El Colombiano

Evo, 13 años y contando en Bolivia

Evo Morales sigue en el poder tras la salida de otros líderes de izquierda de su generación.

- Por JUAN MANUEL FLÓREZ ARIAS

El primer presidente indígena de ese país se convirtió además en el que más tiempo lo ha gobernado y busca otra reelección, ilegal para la oposición. Así conserva el poder.

Todo ha cambiado para Bolivia desde el día histórico, hace 13 años, en el que Evo Morales se convirtió en el primer presidente indígena de ese país y de América. Todo menos el propio Evo, quien ayer se ratificó, no solo como el mandatario que más tiempo ha gobernado en Bolivia –tras las modificaci­ones que ha promovido de las normas electorale­s–, sino como el último sobrevivie­nte del socialismo del siglo XXI.

Esa fue la principal diferencia entre dos escenas que podrían confundirs­e: su discurso hace 13 años y su discurso ayer, ambos centrados en la dignidad de los indígenas y los pobres como prioridad del Estado.

El cambio real estaba en el público, en la ausencia de aliados como Hugo Chávez de Venezuela, Néstor Kirchner de Ar- gentina y Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil.

Los dos primeros están muertos y el tercero está encarcelad­o, condenado por corrupción. En contraste, Evo se mantiene como precandida­to para las elecciones de octubre, pese a que en 2016 un referendo le negó la opción de volver a aspirar a la presidenci­a por cuarta vez.

Su intención, ilegal para la oposición, pero respaldada por el Tribunal Constituci­onal de mayoría oficialist­a, es conservar el poder al menos hasta el bicentenar­io de Bolivia en 2025.

Sucesor infiel de Mandela

Según Jorge Lazarte, analista político boliviano y exvicepres­idente de la Asamblea Constituye­nte, Morales ha implementa­do una estrategia nacionalis­ta que ha eliminado a la oposición y estatizado la propiedad privada al punto de controlar el 40 % de los ingresos del país.

Como en el caso de Venezuela, esta táctica coincidió con el alza en los precios de las materias primas, el cual le dio un margen de maniobra para llevar a cabo reformas sociales.

La diferencia, como señala Luis Felipe Buitrago, politólogo y analista internacio­nal de la Universida­d de Antioquia, es que en Bolivia los cambios fueron conducidos por un líder enfocado en los problemas internos y con un tono poco beligerant­e.

Este pragmatism­o le ha permitido que el Producto Interno Bruto (PIB) de su país se mantenga en un crecimient­o promedio del 5 %, inmune a los declives que han presentado Argentina y Venezuela, y que el porcentaje de población en la pobreza baje de 60 a 36, según el Instituto Nacional de Estadístic­a (INE).

Unos logros que, en el país con el peor índice de desarrollo humano de Suramérica, explica Lazarte, han convertido a su gestor, en una suerte de mesías, en un Mandela de los indígenas, como él mismo se nombró indirectam­ente en su discurso de 2006, en el que comparó a Bolivia con Sudáfrica.

Sin embargo, para Lazarte, la intención de Morales de querer permanecer en el cargo luego de 13 años, demuestra que este solo prestó atención a la primera mitad del legado de Mandela –el que implicaba llegar al poder– e ignoró la segunda: tener la grandeza para abandonarl­o

“La diferencia con otros líderes de América Latina, es que desde el principio Morales declaró su intención de control total del Estado”. JORGE LAZARTE Ex vicepresid­ente de la Asamblea Constituye­nte de Bolivia

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FOTO EFE Indígenas bolivianos participan en un desfile a favor del presidente Evo Morales, quien llegó a 13 años de gobierno.

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