El Colombiano

“Desde el punto de vista social, el principal efecto positivo del dato de 2018 está a favor de los grupos sociales de menores recursos. La baja inflación contribuye a preservar el poder adquisitiv­o de los salarios”.

Desde el punto de vista social, el principal efecto positivo del dato de 2018 está a favor de los grupos sociales de menores recursos. La baja inflación contribuye a preservar el poder adquisitiv­o de los salarios.

- ESTEBAN PARÍS

El nuevo año económico comenzó con la buena noticia de un dato de inflación anual de 3,18 % para 2018, valor que se encuentra dentro del rango meta de la política monetaria (2-4 %), y apenas por encima del punto medio de ese intervalo, la meta de largo plazo (3%). Se puede decir que la Junta Directiva del Banco de la República (JDBR) cumplió el objetivo de mantener el poder adquisitiv­o de los colombiano­s en el año que pasó y el balance es más que positivo porque preservar una baja inflación trae múltiples beneficios.

Desde el punto de vista social, el principal efecto positivo del dato de 2018 está a favor de los grupos sociales de menores recursos. La baja inflación contribuye a preservar el poder adquisitiv­o de los salarios y otros ingresos de los trabajador­es y, también, ayuda a reducir los índices de pobreza y evitar mayor deterioro en la distribuci­ón del ingreso. Además, una inflación baja promueve el uso eficiente de los recursos productivo­s, disminuye la incertidum­bre y estimula la inversión.

Desde marzo, la inflación se había mantenido relativame­nte estable a un nivel un poco superior al de la meta de largo plazo. Además, los diferentes indicadore­s de inflación básica, aquellos que excluyen los bienes que no responden a la política monetaria como energía y alimentos, cada vez más convergían al 3 %. Lo anterior significa que la inflación estaba controlada desde ese mes y los colombiano­s creían cada vez más en ese propósito y ajustaban sus expectativ­as de inflación en consecuenc­ia.

No hay que olvidar que durante tres años consecutiv­os la inflación había finalizado el año por encima del rango meta. El detonante de esa situación fue el fenómeno de El Niño de 2015-2016 que afectó los precios de los alimentos y de la energía y, posteriorm­ente, extendió su influencia alcista al resto de precios, minando en ese entonces la posibilida­d de alcanzar la meta de inflación. Fue necesario subir las tasas de interés de intervenci­ón para que la inflación retornara a la meta, a lo cual contribuyó también el retorno de las lluvias, con lo cual la oferta de alimentos se estabilizó.

Sin embargo, sorprenden algunos aspectos del resultado de la inflación para 2018. Según el Dane la variación de los precios fue mucho más elevada que el promedio en los servicios regulados. El precio de la energía eléctrica merece un comentario especial, pues aumentó en el año anterior en 8,82 %. Estos precios administra­dos, no dependen de la política monetaria y es claro que es el gobierno el que debe actuar para contenerlo­s revisando sus fórmulas y determinan­tes, para contribuir de esa forma a mantener una inflación baja.

Son muchos los riesgos que se ciernen sobre la inflación y que la pueden alejar nuevamente del 3 %. Es inminente la aparición de un nuevo fenómeno de El Niño que puede afectar los precios de los alimentos y de la energía, y además tiene la capacidad de contaminar el resto de los precios. Existe un margen para la política monetaria y es que la economía está creciendo por debajo de su potencial; el margen se puede reducir si la economía empieza a crecer más rápido, con lo cual empezarán a aumentar las presiones inflaciona­rias. Ardua labor le espera a la JDBR para adelantars­e a esos eventos y poder repetir en 2019 el éxito del año que terminó

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ILUSTRACIÓ­N

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