El Colombiano

¿Es el Eln a Duque lo que las Farc fueron para Uribe?

El atentado contra la escuela de Policía modificó el panorama político. Nueva agenda para el Gobierno.

- Por JUAN CAMILO MONTOYA E.

El estruendo producido por el carro bomba ingresado a la Escuela de Policía General Santander en Bogotá, que dejó 21 muertos y 68 heridos, también sacudió a la política nacional.

Las voces de protesta y de rechazo ante el acto terrorista, cuya autoría fue reconocida por el Ejército de Liberación Nacional (Eln), llegaron de todos los sectores políticos y de la población civil, quienes finalmente han sido las principale­s víctimas de años de violencia en Colombia.

Pero este ataque tiene matices especiales. Primero, aunque fue en el interior de una escuela de Policía, que haya ocurrido en el corazón de la capital del país, genera sensación de insegurida­d en cualquier ciudad colombiana. Y segundo, en el imaginario colectivo, permanecen en la memoria los atentados en las décadas de los 80 y 90, cuando una de las palabras más usadas en los noticieros y de los periódicos era “carro bomba”.

Desde la explosión, el rumbo político del país no es el mismo. El presidente Iván Duque terminó la mesa de diálogo con ese grupo armado y reactivó las órdenes de captura contra diez miembros que se encuentran en Cuba esperando las conversaci­ones que hasta ahora no han llegado.

Pero, ¿cómo puede un ataque terrorista mostrarle el camino a un mandatario? En Colombia y en el mundo los ejemplos son múltiples. El atentado contra las Torres Gemelas en 2001 unió a Estados Unidos y reforzó el discurso de “guerra contra el terror” del expresiden­te George W. Bush.

Aquí Duque puede sacar ventaja política porque ante estos hechos, la opinión pública en general suele solidariza­rse y entender que combatir el terrorismo es la prioridad porque une a todo el país.

El expresiden­te Álvaro Uribe interpretó y canalizó en 2002 el descontent­o general de los diálogos frustrados con las Farc. Uribe centró su discurso de seguridad en la “mano firme” y sacó réditos de ello por años.

El nuevo escenario le permite a Duque asumir una posición similar, en la cual el Eln, y las demás organizaci­ones ilegales (disidencia­s de las Farc y bandas criminales), serán su caballo de batalla para volcar al país hacia él, mejorar así su imagen y tener más maniobra en la toma de decisiones.

Cuando el dolor une

Para Juan David García, politólogo y docente de la Universida­d Pontificia Bolivarian­a, “es probable que Duque se vaya a beneficiar políticame­nte en el corto plazo, incrementa­r su favorabili­dad y lograr más cohesión con diferentes fuerzas políticas. Puede decir que es la democracia contra el totalitari­smo, que el Eln no escucha, que destruye el orden constituci­onal y a partir de ahí usar la fuer-

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