Son una alternativa válida, pero con límites
“Como decía un colega, Carlos Felipe Pardo, las scooters hacen parte de los “ornis”, objetos rodantes no identificados. Hay sentimientos encontrados con este tipo de vehículos. Por un lado funcionan como una buena opción de conectividad para distancias cortas, para integrarlas con el transporte público; en Medellín con el metro y metroplús, por ejemplo. Reduce el uso de taxis o buses integrados, que generan congestión, incluso atraer usuarios de carros y motos, y al no contaminar generan efectos positivos al medio ambiente y por ahí derecho a la movilidad. Sin embargo, en los aspectos negativos, al transitar en vías pueden causar problemas de seguridad vial al compartir espacio con otros vehículos. También es posible que los andenes sean invadidos por estas patinetas eléctricas, lo cual es grave para personas con movilidad reducida, en silla de ruedas, o invidentes. El camino para su uso es la regulación. Estas no deberían tener problema en transitar por ciclorrutas, porque aunque tienen motor, su velocidad es baja y similar a la de una bicicleta. Eso sí, debe limitarse su velocidad máxima a 15 km/h, no usar los andenes, y no veo necesario, aunque sí conveniente, el uso de casco. Otro punto fundamental es que se debe designar sitios para dejarlas, no es conveniente que se dejen estacionadas en cualquier lado, por eso podrían cobrar al usuario por mal uso y las empresas que facilitan el servicio deben responsabilizarse si eso ocurre”.