El Colombiano

Dicker no escribe libros policiacos... o no a propósito

El escritor suizo regresa con un nuevo misterio:

- Por VALERIA MURCIA VALDÉS

Sin darse cuenta, Jöel Dicker se ha convertido en uno de los más exitosos en el género de la novela policiaca. Y quizá el motivo por el que este ascenso ha sido tan sorpresivo es porque las cosas se han dado de una manera un poco involuntar­ia. Nunca quiso enrutarse específica­mente por esa línea, sino que poco a poco fue como si sus relatos le dieran rumbo a su carrera como escritor. El suizo detrás de La verdad sobre el caso Harry Quebert, libro del que se han vendido millones de copias, no piensa en una situación para arrancar a escribir. Puede hacerlo por un elemento o un personaje, y ya está.

¿Se basó en alguna historia real para crear esta ficción?

“No, es ficción pura por dos razones: al mezclar la realidad y la ficción, la primera tiende a comerse la segunda y yo quería sentirme libre. Si tomas un periódico y lees noticias narrables, lo que lees a veces es demasiado increíble como para estar en una novela. Leemos en el periódico todos los días historias locas y sórdidas, que si las pusieses en una novela la gente diría que es imposible escribirla­s cuando son historias de verdad”.

En su más reciente publicació­n, La Desaparici­ón de Stephanie Mailer, se narra la búsqueda de una periodista desapareci­da que poco antes descubre que el caso de un asesinato que se creía cerrado, realmente no lo está. “La primera pieza no era la intriga, ni el crimen ni la historia, era un personaje”. Era el de Anna Kanner, una mujer fuerte que se desenvuelv­e en un mundo de hombres. Y precisamen­te como la primera pieza del libro fue un personaje, “diría que es una novela que se sigue escribiend­o alrededor de ellos”.

¿Por qué ubicar esta historia en los Hamptons, de Estados Unidos?

“El personaje de Anna vive una aventura en Suiza, pero luego desplacé la intriga a Los Hamptons, una región de la costa este de Estados Unidos. Conozco esa región bien porque paso allá mucho tiempo, pero hay un motivo que me autoriza a tener distancia y puedo contar una historia de ficción, inventar esta ciudad de Orphea que no existe. En Suiza no funciona porque conozco demasiado bien el país, Ginebra está lleno, no cabe algo más en esa ciudad. Pero si algún día me voy a vivir a Estados Unidos quizá podré contar Suiza desde un punto de vista más ficticio”.

En Suiza se vive de una manera tranquila y pausada, ¿cómo perciben ustedes el misterio?

“Suiza y Colombia son países diferentes, la parte norte de Suiza (de donde vengo) es una región un poco más calmada. En el caso de la novela, lo que cuento es un crimen que sucede en una ciudad pequeña donde nunca pasa nada, entonces la ciudad está realmente trastornad­a por eso y creo que esa es una emoción demasiado universal. Un supuesto crimen que sucede en una ciudad muy grande como Bogotá, París o Londres, un crimen tiene una resonancia menos fuerte, porque en comparació­n con sus millones de habitantes pasa desapercib­ido. Mientras en una ciudad pequeña, en Suiza o Inglaterra, o en un pueblito donde todos se conocen, donde todo el mundo confía en el otro o donde nunca hay crímenes ni violencia, el día en el que sucede algo, por supuesto tiene una resonancia grande en todo el pueblo.

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