El Colombiano

LÓPEZ OBRADOR: EL DECIR Y SUS EFECTOS

- Por JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ @JRCossio

Todas las mañanas el presidente de México, López Obrador, habla a los medios en Palacio Nacional. Su propósito es claro. Quiere comunicar al pueblo lo que ha logrado y lo que quiere alcanzar en la autodenomi­nada Cuarta Transforma­ción. Tratando de romper antiguas rigideces o modernos telepromte­rs, el presidente expone las ideas de cada día. Detrás de él, física y simbólicam­ente, coloca a los titulares de ciertas dependenci­as, no se sabe si para que reciban órdenes o muestren su acuerdo con lo decidido.

Las audiencias matutinas se han analizado con diversos enfoques. Atendiendo al fondo, se ha aludido a los intentos de López Obrador de personific­ar todo o mucho del poder estatal o, al menos, del gubernamen­tal. En cuanto a la forma, se han señalado sus modos de descalific­ar a quienes cuestionan sus propuestas. Sobre los contenidos, se ha mencionado la superficia­lidad de algunas ideas o la falta de conexión con otras propuestas. De lo que menos se ha hablado es del efecto que los constantes apareceres tienen sobre la realidad. Específica­mente, sobre la Administra­ción Pública a cargo del propio pre- sidente y, en consecuenc­ia, sobre el modo de vida de los habitantes del territorio nacional.

López Obrador dijo que todos los días anunciaría algo nuevo en su deseo de mantener al pueblo informado. En la elección tomada hay una particular­idad. Bajo sus propias premisas, al comparecer no dará cuenta de resultados, sino de acciones a emprender. El elemento central de sus conferenci­as no es exponer lo hecho o lo que esté haciéndose, sino lo que va a hacerse. Con ello no hay una acción propiament­e informativ­a, sino más bien performati­va. El acto de comunicar pretende que el mundo se realice en un sentido distinto al que venía dándose. Los actos performati­vos, hay que decirlo, no conllevan un problema en sí mismos. Son las formas ordinarias de creación de la acción política. Lo que resulta novedoso y peculiar es el compromiso de enunciar a diario una acción encaminada a modificar una parte de la realidad.

En las teorías de la comunicaci­ón se asume que debe informarse cuando haya algo que lo merezca; en las de la acción pública, hacer los anuncios al contarse con los elementos definitori­os, conceptual­es y operativos. El problema con las conferenci­as matutinas es la obligación contraída de anunciar a diario cursos de acción nuevos y distintos. Más allá de si las ideas son buenas, están bien concebidas o se avienen a la realidad, es en sí mismo preocupant­e saber que se tiene que cumplir a diario con una tarea de esa dimensión, sobre todo cuando es autoimpues­ta. No porque no pueda hacerse en términos mediáticos, ni porque no sea convenient­e mediáticam­ente. Lo relevante es destacar lo que verdaderam­ente implica cada anuncio-acción en particular y todas ellas como conjunto.

Si, en números gruesos, López Obrador va a aparecer en sus conferenci­as 5 días a la semana, asistiremo­s a 260 confe- rencias al año. Si, a su vez y como él lo dijo, en cada una de ellas va a anunciar al menos una acción de gobierno, al final del año su cuerpo administra­tivo habrá recibido un muy amplio número de instruccio­nes que deberán formalizar normativa, operativa y presupuest­almente. No creo prudente sostener que los anuncios mañaneros son comunicaci­ones sin pretensión de realizació­n, ni aceptar que más allá de lo que el Presidente diga, su Administra­ción terminará haciendo lo que a ella le parezca mejor. Por ello, importa mucho seguir lo que en esos o en otros espacios se diga, hacer memoria de las acumulacio­nes e identifica­r posibilida­des y costos.

Como el presidente ha elegido fijar su acción política en matutinas conferenci­as de prensa, la cosa pública se está constituye­ndo en mucho con los materiales que ahí se están generando. La leal oposición al presidente pasa por dialogar con él a partir de los planteamie­ntos que a diario nos explica. La ciudadanía que él mismo animó a despertar, tiene que entender la importanci­a del espacio y, desde luego, de lo que en ellos se está queriendo crear. ¿Qué mejor sociedad democrátic­a que aquella que atiende y se posiciona frente a lo que plantean sus representa­ntes políticos? Si el movimiento y hoy gobierno del presidente López Obrador logra el despertar cívico-crítico de la población a partir de sus propios decires y actuares, será mucho lo que su existencia nos legará

En las teorías de la comunicaci­ón se asume que debe informarse cuando haya algo que lo merezca.

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