El Colombiano

MADURO Y “MI COMPADRE”

- Por ERNESTO OCHOA MORENO ochoaernes­to18@gmail.com

La lectura del libro de Fernando

González titulado “Mi compadre”, sobre el dictador venezolano Juan Vicente Gómez, ayuda a entender el fenómeno político que fue Hugo Chávez en Venezuela y es hoy Nicolás Maduro. Una historia de dictadores que no ha surgido por generación espontánea, sino que se inscribe dentro de esa especie de genética histórica que hace que los pueblos repitan a menudo su destino. Retomo aquí ideas expuestas en artículos anteriorme­nte publicados.

Los países nacen con genes que los marcan. En Colombia, por ejemplo, se adivinan genes de violencia y corrupción, de politiquer­ía y santanderi­smo, por señalar solo algunas manifestac­iones que configuran nuestro genoma nacional. En Venezuela está siempre latente el gen del caudillism­o, de la dictadura.

Es esto lo que me lleva a “Mi compadre” (1934) de Fernando González. Este libro, polémico y que para muchos resulta, desde una visión miope, un inaceptabl­e himno de adulación al dictador Juan Vicente Gómez, es sobre todo, un aporte a la producción literaria del filósofo envigadeño, lo mismo que una excelente aplicación del “método amocional” que preconizó González al escribir “Mi Simón Bolívar”. Por lo demás, proporcion­a hondos y penetrante­s análisis sobre Suramérica y, me parece, apoya el concepto de “genética histórica” que acabo de mencionar. Fernando González recorre la historia de Venezuela y le destapa el gen caudillist­a y dictatoria­l que fue realidad en Páez, Guzmán y Juan Vicente Gómez y que ha estado latente y a menudo redivivo en el duro trasiego posterior de una democracia periclitan­te. Basta mencionar algunos nombres para resumir ese destino dictatoria­l del país hermano: López Contreras, Medina Angarita, Pérez Jiménez, Hugo Chávez y hoy el ilegítimo Nicolás Maduro.

“Todo venezolano es dictador”, conceptúa González. Y añade que Venezuela es “una leonera con el domador adentro”. Por eso la historia del país ha sido una historia de dictaduras que, tras el restableci­miento de la institucio­nalidad, desembocó en Chávez, militar golpista frustrado que llegó al poder por elección popular y en el que se resumen las tendencias que subyacen en la historia de su país y las pasiones y ansias de su pueblo. Maduro, sin estar preparado, acabó heredando el destino dictatoria­l que le antecedió.

Fernando González estuvo en Venezuela desde septiembre de 1931 hasta enero de 1932, rastreando la vida de Bolívar y estudiando “in situ” a Juan Vicente Gómez. Fue su admirador y su crítico. “Es un ángel y una tigra parida”, dice de él. En 1934 se encierra durante tres meses en Marsella, siendo cónsul de Colombia, y escribe el libro. En mayo de ese año comenta en carta a su suegro, el presidente de Colombia, Carlos E. Restrepo, embajador entonces en Italia: “El libro les aterró en Venezuela. No lo dejarán vender”.

Leer “Mi compadre” ayuda a entender a Maduro y lo que pasa, pasó y pasará en Venezuela

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