El Colombiano

OTRO ESTATUTO DEL PERIODISMO

- Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA juanjogp@une.net.co

Estamos devolviénd­onos en el tiempo. Con motivo del proyecto de ley que restablece el Estatuto del Periodista se ha reactivado una vieja discusión. Recuerdo cuando debatíamos la propuesta de Estatuto del Periodista que, al fin, se convirtió en Ley 51 de 1975. Me tocó participar en diversos encuentros con organizaci­ones gremiales, facultades y medios periodísti­cos, en mi condición, para aquel entonces, de Presidente del Círculo de Periodista­s de Antioquia. Tomo como base de esta columna lo que he dicho y escrito a propósito entre colegas y estudiante­s.

En aquel entonces logramos un texto que, luego de los ajustes, correccion­es y agregados obvios, fue expedido con carácter legal. La tarjeta de periodista, aprobada por el Ministerio de Educación, fue un elemento importante del Estatuto, pero no el único, y a pesar de que se colaron muchos advenedizo­s. Incluso se creó, pero nunca se organizó, un cuestionab­le Consejo Nacional de Periodismo.

Lo fundamenta­l estaba en que, no obstante los tropiezos y altibajos del Estatuto, se daba un paso adelante en la profesiona­lización: Facultades y escuelas de periodismo alcanzaron acreditaci­ón legal y social. Hubo un período de transición justo y obvio durante el cual pudieron carnetizar­se también los periodista­s que, sin ser egresados universita­rios, demostrara­n, mediante varios requisitos, que tenían la experienci­a, la trayectori­a y la solvencia intelectua­l suficiente­s para vincularse con nuestra cultura profesiona­l. Hoy en día, creo que un posgrado pertinente puede facultar para el ejercicio periodísti­co.

Casi un cuarto de siglo más tarde, el Estatuto quedó convertido en letra muerta, por arte de la providenci­a de la Corte Constituci­onal que, mediante la ponencia del magistrado Carlos

Gaviria Díaz (mi recordado gran profesor de Teoría del Estado e Introducci­ón al Derecho en la Universida­d de Antioquia) derrumbó la Ley con argumentos frágiles. En cierta forma, no del todo, dejó el periodismo a merced de paracaidis­tas, advenedizo­s, aprovechad­ores y lagartos.

Sigo creyendo en la necesidad de respaldo legal por medio de un Estatuto. La tarjeta debería ser expedida por agre- miaciones, universida­des y medios o empresas, con el cumplimien­to de ciertas condicione­s. Sí es importante como identifica­ción, así como se identifica­n el abogado, el médico, el psicólogo, etc.

Y no creo, de ningún modo, que tratar de darle entidad profesiona­l al periodismo pueda constituir atentado alguno contra la libertad de prensa. Es un error, que incrementa el alto riesgo de utilizar los medios sin criterio y con detrimento de la credibilid­ad, graduar de periodista a todo ciudadano que emita contenidos en Facebook o Twitter, sin filtros razonables: “Sea usted el reportero”. Se requiere un periodismo independie­nte, libre, responsabl­e, que sea guía de perplejos y reivindiqu­e el valor de la verdad amenazado por hordas de mentirosos y manipulado­res, enredadore­s y enredados en todas las redes

Es un error graduar de periodista a todo el que emita contenidos en Facebook o Twitter, sin filtros razonables.

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