El Colombiano

La energía familiar arropa al goleador

Germán Ezequiel Cano recibe la visita de sus hermanos para el duelo definitivo ante Junior mañana en Medellín.

- Por JOHN ERIC GÓMEZ MARÍN

Durante el banderazo del pasado jueves que citó el Medellín en el estadio Atanasio Girardot, dos personas con una bandera de Argentina, ubicadas en la pista atlética llamaron la atención. Con acento argentino no dejaron de alentar al goleador Germán Ezequiel Cano.

Agustín y Julián, venidos desde Ezeiza, barrio argentino del Gran Buenos Aires, llegaron a Medellín con la firme intención de alentar a su hermano, el “Matador”, en lo que podría ser el primer título de este con el club rojo.

El menor es Agustín, y se mostró sorprendid­o con la idolatría de los hinchas a su hermano. “Acá estamos al lado de él, muy contentos y felices. Trajimos la bandera, es un orgullo para la familia, porque salir desde Argentina y verlo ante un estadio de más de 40.000 personas, no hay palabras para describirl­o. Es impresiona­nte, algo único”.

Julián Cano es el mayor de ellos, y su parecido físico con el máximo artillero del fútbol colombiano impresiona. Si estuviera vestido con el uniforme del Medellín, hasta los podrían confundir.

“Germán ha hecho muy orgullosa a la familia con lo que viene realizando con este club y estamos agradecido­s con la gente por la forma como lo quieren, es un amor único”. Dice que hace rato saben de lo que significa su hermano para la institució­n, porque como sea buscan ver todos los partidos del Medellín, por internet o por cable. “Seguimos los jue- “Si estamos concentrad­os atrás, estoy seguro de que los muchachos arriba resuelven porque todos están muy bien. Ya estamos muy cerca del partido y solo nos queda concentrar­nos y tener fe en lo que podemos hacer”. “No podemos desconocer que tenemos una ventaja, pero hay que saberla manejar y tratar de salir a buscar el compromiso como lo hacemos siempre. Lo de Curitiba lo dejamos atrás y tenemos la cabeza puesta en el duelo con Medellín”.

gos, se siente el cariño de la gente y uno estando acá se da cuenta de eso”.

Recorriero­n 7.236 kilóme- tros en un vuelo de Buenos Aires-Bogotá-Medellín. “Se hizo un poquito largo, pero ya estamos acá disfrutand­o de lo que será esta final”.

Ambos también pasaron por el fútbol aunque no pudieron llegar a un equipo de primera división. Agustín fue portero, y el que estuvo más cerca de llegar fue Julián.

“Jugué en varios clubes de la segunda división. Estuve en las reservas de Lanús y seguí mi carrera en equipos de la B Metropolit­ana de Argentina”.

Coinciden en algo más que la hermandad: la admiración que tienen de Germán por su humildad. “Se toma estas cosas con mucha tranquilid­ad, en la calle saluda a la gente, incluso a los hinchas de otros equipos”, manifiesta Julián.

Agustín va más allá y dice que tiene un corazón inmenso como profesiona­l del fútbol, hijo, hermano, papá, esposo, tío, primo, amigo, etc.

“En la cancha o fuera de ella es un crack y eso tiene que ver con la humildad también”, augura.

Tienen claro que no quieren estar en el palco el domingo, sino vivir la jornada como dos hinchas más, y esperan poder estar en la tribuna norte con la barra de la Rexixtenxi­a.

“Palco no queremos, vinimos a alentar, gritar y saltar”. Agustín agrega que él es músico y quisiera poder tocar el bombo para alentar a su hermano y al equipo.

Ojalá la presencia de ellos sea un impulso mayor para el goleador Germán Cano, que más que nadie merece ser campeón con el DIM

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