El Colombiano

La directora del Mamm cuenta lo que se viene para este año.

María Mercedes González, directora del Museo de Arte Moderno de Medellín, habla de los proyectos actuales y futuros de la institució­n.

- Por RONAL CASTAÑEDA SANTIAGO MESA

El Museo de Arte Moderno de Medellín (Mamm) no deja de crecer. Hace 10 años llegó al corazón de lo que se llamó Ciudad del Río para darle vida a uno de los sectores con más renovación inmobiliar­ia de Medellín. En 2015 consolidó su expansión, aumentó su infraestru­ctura y programaci­ón. El año pasado la institució­n cumplió 40 años y fue visitado por 130.000 personas (15 % más que en 2017). El Mamm está pasando por un buen momento.

A estos logros se llega gracias a las buenas decisiones y gestiones. La más reciente es la de la santandere­ana María Mercedes González, su actual directora, quien se siente privilegia­da por vivir esta última década del Mamm.

Hace seis años llegó a Medellín para capitanear este barco de casi 10.000 metros cuadrados, según ella, un “privilegio” para su carrera.

El Mamm es el segundo museo de arte con más presupuest­o del departamen­to, $6.700 millones (el primero es el del Museo de Antioquia, que tiene $ 12.000 millones).

En su sede de Talleres Robledo, alberga una colección de 2.100 piezas, principalm­ente de arte colombiano de diferentes periodos artísticos del siglo XX.

María Mercedes siente que en este momento la institució­n que dirige está blindada y bien acompañada por el sector público y privado. “Por supuesto que no estamos exentos de problemas, aunque eso hace parte del día a día”.

Le encanta vivir en Medellín y cree que es una ciudad ideal. “El tráfico es complejo pero sigue siendo una ciudad en la que moverse sea fácil”, comenta. Quisiera que hubiera más oferta cultural o gastronómi­ca, pero aún así para ella eso no es nada que condicione que un lugar sea bueno o no.

Ha vivido en varios países y siente que no hay lugar perfecto: “Me sucede que este trabajo que tengo es tan pleno que esta ciudad inevitable­mente me gusta”.

Una ínfima proporción de las obras que tiene el Museo están exhibidas. ¿Le preocupa?

“Digamos que es un elemento común en la vida de los museos. Ninguno tiene exhibida la totalidad de su colección. Yo diría que ni siquiera el 50 % de su acervo. El MET (The Metropolit­an Museum of Art), que tiene millones de piezas, jamás podría encontrar el espacio suficiente para exhibirlas.

Nuestro compromiso está con el cuidado y la investigac­ión alrededor de esas obras: qué hay ahí, qué historias se han contado, cuáles son las narrativas que se han construido a través de su colección. A finales de este año vamos a hacer un nuevo montaje de estas obras. En esto ya estamos trabajando de la mano con la curadora e investigad­ora Silvia Suárez”.

¿Qué tanto se abre el Museo a las nuevas tecnología­s?

“Creo que los artistas se valen de muchos formatos y técnicas a la hora de crear. El Museo siempre ha tratado de responder a esas demandas y se puede ver en la sala de experiment­ación sonora Lab 1, dotada y acondicion­ada con equipos para ello”.

¿Qué tan importante es la educación en los programas?

“Nos gusta pensar más en procesos educativos. Espacios como estos (museos, teatros, biblioteca­s), son fundamenta­les en el desarrollo humano porque completan los sistemas de educación formal”.

Los museos muchas veces son institucio­nes híbridas, públicos y privados. ¿Cuál es la vocación del Mamm?

“Somos una entidad privada sin ánimo de lucro y tenemos un esquema de financiaci­ón mixto, de varios sectores. La programaci­ón y el funciona- miento del Museo depende de varios actores, públicos y privados. 35 % viene de ingresos propios (locales, taquilla, alquiler, parqueader­o, tienda, entre otros), la Alcaldía de Medellín aporta el 17 %, MinCultura un 3 % y el sector privado –fundacione­s y empresas– un 45 %.

El proceso de expansión ha tenido mucho que ver en esta distribuci­ón”.

¿Cómo le ha ido bien con el ingreso de Crepes & Waffles?

“Ha dinamizado muchísimo y ha acercado a mucha gente. Creo que le ha dado una nueva vitalidad a la zona. Ahora se ven nuevos rostros que uno no veía frecuentem­ente”.

Este año fueron 16 exposicion­es y eso representa una carga presupuest­al alta para cualquier museo. ¿Cómo sobrevivió este?

“Fue un año memorable y mucho más llevadero. La celebració­n de los 40 años tuvo mucho qué ver en la vinculació­n de muchas empresas y fundacione­s. De ahí que ha-

yamos tenido una agenda mucho más ambiciosa”.

El Mamm ha tenido un crecimient­o permanente los últimos 10 años. ¿Todavía le da para crecer más?

“En términos espaciales nos sentimos muy cómodos. No es un secreto que esta es una zona en construcci­ón y vendrán más proyectos de vivienda y comercio. Tenemos mucha expectativ­a por esos nuevos flujos que va a haber en Ciudad del Río. Y sobre crecer, puedo decir que este año tendremos una nueva sala temporal de exposicion­es en Talleres Robledo”.

Ahora que lo dice, ¿qué está pasando con las construcci­ones aledañas?

“Son proyectos inmobiliar­ios. Uno es de vivienda de Coninsa Ramón H. que se llama La Rivière, y el Distrito Vera, ubicado en lo que se conoce como lote de Erecos, un proyecto muy grande de uso mixto. Eso cambiará un montón la dinámica del sector de Ciudad del Río, el tráfico vehicular y el flujo de personas”.

¿Que se puede aprender de la tragedia del Museo de Río de Janeiro en 2018?

“Fue muy doloroso para quienes trabajamos en este sector. Tiene mucho qué ver con la desidia y la falta de compromiso de muchos actores. Para nosotros, que tenemos vocación pública, prever es fundamenta­l: revisar sistemas eléctricos, ascensores y todo lo que tenga que ver con mantenimie­nto”.

¿Qué proyectos tiene el Mamm para el futuro, a corto y largo plazo?

“Principalm­ente habrá a corto plazo una serie de adecuacion­es locativas así como algunos arreglos al edificio. Estamos pensando a largo plazo en hacer un endowment (fondos), un mecanismo común en los museos de Estados Unidos que ahora les representa un alto porcentaje de su presupuest­o. Estamos pensando en hacer un fondo que nos dé mayores garantías, seguridad y posibilida­d para invertir en el futuro.

Hacer esto implica un doble esfuerzo: a la par que se necesita conseguir recursos para la gestión, también se necesitará para el endowment. Pero es posible hacerlo y en el sector privado hay interés para que las entidades culturales fortalezca­n su capacidad institucio­nal. Estoy convencida de que le apostarían a una iniciativa así”.

¿Tiene garantizad­a la estabilida­d financiera de este año?

“Desde el 2018 venimos haciendo la gestión de recursos del 2019. No digo que este año sea fácil pero ya tenemos algunos apoyos. La exposición de Dan Flaving es muy ambiciosa en todo sentido (ver recuadro). Fuimos merecedore­s de un grant (donación) de la norteameri­cana Terra Foundation, un voto de confianza muy importante nosotros.

Pero hay una base importantí­sima del sector público y privado, del que sentimos el acompañami­ento y la voluntad, en particular de un par de fundacione­s y empresas.

Eso, junto con la autogestió­n del Museo, nos da la posibilida­d de pensar en grande y brinda la tranquilid­ad de no tener qué pensar en los gastos diarios. Pero esa gestión debe ser permanente”.

Para traer nuevos inversioni­stas...

“Atraer un nuevo aliado toma tiempo. Hemos tratado de diversific­ar esas fuentes y tocar puertas en otras ciudades.

Creo que Medellín es una buena plaza para cualquier empresa con intereses comerciale­s o de otra índole. Es cuestión de perseverar y estar convencido­s de que esto no se hace por caridad sino para hacer una mejor sociedad”

“Queremos ser el museo que hace la revisión del momento de efervescen­cia del arte contemporá­neo colombiano”.

“La programaci­ón de cine le ha dado una vida especial al Museo en estos tres años. Queremos seguir siendo esa ventana”.

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Desde octubre de 2012 la santandere­ana María Mercedes González dirige Museo de Arte Moderno de Medellín.
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