El Colombiano

LA HUMILDAD

- Por RICARDO MEJÍA CANO www.ricardomej­iacano.com

Fue una de las compañías más admiradas del planeta. Desde la creación del Dow Jones, había pertenecid­o al selecto club. Por más de 120 años estuvo en la cima empresaria­l. En junio del año pasado la sacaron del club.

Muchos de los avances en confort y calidad de vida del siglo pasado fueron gracias a su creativida­d: los bombillos, los electrodom­ésticos, las centrales eléctricas, acompañado del radio y la televisión. Luego vendrían las turbinas, que con el desarrollo de la aviación moderna tumbaron la barrera de la distancia. Los misterios del cuerpo humano desapareci­eron con sus maquinas de rayos X.

Los cazatalent­os más prestigios­os de EE. UU. la tenían como primera en la lista para sonsacarle ejecutivos. De 9 presidente­s que había tenido en sus primeros 120 años, todos habían sido formados en casa. Su primer presidente en 1892 dejó un legado imborrable: “Nuestro éxito no depende de los bombillos, los motores o nuestros otros productos, depende exclusivam­ente de la calidad de la gente que contratemo­s y la formación que le demos”.

En el 2011, sólo 4 días después de asumir como presidente Jeff Immelt, en reemplazo del icono Jack

Welch, el atentado de las torres gemelas en Nueva York puso a prueba la capacidad de la compañía. Como uno de los fabricante­s de turbinas más grandes del mundo, su negocio incluía apoyar a las compañías aéreas con créditos y leasing de aviones. GE Capital, que en sus inicios prestaba dinero a los consumidor­es para la compra de los electrodom­ésticos, se había convertido en el brazo financiero de la compañía y su principal negocio. La recesión aérea fue el primer campanazo.

Se la jugaron por las plantas de generación eléctrica a gas, pero el resurgir de las energías limpias acabó con los pronóstico­s de crecimient­o y se disparó el inventario. Para mayor desastre, en el 2015 compraron la división de potencia de la francesa ALSTOM, con lo cual aumentaron los problemas de la admirada General Electric.

En el 2006 vendieron parte de sus compañías de seguros, en medio de gran festejo. Diez años después tuvieron que hacer una provisión de US $ 6.000 millones, para cubrir compromiso­s que no habían previsto.

Si bien en sus inicios quedó expreso que lo importante era la gente, desde WELCH se sembró la cultura de utilidades a toda costa. Para tal fin, empezaron a vender y comprar empresas como si se tratara de “shopping” en el supermerca­do. La gente entraba y salía como mercancía con las empresas que se compraban o vendían.

Para muchos de los analistas el haber tenido una junta directiva de 18 personas, en que la responsabi­lidad se pierde, fue parte del problema. Sus pares tienen en promedio 11.

La acción pasó de estar por encima de US $ 50 en el 2002 a menos de 10 en la actualidad. Miles de pensionado­s tenían sus ahorros en la compañía mejor manejada del mundo. Hoy están sin los ingresos que les permitían comer y vivir.

Las empresas se deberían manejar siempre como si estuvieran en crisis, evitar el triunfalis­mo y el conformism­o. El poder y las ínfulas de grandeza matan. Immelt, rodeado de la aureola de una compañía invencible, se desplazaba a todas partes en el avión de la compañía, pero además detrás tenía que seguirlo otro avión, por si tenía una emergencia.

“Crotonvill­e” es la “Universida­d” donde GE forma a los que se suponía eran los mejores gerentes del mundo. Al respecto Immelt, hoy destituido y a quien ya lo han reemplazad­o dos gerentes, decía: “Nunca pararemos de aprender”. Desafortun­adamente parece que quitaron la cátedra de HUMILDAD y sin esta no hay empresa que perdure

“Crotonvill­e” es la “Universida­d” donde GE forma a los que se suponía eran los mejores gerentes del mundo. Desafortun­adamente parece que quitaron la cátedra de HUMILDAD y sin esta no hay empresa que perdure.

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