UNA RED INSTITUCIONAL PARA LA ATENCIÓN
Sí hay buena cobertura
El programa Buen Comienzo, agrega Medellín Cómo Vamos, aumentó su cobertura al 78,7%, con 79.644 menores atendidos en sus sedes.
Luis Guillermo Patiño, secretario de Educación de Medellín, señaló que uno de los principales propósitos de la dependencia es integrar a todos los niños desescolarizados al sistema escolar. Las estrategias de búsqueda de estos menores en los barrios, indica, les ha permitido matricular a 5.165 niños, desde Buen Comienzo hasta el grado once, así como bajar la tasa de deserción a 2,9%.
En salud, la proporción de madres gestantes que acceden a controles prenatales se mantiene por encima del 90 %, pero la ciudad aún tiene pendientes en temas como vacunación y alimentación.
Según el informe, la administración debe plantearse una meta más ambiciosa para combatir la desnutrición en la primera infancia, puesto que, al cierre de 2017, 7,2% de los menores de seis años presentaban desnutrición crónica y 1,4% tenían desnutrición aguda.
El cuento de nunca contar
En Medellín, los niños siguen en riesgo y su seguridad, en lugar de mejorar, empeoró. Para Johana Holguín, trabajadora social de la Clínica Universitaria Bolivariana, la ciudad ha mejorado la oferta para la primera infancia, puesto que existen políticas claras y una red de atención entre todas las instituciones en Medellín, no solo las hospitalarias sino también las educativas y recreativas: “En el tema de nutrición falta más socializa-
Cuando se trata de ambientes seguros para la primera infancia, el balance no es tan positivo y se presenta retroceso en algunos indicadores: el año pasado se registraron 599 casos de maltrato a menores de seis años, en contraste con los 587 de 2016. También cuatro homicidios, una cifra por encima del promedio de los últimos cinco años. ción para que las mamás puedan conocer los programas y sus benificios. En temas sensibles, como el abuso sexual infantil, se han incrementado las consultas por sospechas de los padres, quienes están aprendiendo que la violencia sexual no solo tiene que ver con las agresiones físicas, sino que también está relacionada a otras cosas”. Camila Gaviria, directora del programa Buen Comienzo, destaca que, en el trabajo por reforzar los entornos protectores, una de las reflexiones más importantes es la de entender la manera en la que nos relacionamos con los niños. Y, en ese sentido, recuerda que antes, cuando un niño estaba en condición de vulneración y asistía a las entidades institucionales, debía esperar en una sala como los adultos. Pero luego entendieron que el juego era un importante elemento pedagógico y, a través de “la magia de jugar para sanar”, han podido reinterpretar y dignificar esos espacios. Para Cristina Londoño, directora técnica de Niñez y Adolescencia de Medellín, la apuesta debe ser por acompañar a las familias con el fin de asegurar la protección de los derechos de la primera infancia. En Medellín, donde el año pasado las cifras de delitos sexuales en menores de seis años alcanzaron los 345 registros, Camila Gaviria destaca que, más allá de un aumento del número de casos, lo que sí se está mostrando es una mayor disposición de la ciudadanía para denunciar los abusos. “No queremos que le pase nada a ningún niño, pero gracias a las estrategias de prevención, ahora se está denunciando más”, dice. Cada caso de abuso sexual infantil, cada empujón, golpe o insulto, ponen en evidencia los temores de una sociedad que aún está aprendiendo cómo escuchar y creerles a los niños. Estas manifestaciones de violencia recuerdan los versos de “El Cuento de nunca contar”, una nana de la compositora antioqueña Luz Marina Posada: “Ojalá fuera un mal sueño que se acaba al despertar. Un cuento que nunca nadie pudiera contar”. Pero, aún cuando se trate de palabras que los adultos temen escuchar, o de relatos dolorosos que nadie quisiera tener que narrar, el acto de aprender a nombrar los delitos que se cometen contra la primera infancia es un paso más para prevenirlos y para entender las señales y los miedos de los niños