LA DESAPARICIÓN DE STEPHANIE MAILER
Una periodista desaparece en un pueblo tranquilo, tras tener las sospechas de que un crimen cometido 20 años atrás, aún no se ha resuelto del todo.
En suspenso
Jöel Dicker tiene apenas 33 años, se graduó de abogado, pero se topó con las letras y allí se quedó. No tiene un método ni una fórmula que explique su éxito, va plasmándolo todo en un proceso largo en el que construye destruyendo lo que ya habitaba sobre la página.
¿Cuáles son esos ingredientes que le gusta ponerle a sus libros?
“Es difícil hablar de ingredientes porque un libro no es una receta, si hubiera una receta para que los libros gusten, sean leídos y sean exitosos, todos se venderían muy bien y los escritores y editores estarían felices. Entonces no hay una receta ni ingredientes precisos. Pero hay cosas de las que me puedo dar cuenta hoy, con perspectiva, y es que si siento placer al escribir un libro, si siento placer contando el universo de la novela, entonces este placer lo puede sentir también el lector. No sé muy bien cómo es posible ni cómo funciona, pero creo que el placer de los lectores corresponde al placer que tengo al escribir un libro. Es muy auténtico”.
¿Cuál ha sido la mayor autocrítica que le ha hecho a su trabajo?
“He tenido la suerte de tener éxito con mi novela siendo joven, pero me sigo sintiendo un autor joven. Tengo mucho por hacer y mucho por aprender, espero encontrarme en el principio de mi carrera y tener mucho por delante. Hay escritores que tienen 30 o 40 libros publicados, yo solo tengo cuatro, entonces tengo mucho por mejorar. Entre todas las críticas que me hago están unas relacionadas con la ficción y la realidad, donde tengo a veces dificultad. Esa es una herramienta que me gustaría tener, ser capaz de deshacerme totalmente de la realidad para entrar en un mundo de ficción pura.