“Tuve la fortuna de nacer sin fortuna”
Dos días en Barichara hablando del destino, la identidad, la libertad, la esclavitud, el éxito, las artes, el amor, la vida y la muerte.
En Memorias de Adriano, Marguerite Your
cenar propone que: “El verdadero lugar de nacimiento es aquel donde por primera vez nos miramos con una mirada inteligente”. ¿Usted nació en Amagá, pero, dónde nació usted desde esa mirada? ¿Ha nacido más de una vez?
“Qué hermosa pregunta. Tuve la fortuna de nacer sin fortuna. Saramago me decía que esa frase que acababa de decirle, debería ser el inicio de mis memorias. En el campo en donde nací y crecí, no en el pueblo sino muy arriba, no había ninguna clase de comunicación sino pata al suelo, pata limpia, solamente había escuelita rural de pisos de tierra, con una sola maestra regordeta, muy bondadosa y llena de sabiduría, a quien le dedico todo lo que me pase bueno en la vida. Se llamaba misia Rosario Rivera. Un día le hice a la maestra una pregunta: ¿Misia Rosario, por qué cuando Aquiles, pies ligeros, iba a dar la batalla final contra Héctor, el Rey de Troya, se devolvió a buscar a su amigo Patroclo, por qué no se fue solo si él era invencible? Y misia Rosario no supo contestarme. Esa noche, la maestra indagó en los libros que tenía, pero al día siguiente no me supo responder. ¿Por qué no me supo responder? Pues porque en esa época no existía en el lenguaje el homosexualismo y Aquiles, pies ligeros, era homosexual y su amigo se llamaba Patroclo. Entonces, me dijo: ‘Voy a averiguar y le digo’. Bueno, ahí descubrí el conocimiento, descubrí que se pueden aprender cosas. De ahí en adelante todo me fue muy fácil, porque no me detenía nada, yo quería aprender”.
Usted ha sido estudiante, seminarista, arquitecto, abogado, profesor, periodista, político, presidente, traductor, empresario, poeta, artista... ‘plurioficio’, lo ha llamado. ¿Quién es, en definitiva, usted?
“Cuando terminé estudios en la Universidad Pontificia Bolivariana, me fui para Bogotá. No me fui a buscar empleo, sino a buscar destino y destino es empleo más los sueños. Todos esos oficios son una búsqueda del conocimiento. Quise ser escritor, pero me desvió el quehacer de la política, entonces tomé el conocimiento que tenía de los elementos literarios como instrumento de creatividad que aplicaba al quehacer de la política. Hice periodismo en EL COLOMBIANO y en La Defensa de Medellín. Siendo estudiante fundé un semanario que se llamaba Jerarquía. En mis mocedades escribí cuentos, pero la vieja frase de que ‘lo que natura no da, Salamanca no lo presta’, en mi caso tuvo plenitud apoteósica, porque natura no me había dado aptitudes de creatividad como novelista ni como cuentista, los cuentos eran más bien la retórica de la época (...). Y me convertí en escritor político, pero uno que en la época del partido Liberal en Antioquia era temible (...). El poeta vallecaucano Antonio Llanos me dijo: ‘Usted no se debe llamar Belisario sino Bélico’”.
¿Y quién no es Belisario Betancur?
“¿Quién definitivamente no soy? Pues a pesar de que salí de la violencia interpartidista, nunca fui un violento y siempre he sido cultor de la paz. No obstante todas las vicisitudes que me ha tocado surcar en la vida, siempre he sido un buscador de paz, porque la concibo no como una entidad metafísica sino como una entidad casi que antropológica como fundamentación de todo quehacer positivo del ser humano. Hay una concepción de Immanuel Kant, el filósofo alemán, sobre la paz y sobre la guerra. La paz, dice, no es solamente la ausencia de guerra sino la plenitud de las condiciones, de las coordenadas del ser humano, de su existencia. Soy antes que nada sembrador de paz, sembrador de destino entre mis compatriotas, mis compatriotas, para decirlo con lenguaje de Barba Jacob, nuestro paisano, mis compatriotas son los habitantes del mundo. Me siento compatriota donde quiera”.
Se ha dicho que usted es el último presidente humanista que tuvo Colombia. ¿Cuáles considera que fueron los pros y los contra de esa faceta humanista en su liderazgo?
“Lo que quise ser quizás no lo fui por completo porque en mi propio ser la incompletud es una especie de estado de insatisfacción permanente. No poder llegar es la insaciabilidad metafísica del ser humano, es la búsqueda. Entonces, repudio la condición de humanista. Me queda grande”. Lo dice María Mercedes Carranza.
“Pues me queda grande. No le ponga total atención a lo de María Mercedes porque fuimos muy amigos y la amistad es un lente que deforma las apreciaciones críticas. Soy más bien un buscador, eso sí he sido desde niño, desde cuando con aquella maestra rural descubrí el conocimiento. Un buscador con deseos de transmitir, no con mi nombre, sino de transmitir conocimiento, o sea que soy un maestro de escuela, definitivamente, en donde quiera que me encuentre”.
Dentro de sus “plurioficios” hay uno recurrente, el de periodista. ¿Cuál es para usted el rol de la prensa en la sociedad y cuál es su opinión de los medios colombianos hoy?
“La misión del medio es mantener al interlocutor, que es el destinatario o lector, al tanto del acontecer, pero al mismo tiempo mantenerlo positivamente, y en ningún caso, en ningún caso, ser cortapisas. Hoy, con la velocidad de la información, es cuando finalmente somos contemporáneos los unos de los otros. Ya no como una metáfora sino como una certidumbre, hoy, entonces, la función de la prensa es todavía más apremiante, su responsabilidad es pedagógica. Es de enseñanza, de informar enseñando, o enseñar informando. En la Oración a Jesucristo, que pronunció don Marco Fidel Suárez cuando era presidente, existe una frase que a mí me conmueve mucho: El destino de la humanidad, es progresar padeciendo. Esa frase pronunciada precisamente hace un siglo es el acta notarial de la realidad contemporánea. Qué duda cabe de que la humanidad está progresando, pero tampoco cabe duda de que está padeciendo”.
¿Y cuál es su opinión frente a la libertad de prensa en el país?
“A mi juicio hoy por hoy hay plena libertad de prensa en Colombia, tanta que en ocasiones no nos damos cuenta de esa plenitud. En un poema de Eduardo Carranza le dice a su amada: ‘ Tan cerca estás de mí que no te veo’. De tener tan próximas las cosas, terminan en ocasiones más bien recortando la visión, autorrecortándola en función de la proximidad. Quiero decirle, Martha, que en razón del disfrute de esa plenitud, en ocasiones le establecemos cortapisas, pero eso dentro del propio ámbito de la libertad de que se le disfruta. En ningún caso que yo sepa hay censura de prensa, ni siquiera cuando esa censura de prensa podría tener a juicio de quién la ejerza, alguna justificación. Pero no, para mí, la censura no tendría justificación de ninguna clase. Y le repito que incluso llegué al exceso dialéctico de decir: si tuviera que escoger entre el desbordamiento y la censura, me quedaría con la autorresponsabilidad, en ningún caso censura, que no cuenten conmigo, porque yo no censuraré. Y hoy por hoy creo que la prensa en Colombia es muy constructiva”.
Cuando lo estudio tengo una duda: ¿usted fue conservador por nacimiento o por convicción? ¿Qué me responde?
“Esa es una pregunta perversa”.
No, es una pregunta justa, porque sin duda su pensamiento es liberal.
“Bueno, en primer lugar, la herencia por mucho que la queramos es irracional. La herencia no nos pregunta, la herencia nos establece. Sin derecho a protesta de nuestra parte. La protesta sería ex post facto, después de que se tiene, lo que se hereda, y en todo caso prevalece, es el afecto mismo creado por el ámbito familiar con cualquiera de esas consideraciones o desavenencias en cuanto a lo que se hereda.
A mí no me preguntaron al nacer en una montaña al Suroeste de Antioquia, ni por el color de mi piel, ni por la religión, ni por el partido político. Yo nací conservador y nací católico y sigo siendo católico, y no obstante algunas veleidades en el camino, sigo siendo conservador. Nací en un hogar recalcitrantemente conservador campesino, que no deliberaba su creencia política ni tampoco su creencia religiosa. Eran conservadores y católicos porque sí, como el amor y como las rosas.
Conservo la esencialidad del pensamiento Conservador y la esencia liberal del pensamiento social cristiano. Por eso siempre pensé que lo que el Frente Nacional hizo que fue afirmar los dos partidos históricos, era sabio. Lo que no fue sabio fue olvidar que había otras corrientes distintas del Partido Liberal y del Partido Conservador que estaban moviéndose por los alrededores y que esas corrientes tenían que tener expresión institucional. Por ese pensamiento, cuando ya aspiré algún día a la Presidencia quise hacer un movimiento nacional y comprometerme a que todos, todos, todos los instrumentos de control irían a estar en manos del partido contrario. Y todos, absolutamente todos, se pusieron en manos del Partido Liberal. Entonces, digamos que soy un hombre de centro con raíces profundas en el Partido Conservador. Entre los maestros domésticos, Fernando Gómez Martínez, no Juan Zuleta, que era muy conservador, pero el doctor Gómez Martínez, que fue mi profesor de Derecho Constitucional, sí. El propio eslogan del periódico EL COLOMBIANO durante tantos años ‘Un periódico de todos y para todos’ está diciendo de la universalidad que se le quiere dar no al ámbito de los avisos, al ámbito del pensamiento, al ámbito de la orientación general, es lo que es EL COLOMBIANO en sus manos”.
Ha dicho que la distancia en tiempo le permite hablar con libertad del pasado y que para las nuevas generaciones es importante entender la historia, pero afirma que no quiere hablar de política, ¿llegará el día en que hablemos de política?
“Vivo hablando de política, pero de la suprapolítica. Por ejemplo, qué más de la esencialidad de la política que la educación, ese es el meollo mismo de la política. Se debería ser político en tanto que
“DESCUBRÍ QUE SE PUEDEN APRENDER COSAS. DE AHÍ EN ADELANTE TODO ME FUE MUY FÁCIL, PORQUE NO ME DETENÍA NADA, YO QUERÍA APRENDER”.
“YO NACÍ CONSERVADOR Y NACÍ CATÓLICO Y SIGO SIENDO CATÓLICO, Y NO OBSTANTE ALGUNAS VELEIDADES EN EL CAMINO, SIGO SIENDO CONSERVADOR”.
“SI LA POLÍTICA TIENE COMO PROPÓSITO Y COMO CONTENIDO LA DIGNIDAD DE ESE SER HUMANO, EL FACTOR FUNDAMENTAL PARA ESA EXALTACIÓN ES SIN DUDA LA EDUCACIÓN”.
se es activista de la educación. Porque si la política tiene como propósito y como contenido la dignidad de ese ser humano, el factor fundamental para esa exaltación es sin duda la educación. Y qué más político que la cultura, y yo vivo inmerso en los temas de la cultura, y ella es parte de la esencialidad misma de la política. A un filósofo austro-alemán llamado Max Scheler le preguntaron qué es a juicio suyo la cultura y él escribió un libro para dar respuesta a esa pregunta, se llama El saber y la cultura. Y una de las respuestas que da es esta: ‘la cultura es todo aquello que nos queda después de haber olvidado todo lo que hemos aprendido’”.
MEMORIA Y TERTULIA ¿Está escribiendo sus memorias?
“Me puedes mochar de ese rumor”.
Entonces, al no ser usted quien cuente su propia historia, otros la van a contar por usted. ¿Le teme a los errores que puedan tener esas narrativas históricas?
“No le tengo miedo a la historia porque no le tengo miedo a ningún episodio de mi vida y, por consiguiente, la narrativa o la interpretación que de esos episodios se formule desde cualquier situación es explicable en la libertad del ser humano, en torno a las apreciaciones en el contexto de la libertad, y yo soy muy respetuoso de esa libertad”.
Usted ha tenido el privilegio de las buenas conversaciones: La tertulia del Bosque de la Independencia, la de doña Paulina Posada Escobar, la del Café automático...
“¿Y cómo fue que usted supo todo eso?” (risas).
Mi pregunta es, en todos estos años de buenas conversaciones, ¿quién ha sido el mejor interlocutor?
“María Mercedes Carranza”.
¿Y por qué? ¿Y qué atributos tenían esas conversaciones?
“Todos los días a la madrugada nos llamábamos”.
¿Todos los días?
“Todos los días. O me llamaba o la llamaba (...). Ella era una mujer culta, muy independiente e informada. Entonces, era una excelente interlocutora, magnífica conversadora”.
¿Con quién tiene aún una conversación pendiente?
“No se me vaya a reír, no es una tomadura de pelo lo que le voy a decir, tengo una conversación pendiente con Pla
tón. Le tengo muchas preguntas, no sé cuándo se las haré, pero quiero verlo”.
¿Y cuáles preguntas le haría?
“Una de las preguntas que tengo para hacerle es cómo dejó que Sócrates bebiera la cicuta. Sócrates se negó a escapar porque alegaba que los jueces que lo condenaron eran jueces legítimos, pero la condena era visiblemente ilegítima... Pues sí, tengo esa conversación pendiente”.
¿Cuál ha sido su momento de mayor esclavitud y su momento de mayor libertad?
“La mayor esclavitud, la Presidencia que asumí el 7 de agosto de 1982, y el momento de mayor libertad, cuando dejé la Presidencia, el 7 de agosto de 1986”.
¿Cómo sintió esa esclavitud y esa libertad?
“Los problemas que encontré eran muy arduos y los que se vinieron encima, los agravaron. El problema que encontré fue el déficit fiscal. No había un céntimo, la deuda externa era muy alta. Habíamos asumido unos compromisos internacionales (...), nos habíamos comprometido a hacer el Mundial de Fútbol y lo suspendí. Aproveché el momento psicológico en que supimos que a García Márquez le habían dado el Premio Nobel y en ese momento en la euforia nacional general, la euforia de América Latina, anuncié que el Estado colombiano no estaba en capacidad financiera de hacer el Mundial de Fútbol, pero que en cambio del Mundial que daba una gloria efímera, teníamos una gloria perenne en el Premio Nobel colombiano que duraría por los siglos de los siglos. En lo cual no me equivoqué”.
¿Cómo describe ese cambio a la libertad?
“El momento es que retornaba a mi ser buscador del conocimiento que se encuentra por doquier. Solo que hay que saber buscarlo, saber encontrarlo”.
¿Qué es para usted el éxito?
“La plenitud del conocimiento en cualquier escenario, como ahora se dice”.
¿A quién considera usted una persona exitosa?
“Gonzalo Restrepo. Gonzalo es de la familia de los Restrepo Jaramillo, fue el espécimen que no quiso seguir el derrotero familiar, en las letras, en la política, en las artes, sino que fue un ser pragmático que prefirió la praxis y una vez que prefirió la pra- xis, alcanzó el éxito. Éxito por cierto en unos almacenes que llevan ese nombre: Éxito. ¡Qué coincidencia! Este hombre se ha aplicado -ya se jubiló- a hacer el bien silenciosamente, casi que a escondidas de sí mismo, como soslayándose”.
Retomando las Memorias de Adriano, allí se dice que para evaluar la existencia humana hay tres medios: el estudio de sí mismo, la observación de los hombres y los hitos. ¿Qué ha aprendido de usted mismo y qué ha aprendido de los hombres?
“Martha, yo soy un admirador de esa criatura que es el ser humano por la capacidad que tiene de asimilación del conocimiento y de creatividad (...). Por eso soy activista de la supracultura de la educación y la suprapolítica”.
Vamos a cambiar de tema. Vamos a trabajar primero uno que se llama el amor.
“El amor es eterno mientras dura”.
¿Y qué es eso que es eterno mientras dura?
“Es la dación del ser humano. Es la entrega a una querencia que hace la plenitud de su propio ser. Y que equivocada o acertadamente desde la antigüedad tiene como territorio privativo una víscera llamada el corazón”.
¿Ese amor es posible o imposible?
“Pues es posible, lo demuestra toda la historia de las artes y las letras a lo largo de los siglos. Un amor imposible también tuve, no vaya a pensar que es broma: Margarita Gautier -La dama de las camelias-”.
Presidente, ¿y usted ha amado?
“Yo he amado y soy hombre de lealtades muy largas, porque estuve casado con Rosa Elena, mi novia de adolescencia y de estudiante, algo más de 50 años, y llevo con Dalita creo que 15”.
¿Se ha sentido amado?
“Sí, me he sentido amado”.
¿Qué deberían hacer los partidos políticos colombianos tradicionales para reconectar con la Colombia de hoy?
“¿Qué es partido en política y qué es la política? La política, como por repetirlo retóricamente, es el oficio de dirigir los pueblos a través de la historia en busca de la felicidad -eso casi es un poema-. La esencialidad en la política en la práctica es eso. Y ¿qué es un partido político? Un partido político se puede definir de muchas maneras, pero creo que la más simplista puede ser: un conjunto de gentes -los activistas- que siguen un conjunto de ideas - los programas- con el objeto de ascender al poder, de capturar el poder para aplicar esos programas en beneficio de la comunidad, de hacer feliz a la misma, eso puede ser una definición. Ahora su pregunta: ¿Y qué deben hacer los partidos históricos en Colombia para conectar e identificarse con la comunidad? Pues lo primero es hablar el lenguaje de la sinceridad a la comunidad y hacerlo en un lenguaje no cifrado, y no solamente sobre sus propias carencias, sino también sobre sus ensoñaciones o el derecho a la felicidad”.
Si ese fin último es la felicidad, defíname por favor qué es la felicidad...
“La plenitud del ser”.
¿Y es feliz?
“Soy feliz en el ámbito personal, pero no tengo una felicidad plena cuando miro el espectáculo de la humanidad contemporánea, más concretamente espectáculo de las desigualdades en el país, entonces mi felicidad no es plena. Por eso lo que he querido ser es un sembrador de destino que no es un cosechero del sembradío a título personal. Sino que el cosechero de ese sembradío sea la comunidad colombiana. Esto puede aparecer un poco idealista o utopista”.
Cuénteme de su relación con EL COLOMBIANO.
“Yo ya tenía resuelto el problema de mi educación porque ya me había, no acogido, sino recogido la Universidad Pontificia Bolivariana. Me había ganado un concurso de una beca emulando con ciento y tantos estudiantes de todo el país. Entonces ya tenía resuelto mi colegio, estaba interno, tenía comida, dormida, estudio, biblioteca (...). Pero me faltaba la plata, no tenía ni un centavo en el bolsillo...
[En EL COLOMBIANO existía la sección Ecos y Comentarios (hoy se llama Ecos) y sus amigos Jaime Sanín Echeverri, Miguel
Arbeláez Sarmiento y Otto Morales Benítez , contratados por Fernando Gómez Martínez, escribían dos Ecos todos los días].
“Entonces a ellos se les ocurrió cederme cada uno un Eco y ahí se arreglaron mis problemas de plata de bolsillo, porque
esto lo hacíamos a espaldas de las directivas de EL COLOMBIANO. Yo tenía que escribir todos los días tres Ecos, pero con tres estilos distintos, con el estilo de Otto Morales, que eran Ecos sin un solo punto aparte y siempre, siempre, citando a Víctor Raúl Haya de la Torre oa
José Carlos Mariategui. Jaime Sanín Echeverri usaba mucho el lenguaje de los escritores españoles del Siglo de Oro y me quedaba fácil porque yo estaba ahí en la Biblioteca (de la UPB.) con la colección de Espasa y eso se subsanaba con poner dos o tres palabritas rebuscadas. Y la columna de Miguel Arbeláez sí era más fácil para mí porque era el avant garde, era Hermann Hesse, era Rilke, era Kafka... Entonces, eran tres estilos distintos cada día”.
A escondidas...
“A escondidas, aprendí a escribir a la fuerza. Esa fue mi primera vinculación con EL COLOMBIANO, la clandestinidad. Muchos, muchos años después tuvimos la sospecha de que sí sabían. De que don Julio Hernández sabía, pero nos toleraba porque yo era un muchachito enjuto y no me cabía el alma en el cuerpo. Y en todo caso se trata de escribir notas intemporales y espaciales de manera que si se cortaba alguna, servía para más adelante. Eso me sirvió a lo largo de la vida como usted no se lo imagina.
Y al cabo del tiempo en La Defensa necesitaron un Jefe de Redacción, un todero. Le ofrecieron a Miguel Arbeláez y dijo no porque estaba en EL COLOMBIANO. ¡Qué iba a cambiar a EL COLOMBIANO, un monstruo, por una cosita chiquitica y sectaria por allá en La Veracruz! Le ofrecieron a Jaime Sanín y dijo no. Y entonces ellos dijeron, pero tenemos un tipo que es un tigre, que es Betancur. Me presentaron al director, el doctor Manuel J. Betancur. Entonces él me dijo: ‘joven Betancur y usted sabe...’, ‘sí doctor yo sé’. ‘¿Sabe titular?’ ‘Sí, yo sé’. ‘¿Armar? Claro que yo sé’. Yo sabía de todo y no sabía nada, porque hasta entonces mis vínculos con EL COLOMBIANO eran los que te dije antes: la clandestinidad en tres estilos. ‘Entonces, venga el lunes para que comencemos, martes y miércoles’. Y aquí la expresión para definir terror era: !Me tragó la tierra! En EL COLOMBIANO el jefe de armada era
Alberto Acosta, era tartamudo, lo llamábamos a veces el doctor Ca-ca porque era ca... ca... camaradita. Desde el martes o miércoles estuve en los talleres de EL COLOMBIANO clandestinamente, primero, recibiendo cables, luego mirando cómo se distribuía la noticia en las páginas, titulando; ‘el miércoles, el jueves y el viernes camaradita te va a tocar solo’. Alberto Acosta se iba a tomar trago en un Café en la esquina, por la misma acera de EL COLOMBIANO, y yo les llevaba allá pruebas de las páginas que iban saliendo, y ellos con un lápiz rojo -que todavía me aterra-, rayaban y seguían tomando... Y ahí me tiene, periodista a la fuerza con fórceps, pero hecho en EL COLOMBIANO por completo, Martha. Por completo es por completo”.
...¡Pero en la clandestinidad!
“Sí. Y después mi profesor de Derecho Constitucional fue el doctor Gómez Martínez, imagínese”.
¿Medellín, Bogotá... O hay otros amores?
“En Medellín me eduqué. Medellín me educó. Me educó la Universidad Pontificia Bolivariana. Me educó EL COLOMBIANO. Me educó el vespertino La Defensa... Cómo no tenerle afecto a esa ciudad en la que crecí intelectualmente y en la que aprecié los distintos estamentos de la sociedad, pienso que mirándome en el espejo retrovisor, con un poco de resentimiento de mi parte, entre los de arriba y los de abajo, yo esta- ba en los de abajo. Pero, como en virtud del conocimiento fui ascendiendo en la escala social, guardo afectos muy grandes por esa ciudad. Y luego me vengo a buscar destino a Bogotá (...). Empiezo a participar en las tertulias literarias y políticas. Ya había desaparecido el escritor que quise ser. Porque ya entonces el poder de la palabra y de la escritura que había adquirido en EL COLOMBIANO y en la Bolivariana los apliqué al menester de la política”.
¿Tiene un tema que le obsesione estudiar?
“Sí, la filosofía. Y asisto a certámenes de filosofía, generalmente como discípulo, muy pocas veces como expositor. En algunas ocasiones en universidades europeas”.
¿Por qué el amor por la poesía?
“En la poesía se expresa absolutamente todo el universo vivencial, el cosmos vivencial del ser humano. A través de un verso o mediante un poema, se llega muy profundamente a la esencialidad del ser humano, a su razón de ser más que en otras ciencias u oficios, sin necesidad de llegar al cánon de los parnasianos, que era sacrificar un mundo para pulir un verso, no”.
Le pido recomendar un libro a cuatro tipos de personas: a sí mismo, a sus nietos, a los jóvenes colombianos y a mí. El primero es a sí mismo:
“El Quijote”.
El segundo, a los nietos:
“El Quijote”.
El tercero, a los jóvenes de Colombia:
“El Quijote”.
Y el cuarto, a mí.
“El Quijote”.
¿Por qué el Quijote?
“Por su contenido y su continente. Porque su contenido es una suma de caracteres recogidos de una manera muy sabia por Cervantes. Por el lenguaje, por la manera como el español que había surgido por allá en la Edad Media en Latín, ahí se fue depurando. El español había tomado cuerpo con el Cantar de Mío Cid en el año 1207 y llegó Cervantes y ese lenguaje vacilante del cancionero de Mío Cid, no del Mío, sino de Mío Cid, Cervantes lo transmutó”.
Hablemos de tres pintores: Manzur y Débo
ra Arango, y de un pintor un poco escondido que se llama Belisario Betancur.
“Manzur es un gran dibujante, y para ser pintor hay que ser antes que nada dibujante. Fue un gran transmisor del dibujo. A mí me tuvo un año haciendo esas itálicas, implacablemente. Sobre esa base del gran dibujante, ha venido buscando y buscando en los movimientos pictóricos sin asirse a ninguno definitivamente, como ha hecho Fernando Botero, que encontró su vivencia y se quedó en esa vivencia y la ha ido refinando hasta llevarla incluso a la escultura. Entonces Manzur tiene esa completud del dibujante, del buscador, del enseñante, del maestro y del realizador. Y qué más le digo, ¿de qué otro pintor?”.
Débora Arango: hay un cuadro en la Casa Blanca, que era la casa de ella, donde usted está cargado en los hombros de doña Bertha. Cuénteme de ese cuadro.
“Mi vida fue siempre una lucha en la política, pero enfrentado a los dirigentes de mi partido en Antioquia, a los dirigentes tradicionales. Era una especie de rebeldía sin causa, quizá con un poco de retaliación social, o sea, por yo estar abajo y ellos estar arriba, quizá, y porque habían dispuesto que habían unos que tenían mucho y otros que no teníamos nada, aunque
“EN LA POESÍA SE EXPRESA ABSOLUTAMENTE TODO EL UNIVERSO VIVENCIAL, EL COSMOS VIVENCIAL DEL SER HUMANO. A TRAVÉS DE UN VERSO O MEDIANTE UN POEMA, SE LLEGA MUY PROFUNDAMENTE A LA ESENCIALIDAD DEL SER HUMANO”.
la verdad, yo nunca hice de eso ley inútil, no, pero quizá por allá en el rondón del alma, quizá había esos residuos de resentimiento.
[Belisario Betancur recuerda que cuando conoció directamente a Bertha Hernández y terminó la reunión, se largó un fuerte aguacero y él la llevó en su camioneta Fiat]: “Le dije: ‘doña Bertha, ¿tiene vehículo? ‘No’. ‘Yo la llevo’. Imagínese, Martha, doña Bertha Hernández de Ospina y Betancur... y entonces, en Los Cedritos, en la avenida Caracas, al llegar a la 72 por la avenida Chile, ahí se formaba una charca por una mala alcantarilla. Yo pasé y se apagó el motor, ahí, a las 6:00 de tarde, en mitad del charco. Todo Bogotá desfilaba por ahí o una parte muy importante: y esto es muy raro, doña Bertha y Betancur, qué cosa tan rara, y entonces, ahí comenzaron las caricaturas y, por supuesto, Débora Arango no perdonó: doña Bertha cargando a Betancur, esa es la explicación”.
Y el tercer pintor se llama Belisario Betancur. Cuénteme de esa faceta.
“Buscador de destino. Hubo un momento de mucho entusiasmo con Caravaggio y en razón de mis vivencias académicas y de viajar mucho me dijo Manzur: ‘¿por qué no pintas?’ Le dije la vieja frase: ‘Lo que natura no da, Salamanca no lo presta’. Empecé con la itálica, a mover la mano. El maestro Manzur sostuvo siempre que yo tenía condiciones muy importantes de pintor, pero que mi indisciplina en aras de la academia y de la política la habían frustrado -él no lo dice nunca- sino que siempre pregunta ¿qué estas pintando? Y siempre estoy pintando algo y algunas de mis hijas tienen cuadros míos y he participado en algunas colectivas...”.
¿Es un hombre de Fe?
“Soy un hombre que ha tenido veleidades por torpezas mías, por identificar las fallas de algunos seres humanos, con fallas de la iglesia. Cosa que es un absurdo: unas son las personas y otras las intenciones. Pero soy creyente. Nací como católico y soy católico. Pertenezco a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales. Antes, miembro de los 32 miembros que fueron la creación inicial del Papa Juan Pablo II, y ahora, miembro honorario con todos los derechos, pero sin la obligación de ir a Roma. Ejerzo desde Bogotá”.
¿Cuáles son esos errores de la Iglesia que lo hicieron en su momento retirarse? ¿Y cuáles son los errores de la Iglesia contemporánea?
“Pues los errores que yo consideré que me indujeron a mí al error, fueron los apoyos que el Episcopado Colombiano le dio al régimen del General Rojas Pinilla, y que tontamente y torpemente me hicieron a mí caer en el error de imputar la destitución de la Iglesia, lo que eran errores de unos de sus directores. Todo eso lo corregí después de una vuelta al mundo que hice con dos compañeros y llegamos a Roma en la fiesta del trabajo católico durante el papado de Papa Juan XXIII, el Papa bueno. Mis compañeros me dijeron, vamos a San Pedro, que en San Pedro hay misa con el Papa. Cuando llegó la Homilía hizo el Papa Juan XXIII una apología del trabajo y en- tonces hablaba manoteando sin saber manejar las manos y hubo un momento en que yo vi que ahí en esas manos mal manejadas y en su lenguaje campesino, había algo más que manos de un campesino y que lenguaje de un campesino y caí de rodillas llorando y recobré la fe y en ella estoy y de ahí no me salgo”.
Presidente, ¿usted le tiene miedo a la muerte?
“No. Le tengo miedo a sufrir al llegar la muerte, pero a la muerte misma, no. No me gustaría sufrir, por supuesto, entonces la espero con serenidad, con tranquilidad”.
¿Cómo es un día perfecto para usted en este momento?
“Es un día de plenitud porque siempre estoy aprendiendo. En alguna conferencia, en algún seminario, me preguntaron: ‘¿usted a qué hora estudia?’ Y yo contesté: ‘Yo no estudio, no’. ‘¿Cómo que no?’ ‘No, usted me pregunta: ¿usted a qué hora respira? Es vivencial. A qué horas estudio, es vivencial también’”.
¿Tiene tareas pendientes?
“No”.
¿Está en paz consigo mismo?
“Estoy en paz conmigo mismo. Casi que recuerdo aquel personaje de la televisión colombiana que decía: ‘Y me digo a mí mismo: mí mismo, por lo bien que te has comportado’”
“LE TENGO MIEDO A SUFRIR AL LLEGAR LA MUERTE, PERO A LA MUERTE MISMA, NO (...). ENTONCES LA ESPERO CON SERENIDAD, CON TRANQUILIDAD”.