regla.

“Me hacía trampa una, dos y tres veces, hasta que le dije que conmigo no entrenaba más; la eché de los entrenamie­ntos. Pero se dio cuenta de sus errores y entendió que las cosas no se conseguían con facilidad. Su empeño, actitud y ganas le permitiero­n salir adelante, sumado a ese buen entrenador que tie- ne como es Duany. Ella es poderosa, en los momentos complicado­s saca el tigre que lleva por dentro”, agrega Sandrino.

Tras la gala en territorio francés, Caterine expresó que este premio sirve para que otros atletas de Suramérica, que en ocasiones creen que no existen oportunida­des de progreso, luchen por ellas.

“Le doy primero gracias a Dios, a mi familia y al profesor Duany, sin él esto no hubiera sido posible”. Y con ese hombre, quien la ha sabido guiar, la mejor atleta del mundo, quien dice que después de Tokio-2020 pensará en el retiro, es esperada en su tierra como la reina que es. Allí sí que se fortalecer­á de energía. “Este premio me llena de confianza para darle más alegrías a Colonbia”, reitera una de las morenas más adoradas del país

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FOTO Caterine Ibargüen, de 34 años de edad, suma dos medallas olímpicas y cuatro mundiales, todas en salto triple.

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