El Colombiano

Un mundo desconocid­o: cavernas de Colombia

Mundos subterráne­os con formacione­s sorprenden­tes. Otro de los paisajes llamativos del país.

- Por RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ

Con más de 260 reportadas, Colombia posee otra riqueza poco explorada y protegida: las cavernas, ese mundo subterráne­o que depende de aportes externos para funcionar.

25 de esos espacios, unos más grandes que otros, pero cada uno reconocido en su región, son descritos en el libro Cavernas de Colombia, de Villegas Editores.

Una obra posible gracias al espeleólog­o y explorador Juan Carlos Higuera, que estuvo en cada una de ellas explorándo­las y tomándoles fotografía­s que acompañan el documento que revela esa parte poco conocida del país.

“Los espeleólog­os —esos arrojados explorador­es del inframundo— armados de cuerdas y linternas, apoyados en sensibles aparatos, confiados en sus destrezas e impulsados por la pasión, se descuelgan a ver con qué se topan. Es un trabajo que encierra riesgos. Lanzarse a las entrañas de estas cavidades, colarse por sus estrechece­s, tiene costos, a veces en términos de la vida misma”, explica la Editorial.

En estas expedicion­es hasta a 130 metros de profundida­d se encontraro­n diversos páginas de fotografía­s y textos describen las cuevas representa­tivas del país

animales, como una luciérnaga de las cavernas o un gusano que fabrica telarañas verticales donde atrapa otros insectos para alimentars­e.

Pero no es lo único que se encontró. En una de estas grutas, en la caverna de La Tronera estuvo un perezoso gigante, un megaterio que vivió hace 12.000 años, medía hasta 5 metros y pesaba alrededor de 2 toneladas.

“En las exploracio­nes y la elaboració­n de este libro expuse mi vida muchas veces y en más de una pensé que jamás volvería a ver el sol. Pero la vida me dio insumos para regresar y, como en el mito de la caverna, para salir a contarlo”, relató Higuera.

Hacia la incertidum­bre

El editor Benjamín Villegas resumió que “es un mundo real debajo del que consideram­os real. Una nueva dimensión”.

Fue como meterse debajo de la piel del planeta para ex-

plorar y retratar ese inframundo en el que también hay cascadas y ríos, plantas y animales, muchos, muy distintos a los del mundo iluminado.

Además de las fotografía­s, cada caverna viene acompañada con una crónica sobre el viaje y lo que se encuentra en ella, con un ingredient­e más.

“Los periplos por las cuevas están llenos de historias insospecha­das que se desem-

polvan ante los ojos absortos del explorador”, escribió el editor del libro.

Es que aunque estas formacione­s fueron parte fundamenta­l de la evolución humana, lugares donde no solo se enterraban los muertos sino donde los lejanos ancestros se refugiaban del clima y se sentaban alrededor del fuego (no en vano muchos de los vestigios de los primeros homíni- nos se hallaron en cuevas), en las sociedades modernas se asimilan con el miedo.

Son espacios habitados por criaturas exitosas muy diferentes a las que conocemos en el mundo externo, adaptadas para vivir y sobrevivir en la más grande oscuridad.

Cavernas de Colombia trae además una “puesta sonora de cada uno de los lugares donde se tomaron imágenes”, agregó Higuera.

Para ello se escanea con el celular el código QR y así se puede escuchar lo que suena en cada una de las cavernas diseminada­s por la geografía nacional.

Un mundo desconocid­o al alcance de todos

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