VIVIR ES RESISTIR
A raíz del atentado terrorista contra la Policía Nacional, el presidente Duque ha demostrado firmeza y serenidad para to- mar decisiones que el país respalda. Con gran prudencia, que no es cobardía, no se ha dejado tentar, ni de los guerreristas delirantes ni de los pacifistas ilusos. Su mensaje ha sido racional, preciso, con la dosis de emotividad que excluye el tono exacerbado de las retaliaciones.
Comprendemos los colombianos que la lucha contra el terrorismo no es fácil. Tiene el país tres grandes elementos que lo estimulan y lo protegen. Por un lado la droga. Por el otro los regímenes dictatoriales de Venezuela y Cuba. Con el negocio de la droga los terroristas compran explosivos y armas, para surtir e incentivar a las milicias urbanas que causan indiscriminadamente toda clase de estragos. En los gobiernos de Venezuela y de Cuba, hallan sus mejores aliados y cómplices para refugiarse sin mayores sobresaltos. A estos países, poco les importa que el Consejo de Seguridad de la Onu y la Comisión In- ternacional de Derechos Humanos hayan condenado el atentado terrorista contra los cadetes de la Policía colombiana. Y menos los conmueve el hecho de que esos organismos sigan viendo en el terrorismo “una amenaza evidente contra la paz y la seguridad hemisférica”.
Hay incertidumbre y preocupación, es cierto. Podemos estar abocados a vivir momentos que pueden alterar la vida económica, política y social del país en la medida en que el terrorismo prospere, el miedo se apodere de la sociedad y las fuerzas del Estado sean inferiores a sus responsabilidades. Ahí es donde tienen que estar presente el jefe del Estado para liderar un frente común institucional con las fuerzas vivas y sensatas, para combatir, sin dejarse llevar a las retaliaciones antijurídicas de los extremistas, ese flagelo demencial que agudizado, contribuye al éxodo de ciuda- danos que forman país nacional. La situación es difícil. Pero ya sabemos que vivir en Colombia, como escribía la cineasta Daniela Abad, “es estar todo el tiempo resistiendo”.
El terrorismo es hoy el gran enemigo de las democracias. Los terroristas –dice el escritor
Yuval Noah en su obra 21 lecciones para el siglo XXI, “son maestros en el control de las mentes. Tienen cautiva nuestra imaginación y la usan contra nosotros… Matan a pocas personas pero consiguen aterrorizar a miles de ciudadanos y sacudir enormes estructuras políticas… Asesinan a cien personas y hacen que cien millones imaginen que hay un asesino acechando detrás de cada árbol”. El miedo es el arma preferida del terrorismo, existiendo “una desproporción asombrosa entre la fuerza real de los terroristas y el pánico que consigue inspirar”.
El éxito o el fracaso del terrorismo depende esencialmente del Estado y del ciudadano. “Si permitimos que nuestra imaginación caiga presa de los terroristas, agrega Noah, y reaccionamos en forma exagerada ante nuestros propios temores, el terrorismo triunfará. Si liberamos nuestra imaginación de los terroristas y reaccionamos de una manera equilibrada, el terrorismo fracasará”. Y este, más la energía y fortaleza de espíritu, es el comportamiento que viene aplicando el presidente Duque y que debería ser la conducta del ciudadano
El presidente Duque ha demostrado firmeza y serenidad para tomar decisiones que el país respalda.